¡®Speed¡¯ | Siempre con prisas
Los ni?os no saben de calendarios, viven seg¨²n sus impulsos, como peque?os paquirrines. Y odian la rapidez
Os habr¨¢ pasado a todos y casi siempre por las ma?anas, en especial si ten¨¦is alguna reuni¨®n importante o hay la t¨ªpica huelga o manifestaci¨®n que descuadrar¨¢ todos tus horarios: por mucho que adelantes, planifiques y prepares, al final siempre toca ir con prisas.
Porque la puerta del cole se cierra inexorablemente como un plazo de Hacienda y la multa es ver la mirada de decepci¨®n de los padres puntuales, del portero o de la profesora, que pensar¨¢n un ¡°vaya, siempre llegan tarde los mismos¡±.
Es una ley de obligado cumplimiento infantil: los d¨ªas en que tienen colegio o escuela infantil, el sue?o de los cr¨ªos se expandir¨¢ a niveles infinitos para llegar tarde y con estr¨¦s. Costar¨¢ despertarlos y se levantar¨¢n de mal humor, tardar¨¢n en desayunar o no querr¨¢n hacerlo, y ser¨¢ complicado vestirlos, porque justo ese d¨ªa querr¨¢n ponerse algo que inevitablemente estar¨¢ sucio o tendido sec¨¢ndose. (Y adem¨¢s, cuando ya los tengamos vestidos, entonces s¨ª que querr¨¢n desayunar y se tirar¨¢n la leche encima o se limpiar¨¢n las manos en la camiseta.)
Algunos padres met¨®dicos, presidentes del Club de la Rutina y amantes de regalar consejos obvios siempre repiten que ¡°hay que acostar antes a los ni?os, para que duerman las horas necesarias y se levanten felices¡±. Como si fuera tan f¨¢cil o como si a nosotros solitos no se nos hubiera ocurrido.
Adem¨¢s, lo de levantarse pronto mi hija lo sabe hacer perfectamente: sobre todo en fin de semana, cuando nosotros podemos recuperar algo de sue?o y ella quiere jugar a las ocho en punto.
Los ni?os no saben de calendarios, viven seg¨²n sus impulsos, como peque?os paquirrines. Y odian las prisas.
En Speed, Keanu Reeves y Sandra Bullock no pod¨ªan bajar de 80 km/hora porque les explotaba la bomba en su autob¨²s. Esto traducido a versi¨®n paternal tambi¨¦n tiene su tensi¨®n aunque es m¨¢s de tv-movie low cost: si a los hijos les subimos la velocidad vital, explotan ellos. Solo de manera metaf¨®rica, por suerte.
Las familias con varios hijos viven perpetuamente este estado, atrapados en una carrera de relevos, y m¨¢s si uno de los peques va a la escuela infantil y el otro al ¡°cole de mayores¡±, o si a la salida, a uno le toca ingl¨¦s en la academia y el otro quiere quedarse en el patio. Corren por la calle dejando una estela de agotamiento que da mucha ternura.
Te puedes detener a oler las rosas para que tu hijo no proteste, pero entonces hay que gestionar la explosi¨®n de nervios internos que nos ataca cuando los que llegaremos tarde somos nosotros y procurar que no se traduzca en gritos de ¡°?siempre igual, v¨ªstete ya que seremos los ¨²ltimos!¡±, que ni hacen ganar tiempo ni buen humor. (Aunque la rabia ayuda m¨¢s que el Redbull a acelerar el paso.)
Solo le veo un aspecto positivo a estas prisas perpetuas: nos ahorramos la cuota del gimnasio y hacemos unos sprints que nos har¨ªan ganar cualquier media marat¨®n.
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