Ser ni?o en...
Menores de edad de diversos pa¨ªses cuentan en primera persona c¨®mo les afecta vivir en pleno conflicto
Makila y Diomercy son de Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Rasha, de Afganist¨¢n. Zamir, de Afganist¨¢n. Bidoor, de Siria. Y Rachida, de Myanmar. Los separan miles de kil¨®metros, pero tienen algo en com¨²n: son supervivientes de los diversos conflictos que azotan sus pa¨ªses de origen. Algunos desde campos de refugiados, otros desde hospitales donde reciben tratamiento, otros desde su propia casa o incluso desde las calles que han convertido en hogar a la fuerza... Todos ellos han aportado sus testimonios en primera persona para explicar las circunstancias que est¨¢n atravesando y dar ejemplo de por qu¨¦ el impacto de las guerras no debe medirse con n¨²meros y porcentajes sino escuchando historias como las suyas. Cooperantes de M¨¦dicos Sin Fronteras de todo el mundo han recogido el testigo.
Ser ni?o en Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo
Makila, siete a?os
Makila, de siete a?os, de pie delante del hospital de Tshikapa, en la regi¨®n congole?a de Kasai, asolada por la guerra, el hambre y la inseguridad. Le dispararon dos veces, en el brazo izquierdo y en el pie, en Bela Matala, cuando estaba en el campo con su hermana mayor. Los hirieron a los dos. La madre de Makila, Mado Munda (en segundo plano), camin¨® todo el d¨ªa con los dos ni?os para llegar al hospital de Tshikapa, donde MSF practica operaciones quir¨²rgicas gratuitas en casos de emergencia como este. Por desgracia, no le pudieron salvar el brazo izquierdo; los da?os eran demasiado graves y hubo que amput¨¢rselo.
¡°Me da mucha l¨¢stima verlo as¨ª, y me preocupa su futuro. Ahora nos quedaremos en Tshikapa, porque tenemos demasiado miedo de volver a casa¡±, explica Mado Munda.
Diomercy, 18 a?os
Diomercy es un muchacho de 18 a?os que lleva m¨¢s de ocho viviendo en las calles de Goma. En 2002, la erupci¨®n del volc¨¢n Nyiragongo en esta ciudad caus¨® un desplazamiento masivo de poblaci¨®n, dejando a muchas familias sin vivienda. Tras la erupci¨®n, miles de habitantes se quedaron sin alimentos, atenci¨®n sanitaria o ayudas para reconstruir sus casas. Como consecuencia de ello, Diomercy fue abandonado y tuvo que labrarse solo su futuro. ¡°Me siento realmente se?alado cuando me llaman maibobo (ni?o callejero) porque yo no quer¨ªa acabar en la calle. En mi vida, me gustar¨ªa caminar por ellas y que me apreciasen y respetasen¡±.
Erik, 16 a?os
Erik, de 16 a?os, vive en las calles de Goma desde hace seis. ¡°Me obligaron a llevar un Kalashnikov a los 10 a?os. Ten¨ªa a mi cargo a mi hermana peque?a. Cuando llegu¨¦ aqu¨ª a Goma, el conflicto a¨²n no hab¨ªa terminado. Yo ten¨ªa solo 13 a?os y durante un tiempo viv¨ª con mi abuela, pero ella no ten¨ªa medios para mantenerme. Ahora me busco la vida en la calle, aunque me gustar¨ªa seguir estudiando y ayudar a mis hermanos. MSF me ayud¨® porque estaba muy enfermo. Mis amigos me hablaron del servicio de MSF y tuve suerte. Sin embargo, sigo pensando en mi futuro¡±. Cuando Erik fue remitido al hospital ten¨ªa una herida gravemente infectada y se le diagnostic¨® septicemia.
Francine, 16 a?os
Francine (nombre ficticio) tiene 16 a?os. Mataron a sus padres durante la guerra en Kigali (Ruanda) y ella se encontr¨® sola en las calles. ¡°Viv¨ªa en el barrio de Birere, y all¨ª conoc¨ª a un grupo de chicas que me ayudaron al principio, porque no ten¨ªa d¨®nde ir, as¨ª que dorm¨ªa en su casa. Pens¨¦ que la ¨²nica forma de sobrevivir y ganar algo de dinero era prostituirme en las calles. No quer¨ªa hacerlo. Empec¨¦ a ir a restaurantes de la ciudad. All¨ª encontraba algo de dinero o comida, y me lavaba en el lago. Por la noche dorm¨ªa en coches. Siempre pensaba en mi familia y por la noche lloraba porque no me gustaba mi vida. Una noche, un chico me viol¨® y me contagi¨® el VIH. Un amigo me habl¨® de MSF. Hoy tengo un sitio para dormir y tratamiento gracias a ellos. Si no lo tuviera, no s¨¦ qu¨¦ habr¨ªa pasado. ?Para mi futuro? Me gustar¨ªa seguir estudiando. Estoy bien de salud porque sigo el tratamiento¡±.
