Perdona, mam¨¢, por haberte llevado al l¨ªmite
La obra ¡®Mam¨ªfera¡¯, de la dramaturga argentina Sol Bonelli, muestra c¨®mo la maternidad trastoca la vida de las mujeres y las lleva a situaciones extremas
La oscuridad llena la escena. Y, de fondo, se escucha una canci¨®n de cuna: una mujer acaba de tener un beb¨¦. Ahora es madre y esa palabra lo llena todo. Mam¨ªfera, el mon¨®logo de la dramaturga argentina Sol Bonelli, sube al escenario el significado de mam¨¢ y no se deja ninguna acepci¨®n. Es m¨¢s, hace hincapi¨¦ en las m¨¢s controvertidas: las consecuencias del parto en el cuerpo; la dificultad para conciliar; la falta de sue?o o el hecho de tener que hacer todo con una mano porque la otra la secuestra el beb¨¦ a golpe de biber¨®n. La actriz Alejandra D'Agostino, coautora de la obra, encarna esta visi¨®n ¡°desmitificada¡± de la maternidad, m¨¢s ¡°realista y creativa¡±, seg¨²n cuenta la propia Bonelli, quien la ha llevado a Madrid, a Matadero, tras triunfar en Argentina.
La obra induce a pedir perd¨®n a las madres solo por nacer y llevarles a esas situaciones extremas que Bonelli, madre como D¡¯Agostino, anhelaba expresar. Todo porque la realidad que se encontraron ambas tras el parto, seg¨²n cuenta la dramaturga, ¡°no es la versi¨®n oficial que ten¨ªan de la maternidad¡±. Por ello se han decidido a hablar del lado negro de tener un hijo. ¡°Parece que una solo puede agradecer ser madre, es como si no se pudiera hablar mal de esto. Y hay momentos en los que a una le gustar¨ªa escapar¡±, cuenta Bonelli. Como le ocurre en la primera escena a esa mam¨¢ que quiere huir del dolor que le ocasiona la cicatriz del vientre; una marca grande y gruesa que, recuerda Flor Mar¨ªa Trujillo, puede terminar siendo una cicatriz abultada, abrupta y ros¨¢cea.
Bonelli cuenta que el puerperio es dramat¨²rgicamente muy rico y facilita situaciones teatrales que se han alimentado a base de conversaciones c¨®mplices con otras madres. Eso es Mam¨ªfera, una intimidad compartida con el p¨²blico. Como la que exhibe D¡¯Agostino en la escena en la que discute con una braga posparto, ese pedazo de tela ajustado que llega casi hasta la barbilla, y que se tiene que poner si quiere controlar la regla m¨¢s larga del mundo. O lo que es lo mismo, el sangrado natural que se produce durante casi 20 d¨ªas despu¨¦s de dar a luz.
La dramaturga recrimina la soledad que sienten algunas mujeres en esta etapa. ¡°Un sentimiento que nace de la falta de comprensi¨®n de la sociedad, que exige que seas la misma de antes y la mejor madre, algo contradictorio¡±, se queja. ¡°La sociedad ha construido a la supermam¨¢, pero esta no existe¡±, advierte Bonelli, quien pretende que la maternidad sea algo elegido y no ¡°un mandato social¡±. En el contexto argentino, sigue, ¡°90 d¨ªas despu¨¦s del parto las mujeres tienen que cumplir con el jefe, estar en forma, tener la casa ordenada y vestir bien al beb¨¦¡±, lamenta. Y, adem¨¢s, en la cama con la pareja cuando ni se acuerdan de lo que es el sexo.
Todo eso se vive en el escenario hasta que de repente, ?Pam! La madre se pone a bailar con m¨²sica de fondo y luces que se encienden y apagan sin control. As¨ª es ¡°una de esas noches en las que el beb¨¦ no se duerme y llora cada vez m¨¢s, como una centrifugadora que te cabrea¡±, explica la dramaturga. Y eso que la madre de Mam¨ªfera ha querido serlo, pero Bonelli enseguida se pregunta c¨®mo se deben vivir los aspectos negativos de la maternidad cuando esta no es elegida: ¡°No quiero imaginarme a lo que te enfrenta la sociedad cuando tienes que elegir entre ser madre sin quererlo o afrontar el riesgo de morir en un aborto clandestino¡±. Piensa en sus compatriotas, que viven en un pa¨ªs donde la interrupci¨®n del embarazo contin¨²a siendo ilegal.
Al final, separarse del beb¨¦ es lo m¨¢s dif¨ªcil porque ¡°somos animales y es muy importante el v¨ªnculo durante el primer a?o¡±, sostiene Bonelli. En la ¨²ltima escena, la madre deja angustiada a su hijo en la guarder¨ªa para volver al trabajo porque asegura que ¡°la sociedad no acompa?a a quienes son madres y tienen sus propios deseos y carrera¡±. De modo que el ni?o se queda con las cuidadoras, pero la dramaturga no duda: nunca suplen el papel de la madre. ?Y los abuelos? ¡°El tejido social que permite la crianza se ha desarmado. Esto sumado a los desaf¨ªos de la maternidad es una bomba. Lo personal es pol¨ªtico cuando le pasa a muchas y crear ese paradigma de reflexi¨®n es fundamental¡±, comenta la dramaturga. Es lo que intenta con Mam¨ªfera.
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