¡®Un, dos, tres¡¯: el programa m¨¢s grande la historia de la televisi¨®n espa?ola, explicado para ¡®millennials¡¯
El Goya de Honor a Chicho Ib¨¢?ez Serrador recordar¨¢ la maestr¨ªa de las dos pel¨ªculas que dirigi¨®, pero sobre todo su valor al crear de la nada el prodigio visual en la peque?a pantalla en Espa?a. Y este concurso es su mayor muestra
El 30 de noviembre de 1984 se emiti¨® un programa de Un, dos, tres dedicado a los aeropuertos. Era habitual, desde su estreno en 1972, que cada programa estuviese dedicado a un tema. En el dedicado al aeropuerto montaron un enorme decorado de una terminal. Puertas de embarque, mostradores de facturaci¨®n, cintas transportadoras, un par de tiendas... Como figuraci¨®n, pasajeros de todas las nacionalidades y con diferentes vestimentas. Movi¨¦ndose por el decorado, un cuerpo de baile con unas quince personas. Y, de fondo, la recreaci¨®n de una pista de aterrizaje sobre la que, al final de un n¨²mero musical, se posa un avi¨®n.
En los a?os setenta, con una televisi¨®n en Espa?a que nac¨ªa de la nada, que los mercados internacionales se fijasen en nosotros fue un hito
Todo esto no llamar¨ªa demasiado la atenci¨®n si no fuese porque ese decorado se utiliz¨® solo en un programa. En otros (el circo, la antigua Roma, los piratas, el zool¨®gico, la Revoluci¨®n Francesa, la historia de Rusia, los casinos de Las Vegas...) se repet¨ªa la operaci¨®n: un despliegue gigantesco de materiales y personal cuya utilidad nac¨ªa y mor¨ªa en cuesti¨®n de horas. Los espectadores nacidos hasta los a?os ochenta recuerdan el programa no solo como el espect¨¢culo m¨¢s grande de la televisi¨®n, sino como algo a¨²n m¨¢s especial: un espect¨¢culo que era diferente semana tras semana. No hemos vuelto a ver nada parecido.
El Goya de Honor a Chicho Ib¨¢?ez Serrador recordar¨¢ las dos pel¨ªculas de terror que dirigi¨®, una muy interesante y visionaria (La residencia, de 1969) y la otra, directamente, un cl¨¢sico del cine de terror de los setenta (?Qui¨¦n puede matar a un ni?o?, 1976). Pero en un momento en que la frontera entre la magia visual del cine y la televisi¨®n se ha difuminado del todo, recordar¨¢ especialmente a un pionero que us¨® en la peque?a pantalla unas tem¨¢ticas, t¨¦cnicas y presupuestos que no eran propios de ese medio.
Todos aquellos que viesen el Un, dos, tres pueden encontrar en este art¨ªculo un viaje al pasado en un tren mullido y c¨¢lido. Y los que no, tal vez se animen a ver alguna entrega (est¨¢n disponibles en la web de RTVE) de este programa que, en 1972, invent¨® la televisi¨®n moderna en una Espa?a a¨²n neonata para lo audiovisual.
Una idea tan sencilla que a nadie se le hab¨ªa ocurrido antes
El?Un, dos, tres era una mezcla de los tres tipos de concursos que exist¨ªan (y que siguen existiendo hoy): habilidad f¨ªsica, cultura y suerte. Hasta entonces hab¨ªamos visto concursos de los tres tipos en televisi¨®n, pero nunca unidos en un ¨²nico show. Una idea de lo m¨¢s tonta, ?verdad? Tan tonta que a nadie se le hab¨ªa ocurrido. Solo a Narciso Ib¨¢?ez Serrador (Montevideo, Uruguay, 1935), que lo hizo primero de un modo un tanto t¨ªmido, por lo que explicamos en el siguiente punto.
?Un concurso? Por aquel entonces era un g¨¦nero menor
El padre de Narciso Ib¨¢?ez Serrador era Narciso Ib¨¢?ez Menta, celebrado actor y director teatral espa?ol (naci¨® en Asturias), pero nacionalizado argentino. Pese a que adapt¨® a Goethe, Arthur Miller o Sartre, se hizo c¨¦lebre gracias al g¨¦nero de terror, una afici¨®n que contagi¨® a su hijo. Sin embargo,?Un, dos, tres fue para Ib¨¢?ez Menta un disgusto inicial: ?un concurso? "?Eso no es digno!", cuentan los allegados que le dijo a Chicho cuando se enter¨® de los planes de su hijo en 1972. Seg¨²n esos mismos allegados a Chicho, ese fue el motivo de que en la primera temporada del concurso se diese una situaci¨®n de lo m¨¢s curiosa: que el nombre de Chicho no aparec¨ªa en los cr¨¦ditos del programa. Se especula que cal¨® en ¨¦l la opini¨®n del padre y Chicho no quiso poner su nombre en los cr¨¦ditos. Hasta que el programa fue un ¨¦xito, claro...?
La telerrealidad no naci¨® con 'Gran Hermano'
No, nada en el Un, dos, tres se parece a Gran Hermano ni a sus duplicados, pero un hallazgo capital de Chicho Ib¨¢?ez Serrador fue hacer que los concursantes no solo fuesen en pareja, sino que adem¨¢s tuviesen relaci¨®n entre ellos (sentimental, fraternal o amistosa). De repente, la intimidad y la complicidad saltaban al concurso y se convert¨ªan no solo en un atractivo para el espectador, sino en un arma para el juego: siempre hab¨ªa uno m¨¢s ducho que el otro en ciertas ¨¢reas.
