C¨®mo un aditivo alimentario com¨²n nos quita las ganas de hacer ejercicio
Los fosfatos conservan los alimentos y potencian su sabor, pero tambi¨¦n dificultan la s¨ªntesis de combustible para los m¨²sculos
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Hoy has nadado tus treinta largos, te has marcado cien abdominales y has estrenado tus pesas rusas de ocho kilos, todo despu¨¦s de dar la vuelta al barrio al trote, dos veces. Un d¨ªa de ejercicio normal... en tus sue?os. La realidad ha sido la misma de siempre: has llegado a casa agotado de estar todo el d¨ªa sentado en el trabajo, has encendido la televisi¨®n y no has sido capaz de levantarte del sof¨¢ ni para sacar la basura. Eres sedentario, pero no te sientas mal por ello, ¨¦chale la culpa a los fosfatos. Seg¨²n un nuevo estudio cient¨ªfico, este aditivo com¨²n en los alimentos procesados podr¨ªa ser responsable de que hayas perdido cualquier inter¨¦s por el ejercicio f¨ªsico.
La nueva investigaci¨®n ha alcanzado esta conclusi¨®n tras comparar el consumo de ox¨ªgeno en ratones alimentados con una dieta rica en fosfatos con el de otros que no se exced¨ªan en su consumo. Los roedores que se atiborraban al aditivo "no pudieron generar suficientes ¨¢cidos grasos para alimentar sus m¨²sculos", concluye la investigadora principal del estudio, Wanpen Vongpatanasin. Seg¨²n los resultados de sus experimentos, la expresi¨®n de muchos genes involucrados en el metabolismo muscular hab¨ªa cambiado despu¨¦s de 12 semanas de una dieta rica en fosfatos.
Pero las personas no son ratones, as¨ª que no tienen de qu¨¦ preocuparse... ?O s¨ª? El equipo de Vongpatanasin tambi¨¦n ha analizado los datos del Estudio sobre el Coraz¨®n de Dallas, un trabajo que se inici¨® en el a?o 2000 y cuyo principal objetivo es mejorar el diagn¨®stico, la prevenci¨®n y el tratamiento de las enfermedades de la bomba que empuja el fluido vital hacia todo el cuerpo. Tras monitorizar la actividad f¨ªsica de participantes de distintas etnias, de 18 a 65 a?os, los datos recogidos en este proyecto indican que la respuesta al fosfato en humanos es muy similar a la de los ratones. Los niveles m¨¢s altos del compuesto tambi¨¦n est¨¢n relacionados con una reducci¨®n del tiempo que las personas dedican a hacer ejercicio, as¨ª como con un aumento de los per¨ªodos de sedentarismo.
Entonces, ?hacemos la guerra a los fosfatos?
No, los fosfatos no son el enemigo. "Son compuestos que est¨¢n presentes en nuestro organismo de manera natural, que forman parte de nuestros huesos, dientes, de los l¨ªpidos de las membranas celulares... Estabilizan el ADN y ayudan a producir ATP, una mol¨¦cula que el cuerpo utiliza para almacenar energ¨ªa", explica el bi¨®logo y dietista-nutricionista Carlos Galve. Los fosfatos controlan las enzimas implicadas en el metabolismo energ¨¦tico y la expresi¨®n de genes como aquellos relacionados con la s¨ªntesis de ¨¢cidos grasos en el m¨²sculo, que se usan como combustible durante el ejercicio f¨ªsico.
De ah¨ª que no sea extra?o que el nuevo estudio concluya que "una baja expresi¨®n de los genes hace que el m¨²sculo consuma menos cantidad de ox¨ªgeno, y que no pueda oxidar las grasas para obtener energ¨ªa", explica Galve. O lo que es lo mismo, cada vez nos costar¨¢ m¨¢s despegar el trasero del sof¨¢?si nos pasamos con los alimentos procesados. Tendremos los genes en baja forma.
?Y c¨®mo evita uno que los fosfatos le conviertan en un ser sedentario, ajeno a todo inter¨¦s por el ejercicio f¨ªsico? ?Cu¨¢nto fosfato se puede tomar antes de que esto suceda? Desafortunadamente, estas son las cuestiones en las que los cient¨ªficos pueden ofrecer menos respuestas, pero cada vez hay m¨¢s investigadores que est¨¢n expresando su preocupaci¨®n por las cantidades de fosfatos en forma de aditivos alimentarios.
En los embutidos, el caf¨¦, la pasta, las galletas, las bebidas...