Ser ni?o en... Eritrea
Ephraim, 17 a?os
Ephraim, de 17 a?os, y su madre Afu, de 49, son de Eritrea. Est¨¢n incluidos en el programa de salud mental para los refugiados establecido por MSF en la regi¨®n de Tigray. ¡°Sal¨ª de Eritrea en 2015, hace tres a?os porque las condiciones de vida eran muy dif¨ªciles. Ten¨ªamos una tienda, pero no sac¨¢bamos dinero suficiente para la comida y el alquiler. Yo estudiaba noveno y sab¨ªa que pronto tendr¨ªa que hacer el servicio militar. En Eritrea todo el mundo hace el servicio militar como parte de su educaci¨®n. Solo te dan el pasaporte si lo terminas el servicio militar, pero nunca sabes cu¨¢ndo ser¨¢. Para algunos nunca acaba, y mientras est¨¢s en el Ej¨¦rcito no te pagan. Yo ten¨ªa claro que no ten¨ªa futuro y decid¨ª irme.
Me fui a Sud¨¢n con la ayuda de traficantes para intentar llegar a Libia. El viaje por el desierto duraba 13 d¨ªas. Viaj¨¢bamos en camiones, cada uno de ellos con unos 120 pasajeros. Todos ten¨ªamos mucha hambre y sed. Enseguida me debilit¨¦ mucho. Al cabo de siete d¨ªas, nos detuvimos para esperar suministros, pero entonces lleg¨® la polic¨ªa sudanesa y nos llevaron a una c¨¢rcel cercana (Dungula). Nos tuvieron all¨ª dos o tres semanas, y despu¨¦s yo acab¨¦ con otros chicos en una prisi¨®n de Jartum, donde tres semanas despu¨¦s recibimos la visita de representantes de la embajada eritrea. Prometieron conseguir que nos liberasen. Pero era mentira, al cabo de otras tres semanas regresaron y nos devolvieron a Eritrea, a otra c¨¢rcel.
Me tuvieron en la prisi¨®n militar de Hashfarai un mes y tres semanas. Ah¨ª empec¨¦ a enfermar. Dej¨¦ de comer, me aisl¨¦, dej¨¦ de hablar y no hac¨ªa nada. Entonces fue cuando llamaron a mi madre y le dijeron que me liberar¨ªan si ella garantizaba que no volver¨ªa a salir del pa¨ªs. Si yo me iba, ella tendr¨ªa que pagar al Estado 50.000 nakfas (en la actualidad, m¨¢s de 2.800 euros). Tras dos semanas con mi madre, intent¨¦ cruzar a Etiop¨ªa. Los soldados me atraparon en la frontera, me dieron una paliza enorme y me devolvieron a la c¨¢rcel, donde las heridas de la paliza empeoraban, pero no recib¨ª ayuda m¨¦dica hasta que las cosas se pusieron muy mal. Entonces me mandaron al hospital. Me atendieron y me devolvieron a la c¨¢rcel.
Transcurri¨® otro mes hasta que me liberaron. Mi padre, que est¨¢ en el Ej¨¦rcito, junto con el sacerdote y los l¨ªderes comunitarios de nuestra zona, hab¨ªa rogado que me liberasen. Mi familia pag¨® los 50.000 nakfas y me enviaron a casa. Tuvieron que prometer volver a pagar si yo volv¨ªa a intentar huir del pa¨ªs. Todos los meses ten¨ªa que ir a la base militar y firmar para confirmar que segu¨ªa en Eritrea. Lo hice durante tres meses, pero despu¨¦s intent¨¦ escapar de nuevo con tres amigos m¨ªos que tambi¨¦n quer¨ªan salir del pa¨ªs. Conseguimos llegar a Etiop¨ªa a las tres de la ma?ana del 19 de noviembre de 2016. Los soldados que patrullaban la frontera dispararon contra nosotros, pero fallaron. Al llegar a Etiop¨ªa me qued¨¦ en el centro de recepci¨®n de Endabuguna durante tres semanas, y despu¨¦s me enviaron al campamento de Hitsats. A mis amigos los enviaron a otros campamentos. Mi madre decidi¨® irse tambi¨¦n de Eritrea. Cinco meses despu¨¦s, nos reunimos en Hitsats.
