Cord¨®n ineficaz
Se?alar a Vox como un peligro le otorga en realidad un bal¨®n de ox¨ªgeno
La entrada de Vox en el tablero pol¨ªtico andaluz ha supuesto un cambio dr¨¢stico en el escenario pol¨ªtico espa?ol y, al tiempo, un dilema para el Partido Popular y Ciudadanos. Debido a la correlaci¨®n de fuerzas tras las recientes elecciones auton¨®micas, no basta con que Vox se abstenga en la investidura de los eventuales candidatos a la presidencia de la Junta por alguno de esos dos partidos, sino que es necesario el voto favorable de sus 12 diputados. Ni Casado ni Rivera reivindican en Andaluc¨ªa el supuesto derecho a gobernar de la fuerza m¨¢s votada, seg¨²n hicieron tras las elecciones generales. El severo reproche que merecen en raz¨®n de este s¨²bito cambio de criterio no es porque ahora deroguen un derecho que no existe, sino porque entonces lo inventaran. Ambos l¨ªderes sab¨ªan que en el sistema constitucional de 1978 no forma gobierno la fuerza m¨¢s votada, sino la que es capaz de articular una mayor¨ªa. Lo mismo que ahora saben que contar a Vox entre sus apoyos para acceder al Gobierno de la Junta les priva de legitimidad para reprochar al Ejecutivo central negociar los Presupuestos con los independentistas.
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La l¨®gica de la cuarentena aplicada a un partido como Vox responde a la idea de que es necesario aislar del normal juego pol¨ªtico a aquellas fuerzas que se juzgan como un peligro para el mismo. El contexto pujante del populismo ense?a que el simple hecho de encarnar una ruptura con el establishment aumenta el atractivo electoral de estas fuerzas disruptivas, y la llamada al cord¨®n sanitario ahonda, de hecho, en la l¨ªnea de divisi¨®n que un partido como Vox busca establecer con tanto empe?o: ser se?alados un¨¢nimemente como un peligro les otorga, parad¨®jicamente, un bal¨®n de ox¨ªgeno en un momento en el que se necesitan m¨¢s respuestas pol¨ªticas que condenas morales.
Lo importante es desmontar las mentiras sobre las que Vox va gestando este nuevo clima de inflamaci¨®n. La formaci¨®n que lidera Santiago Abascal juega irresponsablemente con algunos de los consensos democr¨¢ticos que han regulado nuestra convivencia durante los ¨²ltimos 40 a?os. No se trata ¨²nicamente de su discurso bronco y abiertamente frentista, sino de la frivolidad en su manera de abordar cuestiones fundamentales que proceden de una bien asentada aspiraci¨®n democr¨¢tica en nuestro pa¨ªs: que los ciudadanos, de cualquier pensamiento, color o religi¨®n, tengan, por fin, una verdadera consideraci¨®n de iguales en derechos y obligaciones.
Las propuestas de Vox afectan a conceptos vinculados con el n¨²cleo mismo de la Constituci¨®n, y es relevante recordar que su art¨ªculo 2 no solo reconoce la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola, sino el sistema auton¨®mico como forma de gesti¨®n del poder territorial, que Vox pretende aniquilar. Es esa ruptura del per¨ªmetro constitucional lo que deber¨ªa preocupar a las fuerzas pol¨ªticas: antes que entrar en cordones sanitarios, ser¨ªa m¨¢s provechoso obligar a Vox a debatir sobre su discurso reaccionario y populista y desvelar as¨ª la ra¨ªz profundamente antidemocr¨¢tica sobre la que se erige su programa. Aunque la alarma generada en las fuerzas progresistas resulte comprensible, conviene no caer en lo que en otros pa¨ªses de nuestro entorno se ha demostrado ineficaz. Centrarse en un virtuoso aislamiento pol¨ªtico, antes que en las falsedades del discurso de Vox no har¨¢ desaparecer un planteamiento pol¨ªtico que tiene la potencialidad de lastrar el funcionamiento democr¨¢tico del sistema.
La agenda antidemocr¨¢tica de Vox, y no la pura estrategia pol¨ªtica, deber¨ªa ser el fundamento de la posici¨®n de las fuerzas democr¨¢ticas, capaces de construir una gobernabilidad que no impida las leg¨ªtimas diferencias de los partidos sin recurrir a la manida f¨®rmula del nosotros contra ellos. Es una lecci¨®n que deber¨ªamos haber aprendido de Europa: es responsabilidad de los partidos canalizar el conflicto pol¨ªtico, evitando que la formaci¨®n de coaliciones de gobierno dependa de pactar sus programas con aquellas fuerzas que cuestionan el conjunto del sistema.
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