Esto es lo que pasa cuando insistes en preguntar a un abstemio por qu¨¦ no bebe alcohol
La costumbre de socializar con una copa en la mano nos hace olvidar que no hacerlo tambi¨¦n est¨¢ bien, y que incitar a la bebida puede ser molesto
La periodista y escritora brit¨¢nica Catherine Gray ten¨ªa la costumbre de beberse una botella de vino cada noche y varios c¨®cteles durante el d¨ªa, en las glamurosas fiestas a las que asist¨ªa por trabajo. La mayor felicidad le lleg¨® al convertirse en freelance porque pod¨ªa hacer las entrevistas desde su casa, por tel¨¦fono y con una cerveza en la mano. Un buen d¨ªa, al ver que la bebida le controlaba a ella, y no al rev¨¦s (todo un problema para la salud), decidi¨® dejar el alcohol y contar su experiencia en el libro The Unexpected Joy of Being Sober, ("La inesperada alegr¨ªa de estar sobria", en ingl¨¦s). El texto narra su vida como abstemia y airea los detalles de su ¨¦poca de bebedora. Entre otras cosas, cuenta c¨®mo era conocida por incitar a los dem¨¢s a beber, y que era la pesada de turno que, con dos copas de m¨¢s, insist¨ªa a sus amigos en que se unieran a la ronda de chupitos.
"Si alguien no beb¨ªa, no le quer¨ªa all¨ª conmigo. Consideraba, como todos lo que beben mucho, que los que no beb¨ªan no eran divertidos, y yo necesitaba un c¨®mplice para seguir con mi comportamiento", relata Gray. Lo curioso es que los mismos amigos que ten¨ªan que meterla forzosamente en un taxi, noche s¨ª y noche tambi¨¦n, quienes consideraban un peligro salir con ella, cuestionaron su decisi¨®n de no beber una gota nada m¨¢s conocerla. "?Por qu¨¦? No est¨¢s tan mal", le dijeron. A partir de entonces, ellos se convirtieron en los pesados de turno. Ella hab¨ªa decidido que ya hab¨ªa bebido suficiente, e iba en serio, pero ahora, cinco a?os despu¨¦s de la determinaci¨®n de olvidar la bebida, a¨²n siguen pregunt¨¢ndole si quiere una copa.
Como si Gray fuera una disidente con la intenci¨®n de aguar la fiesta a quienes s¨ª beben. Pero no lo es. A menos que uno se presente en la fiesta con panfletos informativos sobre lo malo que es el alcohol y animando a que todos se pasen a la 0,0, no tiene por qu¨¦ tener el menor inter¨¦s en promover la sobriedad por el mundo solo porque no bebe. La decisi¨®n es personal, y no hay por qu¨¦ sentirse intimidado por ella; nadie quiere acabar con la diversi¨®n y no hay que insistir en preguntar por qu¨¦ no bebe alcohol, algo muy nuestro.
La cultura de llegar, saludar y pedir un trago
La historia de Catherine no es anecd¨®tica. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), Espa?a tiene un consumo de alcohol por habitante mayor a la media de la Uni¨®n Europea, con 10 litros al a?o por espa?ol mayor de 15 a?os. Es un pa¨ªs en el que las bebidas alcoh¨®licas est¨¢n aceptadas y muy arraigadas culturalmente. El "venga, hombre, aunque sea solo una", "p¨ªllate un taxi si tienes que conducir" o "?est¨¢s embarazada?" son respuestas muy comunes ante la negativa a tomar una copa en cualquier fiesta o celebraci¨®n que se preste. Ya nadie insiste a un exfumador a fumarse un pitillo ni cuestiona su decisi¨®n pero, a diferencia de lo que ocurre con el tabaco, la mayor parte de la gente no est¨¢ sensibilizada sobre las consecuencias para la salud que puede acarrear el consumo de alcohol.
La experta en adicciones y directora de la cl¨ªnica de psicolog¨ªa Mindic, M¨®nica G¨¢zquez, explica que "estamos inmersos en una cultura a favor del alcohol, donde su consumo se incentiva. Percibimos que todo el mundo lo hace y creemos que el riesgo de beber es muy bajo, por lo que no solo es que est¨¦ socialmente aceptado, sino que lo fomentamos en situaciones de ocio". En este contexto, el alcohol se percibe como imprescindible para la diversi¨®n, para sentirnos integrados, y beber juntos es considerado un gesto de expresi¨®n de amistad y afecto. Pero hay que entender que no hacerlo no constituye ning¨²n desprecio.
Qui¨¦n m¨¢s te quiere, te har¨¢ beber
One Year No Beer es un proyecto difundido a trav¨¦s de internet que invita a un reto: dejar el alcohol durante un a?o y monitorizar los beneficios para la salud de esta decisi¨®n, que pasan por la p¨¦rdida de peso, la disminuci¨®n de los niveles de colesterol, la bajada de la glucosa en sangre, el sentimiento de sentirse m¨¢s productivo, una disminuci¨®n de la ansiedad¡
Las personas que aceptan el desaf¨ªo son normalmente bebedores sociales que notan que est¨¢n pas¨¢ndose de combinados et¨ªlicos (el l¨ªmite est¨¢ en 20 gramos de alcohol al d¨ªa para las mujeres y 30 gramos para el hombre, seg¨²n la OMS). Estas personas suelen descolocar al grupo de amigos con su decisi¨®n y, cuando la comunican, suelen comenzar las sutiles presiones: ?no lo puedes dejar para despu¨¦s del festival?, t¨² no eres de los que beben m¨¢s, hay otros peores... dicen.