He seguido teniendo pesadillas hasta hace poco. No pod¨ªa dormir y estaba irritado todo el tiempo. Mi madre lleg¨® con tres de mis hermanos y mis tres sobrinos, una ni?a y dos ni?os. Son los hijos de mi hermana. Ahora ella est¨¢ en Alemania y ha pedido la reagrupaci¨®in familiar, para que puedan irse con ella. Me alegr¨® estar con todos ellos, pero mis pesadillas y mi rabia no desaparecieron. Entonces, un d¨ªa, mi madre me llev¨® al centro de salud de MSF, donde empez¨® a verme un terapeuta. Ahora voy mucho mejor. Ya no estoy furioso y no tengo pesadillas. Ya no veo gente dispar¨¢ndome. Mi nivel de estr¨¦s tambi¨¦n ha bajado. En el campamento no hay mucho que hacer. Realmente me gustar¨ªa volver a estudiar y labrarme un futuro. En Eritrea no hab¨ªa futuro, y en este campamento es m¨¢s o menos lo mismo. Espero que podamos irnos a un lugar en el que tenga libertad para decidir qu¨¦ hacer con mi vida¡±.
Ser ni?o en... Rep¨²blica Centroafricana
Chancelle, 12 a?os
Chancelle, de 12 a?os, est¨¢ en quinto, y vive en un campamento para desplazados internos, en Bambari. Estaba con sus abuelos cuando la milicia Seleka atac¨® la aldea. ¡°Mataron a familias enteras, y por eso nos ocultamos en los matorrales con otros 20 vecinos. Dorm¨ªamos en colchones hechos de hojas y com¨ªamos lo que encontr¨¢bamos¡±. Tiempo despu¨¦s logr¨® reunirse con su madre en el campo de refugiados. M¨¢s adelante, a Chancelle le gustar¨ªa ser enfermera.
Ser ni?o en... Yemen
Aya Omar, 10 a?os
Aya Omar, de 10 a?os, perdi¨® la pierna cuando un grupo armado arroj¨® una bomba en la casa familiar. Ella dorm¨ªa junto a sus cuatro hermanos y hermanas cuando ocurri¨®, pero fue la ¨²nica herida. La llevaron directamente al hospital de MSF en Aden, donde fue amputada.
Tres meses despu¨¦s, sigue visitando el departamento de fisioterapia del hospital para fortalecer los m¨²sculos, como fase previa a la obtenci¨®n de la pr¨®tesis. ¡°Siempre me ilusiono cuando mi madre me dice que vamos a la sesi¨®n de fisioterapia. Estoy m¨¢s fuerte que despu¨¦s de la operaci¨®n. Voy sola a la tienda y juego delante de la casa¡±, dice Aya. La ni?a sue?a con ser m¨¦dica y quiere ayudar a mejorar a las personas heridas en Yemen, porque le gusta ver a las personas sanar y ser capaces de seguir con su vida.
Ser ni?o en... Irak
Rasha, 11 a?os
Rasha, de 11 a?os, viv¨ªa en Mosul, pero huy¨® de la ciudad con la familia cuando mataron a su t¨ªo y los enfrentamientos entre el Estado Isl¨¢mico (EI) y el Ej¨¦rcito iraqu¨ª se intensificaron. En el campamento, la ni?a experimentaba un miedo constante debido a los sucesos traum¨¢ticos que hab¨ªa presenciado. Cuando estaba el EI (Ej¨¦rcito Isl¨¢mico), en nuestra casa y en la del vecino entraron balas y metralla. Mi madre temi¨® por nosotros, as¨ª que nos fuimos a casa de mi t¨ªo (Al¨ª). Pasamos la noche con ellos¡±, recuerda Rasha. ¡°Al d¨ªa siguiente, quer¨ªamos irnos a otra casa. Cuando salimos por la puerta delantera, un francotirador empez¨® a dispararnos. Nos escondimos en la cocina. Entonces mi padre grit¨® ¡°Al¨ª, Al¨ª, Al¨ª¡±. No respondi¨®. Mi padre sali¨® y vio a mi t¨ªo muerto cerca del coche. Me qued¨¦ angustiada y traumatizada¡±.
Rasha ha recibido ayuda de Raz y otros psic¨®logos de MSF para manejar y superar su miedo. Esta ONG trabaja en Irak desde 1991 y proporciona atenci¨®n primaria y especializada, incluyendo la salud mental. ¡°Mi vida en el campamento es buena y ahora estoy mejor¡±, dice. Me han curado del miedo que sent¨ªa por lo que hab¨ªa visto con el EI. Ahora soy como antes. Como era antes de que llegase el EI¡±.
