Frijol con tortilla de ma¨ªz para desayunar, almorzar y cenar
Empieza el verano en la regi¨®n m¨¢s seca de Guatemala con las cosechas arruinadas. Un programa permitir¨¢ al menos tener 12.000 litros de agua para miles de familias en esta franja de extrema pobreza
Hace 25 d¨ªas que Erlin Romero no come carne. Recuerda la fecha porque fue en el cumplea?os de su madre. Desde entonces, su dieta ha consistido en frijoles y tortillas de ma¨ªz. Es el men¨² diario ¡ªdesayuno, almuerzo y cena¡ª para buena parte de los habitantes del corredor seco de Guatemala, una franja que atraviesa el centro del pa¨ªs donde m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n vive en extrema pobreza.
El invierno est¨¢ terminando en la regi¨®n y la lluvia no ha llegado en tiempo y forma. En los primeros meses no hubo ni rastro de agua, as¨ª que los cultivos no consiguieron medrar. Y las precipitaciones se concentraron como tormentas tropicales en las ¨²ltimas semanas de la estaci¨®n h¨²meda; fue demasiado tarde para hacer crecer las plantaciones y, a¨²n peor, pudrieron lo poco que creci¨®. Es una tendencia que va a peor desde 2009. En los dos ¨²ltimos a?os se calcula que se han perdido entre el 70% y el 80% del ma¨ªz y el frijol.
Los seis meses de verano que comienzan en noviembre ser¨¢n duros. Sin cosecha no hay comida. Incluso las tortillas y los frijoles que la mayor¨ªa de las familias toman tres veces al d¨ªa peligran. Romero, que vive en Chisp¨¢n Jaral, una aldea de San Juan de Ermita, en Chiquimula, dice que en tiempo de carencia prescinden de la legumbre, que es lo primero que suele escasear y restringen la dieta a tortillas de ma¨ªz, que aderezan con sal y quiletes, unas hierbas que aportan algo de sabor. Tambi¨¦n tiran de otras plantas de maicillo, un pariente del ma¨ªz de grano m¨¢s fino. Aunque tratan de ayudarse entre ellos, seg¨²n le vaya a la familia, lo m¨¢s probable es prescindir de alguna de las tres comidas del d¨ªa.
¡ª?No prueban la fruta?
¡ªDe vez en cuando, bananos y naranjas, pero solo en temporada.
¡ª?Huevos?
¡ªSi tienes alguna gallina, de vez en cuando pone y lo aprovechas. Yo tengo dos.
¡ª?Carne?
¡ªTratamos de guardar dinero para comprar algo en fechas se?aladas.
¡ª?Leche?
¡ªNo.
En general, la mayor¨ªa de los hogares no cuenta con ingresos, o son m¨ªnimos. En esta zona promedian 1.500 quetzales per c¨¢pita al a?o (algo m¨¢s de 150 euros). Sobreviven de la agricultura de subsistencia que complementan con los exiguos jornales que los hombres llevan a casa en las campa?as del caf¨¦. Tras el fracaso de sus cultivos, la mayor¨ªa de ellos ¡ªlas mujeres suelen quedarse a cargo de la familia¡ª abandonar¨¢ el hogar en noviembre y diciembre para conseguir alg¨²n dinero que les permita pagar las tierras que cultivan ¡ªgeneralmente alquiladas¡ª y sobrevivir hasta la pr¨®xima cosecha.
En los dos ¨²ltimos a?os se calcula que se han perdido entre el 70% y el 80% del ma¨ªz y el frijol en el corredor seco
La consecuencia de esto, m¨¢s all¨¢ de la misera que obliga a la mayor¨ªa a vivir en casas de madera, techos de hojas de palma y suelos de tierra, es la desnutrici¨®n cr¨®nica. En el pa¨ªs afecta casi a la mitad de los ni?os, al 80% de los ind¨ªgenas, seg¨²n datos de Unicef. Esto es un lastre que les acompa?ar¨¢ toda la vida, impidiendo un desarrollo normal de sus habilidades f¨ªsicas y cognitivas.
Otro problema recurrente en el verano es el agua. La potable, por lo general, no llega a cada casa, pero s¨ª suelen tener cerca un grifo que comparten entre varios hogares y les aporta suministro durante el invierno. Pero en la ¨¦poca seca que ahora comienza el l¨ªquido deja de brotar cuando se abre la llave y las mujeres se encargan de buscarlo a peque?os manantiales que suelen quedar m¨¢s lejos cuanto m¨¢s avanza el est¨ªo.
