El Pacto Mundial por las Migraciones le sienta bien al desarrollo
El lunes se firma en Marrakech un acuerdo esencial en la lucha contra la pobreza
El equipo que ha negociado durante dos a?os el Pacto Mundial por una Migraci¨®n Segura, Regular y Ordenada (PMM) debe estar contando las horas hasta que este sea formalmente ratificado el pr¨®ximo lunes por la ma?ana en la ciudad de Marrakech. A lo largo de los ¨²ltimos meses, un goteo constante de abandonos, que podr¨ªa no haber terminado a¨²n, ha ido minando el alcance de este acuerdo hist¨®rico, el primer esfuerzo real por establecer una gobernanza global de la movilidad humana. Si bien el rechazo de algunos disidentes ¨Ccomo EEUU, Hungr¨ªa e Israel¨Cno fue una sorpresa para nadie, otros pa¨ªses ¨Ccomo Australia, Austria, Eslovenia y, al menos en parte, B¨¦lgica¨C formalizan con esta decisi¨®n una deriva pol¨ªtica abiertamente antinmigraci¨®n. En el caso de la UE, donde este tema asusta incluso en pa¨ªses firmemente comprometidos como Alemania, la falta de consenso complicar¨¢ mucho en el futuro la involucraci¨®n de las instituciones comunitarias y diluir¨¢ la influencia del Pacto en la pol¨ªtica migratoria com¨²n.
Solo el car¨¢cter excepcional del tiempo que nos ha tocado vivir explica que un acuerdo no vinculante, estrictamente cooperativo y demasiado abierto despierte esta cautela patol¨®gica en naciones que hasta hace cuatro d¨ªas se esforzaban por construir mecanismos similares en el ¨¢mbito del comercio, el cambio clim¨¢tico o la justicia penal universal.
Para ser claros, el hecho de que el PMM no tenga ¡°dientes¡± legales no quiere decir que sea irrelevante. En absoluto. Su aprobaci¨®n constituye la primera piedra de un sistema que debe optimizar el complicado equilibro de riesgos y oportunidades asociado a la movilidad humana. Un r¨¦gimen migratorio del siglo XXI para un tema que nos define como sociedad global contempor¨¢nea.
Pocos asuntos importan m¨¢s en este desaf¨ªo que el de su impacto sobre el desarrollo, una perspectiva desatendida hasta ahora. Consideren, para empezar, su papel en la financiaci¨®n de las econom¨ªas pobres. Las remesas de los emigrantes alcanzaron en 2017 los 466.000 millones de d¨®lares, triplicando en volumen la financiaci¨®n que reciben los pa¨ªses en desarrollo a trav¨¦s de los programas de ayuda. Incluso en el caso de los pa¨ªses de ingreso bajo (los m¨¢s pobres, cuyos ciudadanos emigran menos y a destinos menos ¡®rentables¡¯), la financiaci¨®n procedente de las remesas iguala pr¨¢cticamente los flujos de la ayuda.
Pero los beneficios de la emigraci¨®n en el esfuerzo global contra la pobreza y la desigualdad van mucho m¨¢s all¨¢: para casi 270 millones de personas, la posibilidad de desplazarse de un punto A m¨¢s pobre a un punto B m¨¢s rico constituye posiblemente el mecanismo m¨¢s r¨¢pido para multiplicar sus oportunidades de ingreso y las expectativas vitales de las generaciones que les sucedan. Cuando este proceso se produce en el contexto de programas seguros y orientados al desarrollo, los beneficios para los emigrantes y sus pa¨ªses de origen se multiplican en forma de transferencias de conocimiento, impulso de valores democr¨¢ticos, reformas institucionales y circularidad.