La cultura invita a que entendamos que beber juntos es una se?al de amistad, pero eso no significa que quien no lo haga nos desprecie
La psicolog¨ªa social y la sociolog¨ªa pueden explicar las razones por las que las personas que consideramos amigas, las que nos quieren, son las mismas que llevan peor aceptar nuestra negativa. "Los seres humanos tendemos a asociarnos con personas que son parecidas a nosotros, con comportamientos similares, por lo que si comenzamos a hacer cosas que se saltan las reglas del grupo, como no beber en una fiesta, puede resultar un desaf¨ªo para el resto". Son las conclusiones a las que lleg¨® el psic¨®logo de la Universidad de Stirling, en Escocia, Stephan Dombrowski, tras entrevistar a 1.700 personas para un estudio piloto. El 85% revel¨® haber experimentado esa presi¨®n de sus amigos m¨¢s cercanos. "Se espera de ti que lo hagas, es como ir contra el grupo si no lo haces", reflexiona Dombrowski en el informe.
La experta en adicciones M¨®nica G¨¢zquez explica que "actuar en funci¨®n de nuestros propios deseos, necesidades y decisiones es una habilidad fundamental a la hora conformar nuestra identidad, tanto la personal como la social. Tambi¨¦n es imprescindible para construir relaciones de seguridad, y un factor estrechamente relacionado con la salud, que act¨²a como protecci¨®n ante un consumo abusivo. Por ello, animar a beber supone dejar de respetar el derecho a disentir del otro".
En su libro This Naked Mind ("Esta mente desnuda", en ingl¨¦s), Annie Grace hace una comparaci¨®n curiosa. ?Por qu¨¦ nadie levanta una pesta?a si le dices que has sacado los huevos de tu dieta y se monta toda una discusi¨®n al decir que has dejado el alcohol? Recuerda que casi siempre hay un catalizador para esta decisi¨®n: "Puede que simplemente la persona abstemia est¨¦, con su decisi¨®n, apoyando a su pareja en un proceso de rehabilitaci¨®n, puede que sea ella misma la que tenga detr¨¢s una historia de abuso o simplemente porque su religi¨®n se lo impide", dice. Y nadie est¨¢ obligado, a menos que quiera, a ofrecer una explicaci¨®n de ning¨²n tipo.
Obligados a buscar excusas
Es f¨¢cil caer ante la presi¨®n. Un comentario tipo "venga, solo una, que es mi cumplea?os", y muchos pueden acabar con una copa en la mano, sobre todo si sufren lo que los especialistas llaman ansiedad social. Estas personas est¨¢n m¨¢s preocupadas por lo que los dem¨¢s piensan de ellas y eso hace que sean m¨¢s influenciables.
La presi¨®n social es especialmente da?ina para quienes huyen de la adicci¨®n al alcohol
Un estudio realizado entre universitarios americanos demostr¨® que aquellos j¨®venes que beb¨ªan para ser aceptados por sus compa?eros eran los que, tras la ingesta, protagonizaban comportamientos m¨¢s problem¨¢ticos. Es decir, eran los que terminaban totalmente descontrolados. Y de ah¨ª a la dependencia hay solo un paso, seg¨²n indica el psiquiatra del Hospital Universitario HM Puerta del Sur Carlos Harkous. "Es esa finalidad hed¨®nica, recreativa y social del alcohol lo que facilita que casi todo el mundo se exponga a la sustancia en edades tempranas, y eso es algo que en personas vulnerables puede favorecer el desarrollo de una adicci¨®n", explica.
Y no solo los adolescentes sienten esa presi¨®n, los adultos tambi¨¦n encuentran dificultades para escapar del interrogatorio. Hace unos a?os, un estudio del Consejo de Investigaci¨®n M¨¦dica de Reino Unido, realizado a hombres y mujeres de mediana edad, demostr¨® que ellos tambi¨¦n sent¨ªan las presiones para beber por parte de sus amigos. Solo les quedaba inventar excusas para hacerles frente. Tener que conducir era la mentira m¨¢s recurrente, la que mejor funcionaba para escapar de la inquisidora ronda de preguntas: ?Y desde cu¨¢ndo? ?Es por una enfermedad? Entonces, ?qu¨¦ haces cuando sales de marcha? ?Seguro que no te gusta el sabor? Eso es que no has probado este vino...
Pero si la persona que tenemos enfrente ha dejado el alcohol por problemas de salud o adicci¨®n, lo cierto es que, por muy inocente que sea, est¨¢s poni¨¦ndoselo muy dif¨ªcil con tanta pregunta. "Es esa normalizaci¨®n del consumo la causante de que probablemente quien tiene problemas de dependencia no sea capaz de concienciarse de que verdaderamente tiene una dificultad. Y si la persona ya ha decidido dejar de beber, sin duda alguna ese entorno que vincula el alcohol con celebraci¨®n y alegr¨ªa le har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil mantenerse abstinente", opina Harkous. Es una poderosa raz¨®n para entender que est¨¢ bien no beber, y que preguntar por qu¨¦ puede ser menos inocente de lo que parece.
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