Te vendo el alma por una ¡®app¡¯ sexi
El recurso a las plataformas de la econom¨ªa digital suscita dilemas ¨¦ticos. El autor debate con Chuky, un ¨¢lter ego imaginario y diab¨®lico, los pros y los contras de recurrir a Uber, Amazon y Airbnb
?Qu¨¦ alegr¨ªa, ya vuelven a circular los taxis! Los taxistas han puesto fin a su larga y enconada huelga gracias a la firmeza de la Comunidad de Madrid, que ha demostrado que¡ ¡ª¡ demostrado que le importan un bledo los intereses de los colectivos de trabajadores cuando los toma al asalto el neocolonialismo en versi¨®n digital ¡ªdice Chuky, el mu?eco diab¨®lico que vive en m¨ª, y que acaba de despertarse, como siempre de mal humor.
?He contado ya que en cada uno de nosotros no habita, como dicen, un ni?o interior al que hemos de cuidar, sino un mu?eco diab¨®lico? El m¨ªo se llama Chuky, viste levita verde y plastr¨®n, se parece a Juan Carlos Monedero y tiene muy mal car¨¢cter. Me ha dicho:
¡ªY si las instituciones del Estado no amparan a los trabajadores, ?para qu¨¦ sirven, para qu¨¦ tenemos que mantenerlas?
¡ªHombre, Chuky, no seas as¨ª. A todos nos preocupan el incierto porvenir, la destrucci¨®n de puestos de trabajo y los sueldos de miseria que contribuyen al precariado y que son consustanciales a estas megacorporaciones de servicios que operan en lo digital, pero¡
¡ªS¨ª, s¨ª, ¡°pero¡±, pero cuando un sector regulado, como el del taxi ¡ª que es perfectible pero funciona razonablemente, ofrece a los usuarios un servicio muy correcto y garantiza la subsistencia de miles de familias¡ª, sufre el asalto de unos inversores multibillonarios con empleados no sindicados y servicios m¨¢s baratos de su coste real, con el objetivo transparente de monopolizar el mercado¡, ?d¨®nde est¨¢ la solidaridad de los intelectuales, de los periodistas, de la sociedad? ?Qu¨¦ pensabais, qu¨¦ dec¨ªais, cuando los taxistas viendo a Hannibal ad portas presentaban resistencia a su extinci¨®n? ?D¨®nde queda el pacto social?
¡ªHombre, es que yo estoy, como muchos, por la libre competencia¡ Que gane el que ofrezca el mejor servicio.
¡ªExacto: os pon¨¦is neutrales y salom¨®nicos, sopes¨¢is pros y contras, repet¨ªs t¨®picos: al fin y al cabo resistirse es absurdo porque la econom¨ªa digital es imparable, y la libre competencia redunda siempre en un bien para el conjunto de la sociedad e incluso una condici¨®n de la democracia¡
¡ª Hombre¡, pues la verdad es que a m¨ª, el otro d¨ªa, un coche Uber nuevo me llev¨® al aeropuerto por un precio muy razonable. Y el ch¨®fer iba hecho un brazo de mar, y adem¨¢s me ofreci¨® un botell¨ªn de agua gratis¡ De un trato as¨ª deber¨ªan aprender los taxistas, que algunos tienen el coche que da hasta cosa¡
Chuky lanz¨® una risita sarc¨¢stica:
De pronto los taxistas ya no son sacrificados currantes, sino mafiosos de medio pelo y tipos amargados, ?verdad?
¡ªS¨ª, cuando las abstracciones sobre la inevitabilidad del mundo digital y las bondades de la desregularizaci¨®n no resultan convincentes, entonces se manifiesta el clasismo del burgu¨¦s acomodado ¡ªesto es: acomodado hasta que las corporaciones multibillonarias del algoritmo pongan tambi¨¦n sus zarpas y sus infinitos recursos a apoderarse de su profesi¨®n¡ª. El clasismo, s¨ª. De pronto los taxistas ya no son los sacrificados currantes que pasan 12 horas en un trabajo estresante y muy poco saludable para llevar a casa un sueldo digno; sino mafiosos de medio pelo y tipos amargados que siempre tienen en la radio el Carrusel deportivo, ?verdad? Y cu¨¢ntos perjuicios causan cuando se ponen en huelga. Hay que ver lo respond¨®n que est¨¢ el servicio¡
Iba yo (cargando con el irascible mu?eco) por una calle comercial del centro, en busca de unos auriculares que rompen las ondas del sonido y te a¨ªslan divinamente del ruido ambiental. Cu¨¢ntas luces, cu¨¢nta gente, qu¨¦ vitalidad, cu¨¢ntas tiendas y tiendecitas. Encontr¨¦ en una los auriculares noise cancelling que quer¨ªa, pero son un poco caros y sal¨ª sin comprarlos.