Awad, 12 a?os
Awad, de 12 a?os, fue herido por un explosivo que qued¨® de la guerra, cuando jugaba junto a su casa, en Mosul. En el accidente perdi¨® parte de las dos piernas. Ha acudido al hospital para someterse a una nueva operaci¨®n que le permita llevar pr¨®tesis y volver a ponerse de pie. ¡°Estoy deseando poder andar. Soy el ¨²nico de la familia que todav¨ªa no va al colegio, porque el edificio no es accesible. Quiero estudiar medicina y tratar a personas como yo¡±, dice.
Anas, 12 a?os
Anas, de 12 a?os, recibe en la actualidad tratamiento en el ¨¢rea de atenci¨®n postoperatoria de MSF de Mosul oriental, al norte de Irak, porque se le han infectado las escaras que se le forman por no poder moverse. Durante el conflicto entre el Estado Isl¨¢mico (EI) y las fuerzas iraqu¨ªes, una metralla le alcanz¨® la espina dorsal y ya no puede andar.
¡°Est¨¢bamos sentados fuera, y una granada de mortero salida de la nada cay¨® en medio de la calle¡±, explica. ¡°Hab¨ªa muertos y heridos. Yo ca¨ª detr¨¢s de algo as¨ª como una mesa. Me arrastr¨¦ por la calle hasta que lleg¨® la ambulancia¡±, relata. ¡°Despu¨¦s de que me hiriesen, me sent¨ªa verdaderamente frustrado y aburrido, en especial al principio, cuando ve¨ªa jugar a mis amigos. Pero despu¨¦s aprend¨ª a no sentirme as¨ª¡±.
Ser ni?o en... Myanmar
Abdul Sala, 16 a?os
Abdul Sala es un rohinya de Myanmar de 15 a?os, refugiado en un campamento del sureste de Banglad¨¦s. Consigui¨® huir cuando su aldea fue atacada por las fuerzas de seguridad de Myanmar, el 25 de agosto de 2018.
Rachida, ocho a?os
MSF
Rachida, de ocho a?os, es la hija peque?a de Sara y Abu Ahmad. Huy¨® a Banglad¨¦s con su hermana Shafika, de 16 a?os, y su hermano Roman, de 12. Est¨¢ contenta de haber encontrado por fin a sus padres y a su hermana Rukia, pero expresa incertidumbre acerca del futuro de todos.
Ser ni?o en... la ruta migratoria del Mediterr¨¢neo
Madi, 15 a?os
Madi, un chico maliense de 15 a?os que viaja solo, se sincer¨® con la comadrona de MSF despu¨¦s de que le robasen la bolsa. ¡°En Mali iba a la escuela primaria y trabajaba en una granja. Pagu¨¦ para llegar a Libia y sal¨ª del pa¨ªs en un cami¨®n grande con otras 61 personas. Primero fui de Mali a Argelia y despu¨¦s a Libia. En ese pa¨ªs estuve en la c¨¢rcel y me pegaban a menudo en las plantas de los pies y en todo el cuerpo. La comida era mala y el trato mal¨ªsimo, era como una c¨¢rcel enorme, con tejado de metal y sin ventanas. Solo una puerta y la poca luz solar que lograba entrar por los laterales del tejado. Los bandidos dirig¨ªan la prisi¨®n, ¡ªque no s¨¦ c¨®mo se llama porque no hab¨ªa carteles¡ª, con pistolas peque?as y rifles grandes. Vi cad¨¢veres. Mor¨ªan de hambre o de enfermedad. El primer d¨ªa del Ramad¨¢n me metieron en esa c¨¢rcel y all¨ª me apuntaron con un arma para que les diese dinero. Les pagu¨¦ para poder escapar.
Mi padre est¨¢ en Francia, lleva all¨ª ocho a?os. Tengo su n¨²mero de tel¨¦fono escrito en la mano. Habl¨¦ con ¨¦l cuando estaba en Mali y me dijo que no hiciera este viaje, pero le dije que quer¨ªa venir. Mi padre me advirti¨® de que era demasiado peligroso, pero decid¨ª hacerlo. ?l no sabe que hice el viaje por mar. ?De qu¨¦ otra forma pod¨ªa venir?¡±
Ser ni?o en... Bosnia
Zamir, 11 a?os
Zamir, de 11 a?os, es de Kabul, Afganist¨¢n. ?l, su madre, su padre y sus cuatro hermanos han intentado 11 veces cruzar la frontera entre Bosnia y Croacia, sin lograrlo. Quieren llegar a Francia. Teme hacerse mayor sin tener una educaci¨®n, no solo por ¨¦l sino tambi¨¦n por sus dos hermanos m¨¢s peque?os que est¨¢n creciendo y no van al colegio.
La familia, de siete miembros, se ha quedado con un solo tel¨¦fono m¨®vil. Zamir cuenta que la polic¨ªa les ha robado o destruido los dem¨¢s. Salieron de Afganist¨¢n hace tres a?os.
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