Ayer, v¨ªctimas de trata; ma?ana, abogadas contra la explotaci¨®n
Siete supervivientes de esclavitud sexual estudian Derecho para combatir una situaci¨®n que condena a m¨¢s de un mill¨®n de ni?os a este infierno en el subcontinente indio
En una peque?a habitaci¨®n oscura, tres mujeres bengal¨ªes esperan impacientes la nota de la prueba de acceso a la universidad. Empujones, risitas y alguna mala cara acompa?an en estos momentos de estr¨¦s: Heer (20), Brishti (20) y Disha (19) han aprobado. Ellas y sus cuatro compa?eras, Luna (18), Gauri (30), Koyal (21) y Rimpa (29) comparten un pasado en el infierno: son supervivientes de la trata de menores; algunas de las pocas afortunadas que logran escapar de la esclavitud sexual que condena alrededor de 1,2 millones de ni?os en India.
Las siete forman parte del programa School For Justice, iniciativa de la ONG holandesa Free A Girl que ofrece becas completas a v¨ªctimas de este delito para estudiar Derecho y las acompa?a a lo largo de su formaci¨®n. ¡°Era muy joven cuando mi padre muri¨®. Mi madrastra nos pegaba, y mi hermano y yo decidimos escaparnos de casa. En las v¨ªas del tren lo perd¨ª de vista¡±, recuerda Gauri, vendida a los 13 a?os en Kamathipura, un laberinto de prost¨ªbulos en Bombay, por una mujer que le ofreci¨® ayuda tras encontrarla llorando.
La virginidad, la juventud y la belleza tienen un coste elevado en el inframundo de la prostituci¨®n. Aunque la cifra exacta que se pag¨® por cada una es dif¨ªcil de establecer, pues pasan por diferentes manos, la organizaci¨®n estima que el precio de venta de una menor virgen a un prost¨ªbulo es de entre 25.000 y 200.000 rupias indias (entre 590 y 826 euros). Algunas son vendidas varias veces, como le sucedi¨® a Luna, por quien pagaron 70.000 rupias (826 euros) en el distrito rojo de la capital del estado de Maharashtra. Tras su rescate, fue enga?ada por tres j¨®venes traficantes que la vendieron de nuevo en Raipur por 50.000 (590 euros).
En 2016, m¨¢s de 9.000 ni?os fueron v¨ªctimas de la trata ilegal en el subcontinente indio y desaparecieron unos 111.500. Sin embargo, tan solo 53 personas fueron condenadas por la trata de menores, seg¨²n el ¨²ltimo informe oficial del National Crime Record Bureau (NCRB), departamento del Gobierno indio responsable de recoger y analizar datos sobre delitos.
¡°La idea de School For Justice surgi¨® tras escuchar las quejas de muchas de las chicas rescatadas. Quer¨ªan estudiar Derecho para ayudarse a s¨ª mismas. En India, los juicios pueden prolongarse durante meses o a?os, y muchos se archivan o las j¨®venes y sus familias se cansan y abandonan el caso¡±, explica Shikha Phillips, directora ejecutiva de Free A Girl India, y enfatiza que hay ¡°muchas v¨ªctimas de la esclavitud sexual y muy pocos condenados¡±. Adem¨¢s,¡°los criminales involucrados en la trata tienen redes de contactos importantes, incluso dentro de la polic¨ªa. Muchos de ellos son detenidos durante un corto periodo de tiempo y despu¨¦s son liberados bajo fianza. Gozan de impunidad¡±.
La organizaci¨®n por los Derechos Humanos Human Rights Watch ya se?al¨® en un informe de 2017 las pr¨¢cticas poco ortodoxas de la polic¨ªa de India: ¡°Muchos oficiales no cumplen con el c¨®digo que les obliga a registrar las denuncias por agresiones sexuales. Se resisten a cumplimentar el First Information Report (primera denuncia), el primer paso para iniciar una investigaci¨®n policial, especialmente si la v¨ªctima pertenece a una comunidad desfavorecida¡±.