Sandy Selena L¨®pez, de 23 a?os, cuenta que casi la mitad del d¨ªa se les va en conseguir agua. ¡°Si es con los chorritos p¨²blicos, nos vamos turnando y hay que hacer cola para llenar los cantaritos y lavar la ropa. Eso en invierno, en verano buscamos en arroyos¡±, relata esta vecina de Moj¨®n, una aldea cercana a Chisp¨¢n Jaral.
Este verano estas dos aldeas y otras 23 comunidades (15.000 personas) de Chiquimula no tendr¨¢n ese problema. Desde hace tres meses en las viviendas lucen dos enormes tanques de pl¨¢stico negro con capacidad para 6.000 litros cada uno que recolectan las precipitaciones mediante un tejado de cinc que canaliza el agua. Es parte de un programa que ech¨® a andar hace una d¨¦cada y que se ha materializado ahora con una financiaci¨®n de 100 millones de d¨®lares (88 millones de euros): la mitad donados por la Cooperaci¨®n Espa?ola y la otra, procedente de un pr¨¦stamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ha hecho posible la log¨ªstica para este reportaje. En total, los sistemas de agua potable y saneamiento beneficiar¨¢n a m¨¢s de 180.000 personas.
En general, la mayor¨ªa de los hogares no cuenta con ingresos, o son m¨ªnimos. En esta zona promedian 1.500 quetzales per c¨¢pita al a?o (algo m¨¢s de 150 euros)
Alexander Ram¨ªrez, consultor del BID en el proyecto, explica que la prioridad eran alternativas distintas de los aljibes. ¡°Las soluciones de agua cuestan un promedio de 1.500 d¨®lares (1.300 euros) por vivienda, esta [empleada en Chiquimula] ha salido por m¨¢s del triple. Pero los suelos eran muy rocosos y no hab¨ªa otra manera¡±, asegura. Los dep¨®sitos van acompa?ados de letrinas en cada hogar, una comodidad de la que todos ellos carec¨ªan hasta la fecha. ¡°Hac¨ªamos nuestras necesidades al aire libre. En invierno, con la vegetaci¨®n, era m¨¢s f¨¢cil resguardarse, pero en verano, cuando todo se seca, resulta m¨¢s complicado¡±, cuenta Andr¨¦s Guti¨¦rrez, del caser¨ªo (diseminado) El Boro, en la aldea La Libertad.
Pero no se trata solo de tapar las verg¨¹enzas mientras se evac¨²a; es un problema de salud. La defecaci¨®n al aire libre atrae moscas a los alrededores y fomenta el contagio de enfermedades y la perpetuaci¨®n de diarreas y v¨®mitos, que agravan a¨²n m¨¢s los problemas de desnutrici¨®n que sufren estas poblaciones.
El proyecto trae consigo un programa de educaci¨®n mediante el cual se imparten talleres de salud, derechos humanos, igualdad de g¨¦nero y uso racional del agua. Porque los 12.000 litros han de durar durar los seis meses de verano: 66 litros al d¨ªa por familia. En Espa?a, una sola persona gasta de promedio justamente el doble. Un hogar con cuatro miembros consumir¨ªa los tanques en 22 d¨ªas.
Para construir las infraestructuras, las propias familias aportaban el trabajo de mano de obra no cualificada. ¡°Es tambi¨¦n una forma de que lo sientan como propio, que no sea algo que les ponen desde fuera, explica Edgar Garc¨ªa, que forma parte del componente de gesti¨®n social y fortalecimiento municipal dentro del programa. De hecho, el proyecto nace de abajo arriba. De una demanda de soluciones para el agua que muchos de estos municipios ven¨ªan reclamando desde hace a?os. ¡°Hemos pasado por muchas dificultades para la implementaci¨®n. Ya nadie se cre¨ªa que esto fuera a llegar. Pero aqu¨ª est¨¢. Y todo el mundo feliz¡±, relata Garc¨ªa.
Durante unas semanas, los talleres han ense?ado a los vecinos a usar y mantener los aljibes y a usar las letrinas, algo a lo que no estaban acostumbradas estas comunidades. Las hay de dos tipos: unas cuentan con un peque?o pozo ciego y las otras tienen un dep¨®sito donde las heces se acumulan y secan para generar abono org¨¢nico. ¡°Estas ¨²ltimas requieren m¨¢s mantenimiento. Estamos todav¨ªa trabajando en capacitar a los vecinos, pero lleva su tiempo. La idea es que cuando nosotros nos vayamos hayamos empoderado a las comunidades¡±, contin¨²a Garc¨ªa.
Lo que es seguro es que el verano que llega ser¨¢ duro para estas poblaciones rurales. Pero al menos tendr¨¢n 12.000 litros de agua para hacerle frente.
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