Violencia de g¨¦nero, un concepto universal

La pol¨¦mica generada por la prohibici¨®n de que las mujeres en edad de menstruar entren en el templo hind¨² de Sabarimala, en Kerala (India), no es tan ex¨®tica o extempor¨¢nea como parece. No hace mucho, en esa Espa?a pueblerina del franquismo cuyos ecos resuenan hoy en la derecha extrema, las mujeres no pisaban las iglesias durante el puerperio por el mismo motivo que arguyen los ortodoxos hind¨²es para vetar su entrada: por ser presuntamente impuras.

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Al menos un muerto en las protestas en India por la entrada de dos mujeres al templo de Sabarimala

Que el Supremo indio fallara en su d¨ªa en favor de las mujeres ¡ªconcretamente, por la no discriminaci¨®n¡ª s¨®lo contribuye a disparatar la empecinada realidad, igual que por estos pagos la propuesta de diluci¨®n conceptual y legal del terrorismo machista en una violencia dom¨¦stica de banda ancha, con v¨ªctimas y victimarios a la par.

Cegados por una visi¨®n etnoc¨¦ntrica de la realidad, tendemos a ver el empuje de una exigua minor¨ªa, la del Me Too y las clases medias altas, profesionales, urbanas, del mundo desarrollado, como si fuera un todo. Pero no existe avance alguno para campesinas, ind¨ªgenas, refugiadas; para esclavas sexuales, gitanas, obreras, intocables, viudas repudiadas o fetos femeninos abortados selectivamente. Cientos de millones de mujeres son el ¨²ltimo estrato de una olvidada lucha de clases porque, como en otras muchas cosas, la emancipaci¨®n femenina la decide la econom¨ªa, igual que el bienestar el empoderamiento.

A estas parias forzosas y a las activistas occidentales les une sin embargo una realidad: la violencia de g¨¦nero, que debe llamarse as¨ª en Espa?a, en M¨¦xico, con sus salvajes feminicidios; en India, escenario recurrente de violaciones grupales, y por doquier, sean o no sus v¨ªctimas sujetos de derecho ¡ªno lo son la mayor¨ªa de las veces¡ª. Este concepto debe resonar hasta donde no pueda siquiera formularse por una sencilla raz¨®n: porque as¨ª figura en los tratados internacionales. El convenio de Estambul del Consejo de Europa, ratificado por Espa?a, recoge que ¡°la violencia contra las mujeres es una forma de violencia de g¨¦nero que se perpetra contra las mujeres por el mero hecho de serlo¡±. Para la ONU, la violencia contra mujeres y ni?as es una clara violaci¨®n de derechos humanos, puede que la m¨¢s vil e infame.

Esos fundamentalistas espa?oles que pueden medirse en sinraz¨®n con los iluminados de Sabarimala denuestan una ideolog¨ªa que, sin caer en el maximalismo ¡ªcuando no en derivas situacionistas como la de Femen¡ª, alimenta el establecimiento de cuotas para gestionar el posconflicto e impulsar la reconstrucci¨®n de pa¨ªses salidos de luchas b¨¦licas y/o ¨¦tnicas, de la antigua Yugoslavia a Timor Oriental; tambi¨¦n para negociar procesos de paz como el colombiano. Una ideolog¨ªa que, en suma, exhorta a M¨¦xico a tipificar precisamente la violencia de g¨¦nero, ese concepto que algunos quieren ver m¨¢s que derogado, derrotado.