La pobreza, que azota a la mujer con m¨¢s fuerza, es tambi¨¦n un factor importante de la prostituci¨®n ilegal. ¡°Ten¨ªa 18 a?os, mi familia era muy pobre y decid¨ª irme a Calcuta para trabajar en la f¨¢brica donde estaba mi hermana. Conocimos a una pareja muy simp¨¢tica en el tren que nos ofreci¨® un trabajo muy bien pagado. No llegamos al final de nuestro trayecto, nos encerraron en una casa en Delhi donde ¨¦ramos violadas por hombres¡±, recuerda Koyal, secuestrada junto a Disha. Las chicas viven hoy en una casa-refugio en la conocida como ciudad de la alegr¨ªa, Calcuta, acompa?adas por una cocinera, un guarda y un pastor alem¨¢n de forma continua.
En la vivienda se respira silencio y una disciplina imperante con la que se pretende ayudarlas a obtener el conocimiento y la autoridad que les permita defender sus propios casos y los de otras chicas. ¡°Cuando me escap¨¦ y regres¨¦ a casa, mi familia me miraba de forma diferente, como si fuera impura porque hab¨ªa estado en casa de un hombre. Tuve que dejar de ir al colegio, todos me trataban como si hubiera hecho algo malo¡±, explica Brishti, que fue encerrada bajo llave en una habitaci¨®n por un chico que conoci¨® por Facebook cuando ten¨ªa 14 a?os.
Poder estudiar y seguir adelante son, dice Heer, unas de las razones por las que decidi¨® buscar apoyo en la ONG local Sanlaap, que lleva rescatando a v¨ªctimas de la esclavitud sexual durante m¨¢s de 30 a?os. La organizaci¨®n cuenta con un refugio para acoger a m¨¢s de 120 mujeres y es el socio local de Free A Girl en Bengala Occidental.
Conocimos a una pareja muy simp¨¢tica en el tren que nos ofreci¨® un trabajo muy bien pagado. No llegamos al final de nuestro trayecto, nos encerraron en una casa en Delhi donde ¨¦ramos violadas por hombres
Motivaciones semejantes impulsaron a Rimpa a querer cambiar el sistema judicial desde dentro: ¡°Hace cuatro a?os que se abri¨® mi caso y a¨²n no ha cambiado nada. Nadie me ayud¨® cuando lo necesitaba, as¨ª que quiero convertirme en abogada, luchar por m¨ª y colaborar con otras mujeres¡± sentencia, convencida de que nadie mejor que ellas podr¨ªan ayudar a otras v¨ªctimas de la trata o empatizar con ellas. La trabajadora social e hija de la fundadora de Sanlaap, Ondrila Sinha, insiste en la necesidad de cambiar la mentalidad de la gente corriente ¡°porque cuando una chica es vendida y se abusa de ella sexualmente, la consideran impura y piensan que no deber¨ªa volver a la sociedad, como le sucedi¨® a Brishti¡± y lamenta que en India sea as¨ª.?¡°No importa lo que suceda, siempre es culpa de la mujer¡±.
School For Justice ofrece un refugio, comida y apoyo psicol¨®gico a supervivientes de la trata de menores durante sus estudios de Derecho. Adem¨¢s, este a?o han incorporado a un equipo de profesores particulares de ingl¨¦s, pues la mayor¨ªa de las estudiantes proviene de medios humildes y han cursado sus estudios previos en su idioma local. En la pizarra de la habitaci¨®n donde reciben clases se lee la palabra ¡°dahej¡± (dote, en castellano). Se trata de una pr¨¢ctica que, a pesar de estar prohibida en el pa¨ªs, todas conocen porque se lleva a cabo con frecuencia. Desde ahora tambi¨¦n sabr¨¢n que el patrimonio que su familia entrega a su c¨®nyuge les pertenece legalmente a ellas. Es uno de los conceptos que asimilar¨¢n durante este curso, necesario para combatir la desigualdad de la mujer en India.
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