Y lo visionario de su planteamiento va m¨¢s all¨¢: en ediciones especiales del programa, las parejas de concursantes eran famosas. Chicho entendi¨® antes que nadie que hab¨ªa algo en la din¨¢mica de la intimidad que engancha sin remedio al espectador y si esa din¨¢mica se da entre dos celebridades, los ¨ªndices de audiencia directamente pueden reventar. Entre los concursantes c¨¦lebres del programa estuvieron Lola Herrera, Roc¨ªo D¨²rcal, Pitita Ridruejo, Forges, Mar¨ªa Dolores Pradera o Alberto Cortez.
Si hoy hay minifaldas en televisi¨®n, agradezc¨¢moselo a Chicho
?gata Lys, Victoria Abril, Silvia Marc¨®, Lydia Bosch, Nina o Paula V¨¢zquez comenzaron su andadura profesional en el Un, dos, tres como las azafatas que presentaban a los concursantes (ellas pronunciaban la c¨¦lebre frase ¡°amigos y residentes en¡¡±), contabilizaban las cantidades ganadas por respuestas correctas, bailaban y ense?aban los premios. Seg¨²n una persona que trabaj¨® durante d¨¦cadas con Chicho, este siempre tuvo una preferencia especial por Victoria Abril. ¡°Ten¨ªa una naturalidad especial. Pod¨ªa estar Kiko Ledgard [presentador del programa, entre 1972 y 1978] diciendo algo y ella soltaba una carcajada por detr¨¢s. A ella, Chicho se lo consent¨ªa. A otro, posiblemente, le hubiera pegado un grito. Y no se cortaba. Era un placer verla moverse cuando hicimos un programa sobre el ballet. Las dem¨¢s iban como patos, pero ella... ?c¨®mo se mov¨ªa!".
'Un, dos, tres' era una mezcla de los tres tipos de concursos que exist¨ªan: habilidad f¨ªsica, cultura y suerte. Una idea de lo m¨¢s tonta, ?verdad? Tanto que a nadie se le hab¨ªa ocurrido
Parte del atractivo de estas azafatas era un uniforme con una falda muy corta. Un concepto chusco en los tiempos que corren, pero casi un ejercicio de militancia durante la primera temporada del programa: en 1972 Franco a¨²n estaba en el gobierno y a¨²n exist¨ªa la figura del censor en RTVE. Con ellas, la minifalda hac¨ªa acto de presencia en el sal¨®n de la familia espa?ola. No era la primera vez que se ve¨ªa (Massiel gano Eurovisi¨®n en 1968 llevando una falda por encima de la rodilla), pero s¨ª que se convert¨ªa en algo peri¨®dico y dom¨¦stico: aquellas azafatas no eran un exotismo de festival, sino amables colaboradoras que ten¨ªan que agradar tanto a hombres como a mujeres. Y tambi¨¦n al censor, claro. Una figura, por cierto, que el propio Chicho Ib¨¢?ez Serrador destituy¨® cuando en 1974 obtuvo el puesto de director de emisi¨®n. Por decirlo de otra manera: el primer paso para que no hubiese censura en RTVE empez¨® en el Un, dos, tres.
La primera vez en que el mundo se fij¨® en nuestra peque?a pantalla
Hoy es habitual que formatos de televisi¨®n espa?oles triunfen en el extranjero. Tu cara me suena se ha adaptado en m¨¢s de cuarenta pa¨ªses, Mi madre cocina mejor que la tuya est¨¢ en quince y El Hormiguero tiene versiones en Brasil, Chile, China, M¨¦xico o Portugal. Pero que en los a?os setenta, con una televisi¨®n en Espa?a que nac¨ªa de la nada, los mercados internacionales se fijasen en nosotros fue un hito. Y lo hicieron al ver el Un, dos, tres. 3-2-1, versi¨®n brit¨¢nica presentada por Ted Rogers durante diez a?os, comenz¨® a emitirse en Inglaterra en 1978 y lleg¨® a atraer a 16 millones de espectadores en aquel pa¨ªs.
El Un, dos, tres se revel¨® como un concurso caro, pero enormemente rentable. En 1982 el presupuesto semanal era de 7.218.000 pesetas semanales, o sea, m¨¢s de 43.000 euros. Hoy, con la inflaci¨®n, ser¨ªan 180.000 euros por programa. No era problema: no solo es que la audiencia fuese estratosf¨¦rica (en 1984, 20 millones de personas ve¨ªan el concurso, o sea, m¨¢s de la mitad del pa¨ªs), sino que las marcas se rifaban los patrocinios en el programa.
Un, dos, tres tambi¨¦n conoci¨® versiones en Portugal, Alemania, Holanda (donde lleg¨® a existir una loter¨ªa estatal con el nombre del programa) y B¨¦lgica. Pero probablemente su versi¨®n m¨¢s interesante, ya fuera de los plat¨®s, tuvo lugar en un edificio de Zamora. El centro de Alzheimer Ciudad Jard¨ªn buscaba el permiso de Chicho Ib¨¢?ez Serrador para poner en marcha un proyecto llamado Un, dos, tres... a recordar esta vez con ancianos de su centro como presentadores y concursantes. Las pruebas consist¨ªan en actos tan habituales como encender una vela y pedir un deseo. Tras cinco a?os de observaci¨®n de dos grupos, uno siguiendo las t¨¦cnicas de estimulaci¨®n tradicionales y otro jugando al Un, dos, tres, concluyeron en 2011 que los segundos mejoraban en aspectos cognitivos y emocionales hasta un 20 por ciento y alg¨²n paciente llegaba a hacer actividades como tocar la guitarra tras varios a?os sin ser capaces. Parece que ciertos programas de televisi¨®n se quedan en un rinc¨®n de nuestras cabezas que trasciende la memoria.
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