Arboricidios
Un grupo de vecinos de Barcelona se organiza para salvar de la tala una encina de 250 a?os
Aquella ma?ana, bien temprano, los vecinos comenzaron a o¨ªr el ruido de una moto sierra. No es un sonido que sea habitual en ciudad, por eso el ruido los alert¨®. Enseguida se dieron cuenta de que unos operarios estaban talando primero un cedro, despu¨¦s una palmera, luego un pino, los tres de unos cien a?os de vida y en perfecto estado de salud, del jard¨ªn y las casitas cercanas. Todos sintieron que algo se encog¨ªa en sus est¨®magos.
Cuando se tala un ¨¢rbol, sobre todo en lugares en los que andamos faltos de ellos, la sensaci¨®n de p¨¦rdida es enorme. Estamos predispuestos de forma gen¨¦tica a que exista esta conexi¨®n. Los vecinos actuaron r¨¢pido e impidieron que la tala continuara con una encina de m¨¢s de 250 a?os. Hasta el mismo operario, al comprobar la reacci¨®n vecinal, les pidi¨® ayuda para no tener que talarla.
Las asambleas re¨²nen a vecinas que compart¨ªan barrio y no se conoc¨ªan y as¨ª vuelve la comunidad
Esto pas¨® hace unas semanas en el barrio de Gracia de Barcelona y poco a poco la lucha por salvar la Encina y las casitas de la calle Encarnaci¨®, que deb¨ªan ser derruidas, ha ido tomando fuerza. Vecinas ornit¨®logas recopilan valiosa informaci¨®n sobre los p¨¢jaros que han hallado refugio en la encina: una lechuza, que ya estaba antes, y ahora tambi¨¦n un mirlo, carboneros, petirrojos, alguna t¨®rtola turca y un mosquitero com¨²n.
Al cortar los ¨¢rboles algunos nidos de p¨¢jaros se han encontrado de repente en el suelo, entre las ramas. Se comparten conocimientos sobre nuevos estudios que nos muestran c¨®mo los troncos y las ramas de los ¨¢rboles se contraen y expanden para ¡°bombear¡± agua desde las ra¨ªces hasta las hojas, de manera similar a la forma en que nuestro coraz¨®n bombea sangre a trav¨¦s de nuestros cuerpos: por lo tanto los ¨¢rboles tambi¨¦n tienen coraz¨®n.
Alguien recuerda que la encina cumpl¨ªa 10 a?os cuando Mozart compuso la Flauta M¨¢gica. Otras improvisan talleres para los m¨¢s peque?os, que quieren jugar haciendo caba?as con las ramas cortadas. Entonces reflexionan sobre el sentido que tiene preservar estos peque?os oasis urbanos, lugares cada vez m¨¢s fr¨¢giles, con vegetaci¨®n madura y ¨¢rboles centenarios que son oasis de biodiversidad. Los parques infantiles que nos han vendido no son para nada lo mismo. ?Y qu¨¦ mejor que desde peque?os podamos jugar directamente con la naturaleza? As¨ª deber¨ªa poder ser tambi¨¦n en ciudad.
El movimiento #salvemlalzina se ha hecho cada vez mayor y reclama el conjunto, es decir la encina y las casitas que agrupan el jard¨ªn, porque identifican una forma de ciudad muy diferente a ese colonialismo del tocho al que nos quieren hacer acostumbrar. Proponen que las casitas se restauren y se conviertan en lugar social o talleres para j¨®venes que necesitan con urgencia espacios de vida.
Una tarde se celebra baile de swing en el jard¨ªn, la otra se alzan ¡°castellers¡± junto a la encina. Las asambleas re¨²nen a vecinas que compart¨ªan barrio y no se conoc¨ªan y as¨ª vuelve la comunidad. El objetivo es claro: proteger y reivindicar el lugar con su patrimonio arquitect¨®nico y natural, en peligro a causa de la especulaci¨®n, para que se convierta en beneficio p¨²blico.
En el barrio ahora la comunidad creativa dise?a, fotograf¨ªa, pinta, investiga y escribe sobre la encina y las casitas. Atravesar la calle bajo la copa de ese ¨¢rbol bicentenario se ha convertido en ritual, por eso tantas personas sienten que con su muerte desaparecer¨ªa gran parte de su infancia y la de sus hijos y la de sus nietos.
#salvemlalzina #DefensemlAlzinadeGracia #CasetesCarrerEncarnacio
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