Estos aditivos "est¨¢n presentes en muchos alimentos procesados, incluso en algunos que tradicionalmente no se consideran alimentos ricos en fosfato porque la materia prima tiene un bajo contenido de esta sustancia", explica el jefe del servicio de Nefrolog¨ªa e Hipertensi¨®n del Hospital Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz y vocal de Investigaci¨®n de la Sociedad Espa?ola de Nefrolog¨ªa (SEN), Alberto Ortiz. Su funci¨®n es conservar y potenciar el sabor de productos de origen animal como carnes, pescados, moluscos, crust¨¢ceos, leche y derivados. Tambi¨¦n se usan "para la conservaci¨®n de bebidas como el t¨¦, el caf¨¦, los cereales, los zumos de frutas, las salsas, las grasas untables, las conservas de frutas y hortalizas, los licores destilados de graduaci¨®n mayor a 15?, la sidra, los panes y las pastas... los productos elaborados con huevo, con cacao o chocolate, los pur¨¦s y las galletitas saladas", enumera el bi¨®logo Carlos Galve.
La lista es interminable, y parece dif¨ªcil comer algo que no oculte fosfato de sodio, de potasio, de calcio... Evitarlos es especialmente dif¨ªcil porque precisa memorizar muchas matr¨ªculas: uno tiene que mirar el etiquetado de los alimentos y saber que los fosfatos m¨¢s comunes corresponden a los c¨®digos E338, E339, E340, E341, E343, E450, E451, E452. Y ni por esas tiene toda la informaci¨®n necesaria para tomar la mejor decisi¨®n para la salud, puesto que la normativa actual no obliga a indicar la cantidad del aditivo que contienen los alimentos, as¨ª que el volumen de fosfatos es, en general, desconocido.
Esta incertidumbre no es ajena a la comunidad cient¨ªfica. Una revisi¨®n de los estudios cient¨ªficos disponibles sobre la relaci¨®n de la alta ingesta de fosfatos y mortalidad en pacientes con enfermedades renales asoci¨® un alto consumo de fosfatos como aditivos alimentarios a un aumento del riesgo cardiovascular. La investigaci¨®n llev¨® a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por su siglas en ingl¨¦s) a poner en marcha una revisi¨®n del aditivo, en 2013, a petici¨®n de la Comisi¨®n Europea.
Pero el dise?o de los estudios analizados, que no med¨ªan el efecto de los fosfatos en un entorno controlado, que permitiera conocer con gran detalle su influencia en el organismo, llev¨® a la EFSA a concluir que la relaci¨®n entre su exceso y da?o el renal no puede darse por seguro desde una perspectiva cient¨ªfica. Pero tiene muchos visos de ser plausible, teniendo en cuenta que, "actualmente, la EFSA est¨¢ discutiendo con la Comisi¨®n Europea su opini¨®n cient¨ªfica sobre la revaluaci¨®n de la seguridad de los fosfatos como aditivo alimentario", seg¨²n el organismo europeo ha declarado a BUENAVIDA.
Algunas evaluaciones sobre los efectos del fosfato en la dieta llevadas a cabo antes del establecimiento de la EFSA, como las que hizo el Comit¨¦ Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios, recomendaron no superar los 700 miligramos diarios, cuando una dieta occidental puede incluir hasta los 3 gramos. Por su parte, los investigadores del nuevo estudio afirman en sus conclusiones que, "dado que el fosfato inorg¨¢nico se usa ampliamente en el suministro de alimentos, se necesitan m¨¢s estudios para definir mejor el impacto de esta sustancia en la salud".
Sin alternativas convincentes
Adem¨¢s de hacer que nuestros m¨²sculos se vuelvan perezosos, los cient¨ªficos han observado otros efectos adversos asociados a este aditivo. "El exceso de fosfato acelera el envejecimiento a trav¨¦s de varias v¨ªas moleculares. Por ejemplo, se sabe que el principal mecanismo del efecto antienvejecimiento de la prote¨ªna Klotho es protegernos del exceso de fosfato de la dieta, favoreciendo su eliminaci¨®n en la orina", contin¨²a el vocal de Investigaci¨®n de la SEN, Alberto Ortiz. Por otra parte, el 10% de los adultos en Espa?a tienen enfermedad renal cr¨®nica, un porcentaje que se eleva al 60% entre los mayores de 80 a?os. "Y todas estas personas tienen serios problemas para eliminar el exceso de fosfatos de la dieta", asevera.
El especialista es consciente de que la mejor recomendaci¨®n para prevenir un exceso de fosfatos es tan sencilla como dif¨ªcil de implementar en la sociedad actual, en la que las raciones son demasiado grandes y se recurre a los alimentos procesados con una frecuencia excesiva. Y, como la inclusi¨®n de los fosfatos como aditivos se debe a que conservan y potencian el sabor de los alimentos, encontrar un sustituto que no defraude las expectativas de los consumidores no es f¨¢cil para la industria alimentaria.
Eso s¨ª, mientras la inocuidad de este aditivo contin¨²e bajo revisi¨®n, no est¨¢ de m¨¢s seguir las recomendaciones de Ortiz: "Comer solo alimentos cocinados a partir de ingredientes crudos, sin recurrir a los procesados, evitar todo lo que venga en botes de cristal, latas o que est¨¦ obviamente procesado". Y beber agua, sobre todo si eres hombre (necesitar¨¢s m¨¢s l¨ªquido elemento para mantenerte hidratado).
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