Algunos ¨Cdemasiado pocos¨C centros de investigaci¨®n como el Overseas Development Institute (ODI), el Center for Global Development o el Mckinsey Global Institute se han ocupado en los ¨²ltimos a?os de cuantificar estos beneficios y publicitar las numerosas buenas pr¨¢cticas que pasan desapercibidas. Un ejemplo reciente es el trabajo publicado antes del verano junto con el ODI y la London School of Economics, donde se documentaban hasta 231 experiencias de migraci¨®n temporal ordenada y capacitaci¨®n profesional de migrantes. Otras muchas propuestas abordan asuntos esenciales de este debate como la integraci¨®n de los inmigrantes, la adecuaci¨®n de los flujos a las necesidades de los mercados de trabajo, la soluci¨®n a riesgos potenciales como la ¡®fuga de cerebros¡¯ o la portabilidad de derechos sociales. O, no menos importante, entender mejor las verdaderas pulsiones de la movilidad humana y las pol¨ªticas que podr¨ªan regularla de forma m¨¢s justa e inteligente.
La raz¨®n por la que estos datos y argumentos no han logrado permear todav¨ªa el pensamiento estrat¨¦gico de las grandes agencias p¨²blicas y privadas del desarrollo constituye para m¨ª un misterio mariano. Pese a su magnitud humana, financiera e institucional, las migraciones internacionales han estado sometidas durante d¨¦cadas a un parad¨®jico abandono por parte de los expertos y organizaciones de lucha contra la pobreza. Es la consecuencia de un ¡°prejuicio sedentario¡± que entiende la movilidad como una respuesta indeseada a la miseria y no como un mecanismo de prosperidad en s¨ª mismo.
A pesar del extraordinario potencial de un r¨¦gimen migratorio m¨¢s flexible y seguro, la actividad de las agencias p¨²blicas de la cooperaci¨®n europea se ha centrado justo en lo contrario: construir una fantas¨ªa pol¨ªtica acerca de las ¡®causas ra¨ªz¡¯ de la emigraci¨®n y gastarse millonadas en proyectos de desarrollo destinados a evitar que la gente emigre. Pero ellos saben, como sabe cualquier estudiante de primero de econom¨ªa, que las migraciones son en realidad una consecuencia de cierto nivel de desarrollo y de las capacidades econ¨®micas y educativas asociadas a ¨¦l. Dicho de otro modo, no emigra el que quiere, sino el que puede. Y el que quiere y puede lo har¨¢ si los beneficios esperados compensan el coste econ¨®mico y personal del proyecto. As¨ª que todo este espect¨¢culo tan costoso es en realidad una forma de contentar a los gobiernos que van a colaborar en las pol¨ªticas de control migratorio, el ¨²nico asunto que interesa realmente a los Estados miembros.
Las ONG y los organismos multilaterales, mientras tanto, se han limitado casi exclusivamente a una agenda ¡®defensiva¡¯ de protecci¨®n de migrantes vulnerables como los refugiados y defensa de los derechos humanos. Nadie puede reprocharles esta actividad, mucho menos con la que est¨¢ cayendo. La pregunta es si son capaces de hacer algo m¨¢s y reforzar su discurso en este ¨¢mbito. Porque la narrativa de las migraciones como tragedia no solo ignora una parte fundamental de este debate (recuerden: por cada refugiado hay en el mundo nueve migrantes econ¨®micos), sino que priva al campo reformista de una voz imprescindible dentro de los principales pa¨ªses de destino, donde desde hace dos d¨¦cadas este asunto se ha tratado como un desaf¨ªo policial o humanitario, dependiendo de a qui¨¦n pregunten.
Esta es la verdadera importancia del Pacto Mundial para las Migraciones. Por modesto y declarativo que pueda parecernos ¨Cy cr¨¦anme que nos lo parece¨C, sus contenidos establecen una l¨®gica que en estos d¨ªas de involuci¨®n resulta casi revolucionaria. La comunidad del desarrollo debe concederle toda la importancia que tiene y ponerse a trabajar de inmediato en su implementaci¨®n profunda y ambiciosa. Tal vez nuestros nietos puedan recordar estos d¨ªas como aquellos en los que naci¨® el derecho a la protecci¨®n y la prosperidad m¨¢s all¨¢ de nuestro pasaporte.
Esta entrada es la primera de la serie especial desde la cumbre de Marrakech. Pueden seguir aqu¨ª, en el blog 3500 Millones y en la secci¨®n Planeta Futuro, nuestras publicaciones y en Twitter las impresiones de la firma del Pacto Mundial a trav¨¦s de @GonzaloFanjul y @Planeta_Futuro
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