¡ªAcabar¨¢s encarg¨¢ndoselos a Amazon, ?verdad? ¡ªdijo Chuky
.¡ªBueno, no s¨¦¡ Quiz¨¢.
¡ªSeguro que lo har¨¢s. Te ahorrar¨¢s 30 euros. Tambi¨¦n puedes comprar all¨ª los libros, igual que hacen todos tus amigos, contribuyendo a que el se?or Bezos, que por todas esas transacciones paga los impuestos en Irlanda o en cualquier para¨ªso fiscal filibustero, sea todav¨ªa m¨¢s amo del mundo, mientras desaparecen las tiendecitas y librer¨ªas que tanto te gustan, y con ellas los empleados que las manten¨ªan, y con ellos sus contribuciones al erario p¨²blico, hasta que de repente estas calles sean mortecinas y l¨²gubres, y entonces lamentar¨¦is haber sido tan tontos de contribuir voluntariamente a la destrucci¨®n del comercio de proximidad y de la peque?a burgues¨ªa urbana y, en fin, a la misma muerte de vuestras ciudades, colaborando voluntariamente con vuestro peor enemigo, al que encima llorar¨¦is cuando se muera, llam¨¢ndole ¡°visionario¡± y ¡°benefactor¡±, como hicisteis con Steve Jobs. ?Felicidades, idiotas!
¡ªHombre, Chuky, sin insultar¡
Ojal¨¢ a tu regreso tu casero convierta?tu piso en?hostel¡ porque necesita pagarle a su peque los estudios de ingenier¨ªa inform¨¢tica en Massachusetts¡, ?que son car¨ªsimos pero valen la pena, ya que el futuro es digital!
¡ªConsidera mis insultos un ¡°toque de arrebato¡±, o sea, las campanadas que alertan de un incendio, una invasi¨®n o una cat¨¢strofe.
En ese momento pasaba por all¨ª un amigo m¨ªo. Se detuvo para un poco de charla intrascendente. Estaba muy contento porque se va a Lisboa a pasar unos d¨ªas de vacaciones con su mujer y sus hijos. Es una ciudad adorable, dijo, y hay que disfrutar de ella ahora que a¨²n es accesible, porque la est¨¢n restaurando y adecentando, y claro, se encarecer¨¢¡
¡ªHemos alquilado un apartamento a Airbnb, que sale tirado. Por 10 euros m¨¢s pasar¨¢ una asistenta a cambiar las s¨¢banas y barrer¡ S¨ª, ya s¨¦ que as¨ª contribuimos a la especulaci¨®n inmobiliaria que expulsa a los vecinos de su ciudad, pero qu¨¦ le vamos a hacer, de otra forma no podr¨ªamos llevar a los peques a Lisboa¡
¡ª?Es que a tus jodidos peques no se les ha perdido nada en Lisboa! ¡ª dijo Chuky¡ª. ?Inconsciente, aprovechado, hip¨®crita, social killer!... Ojal¨¢ a tu regreso te encuentres una carta de tu casero inform¨¢ndote de que no te renueva el alquiler porque tiene que convertir tu piso en un hostel para chicos de M¨²nich o Liverpool¡ porque necesita el dinero para pagarle a su peque los estudios de ingenier¨ªa inform¨¢tica en Massachusetts¡, ?que son car¨ªsimos pero valen la pena, ya que el futuro es digital!
Mi amigo sali¨® despavorido, mientras el mu?eco, suspirando, concluy¨®:
¡ªQu¨¦ comunidad m¨¢s ciega y tonta formamos, iter persollicitae depravationis et caliginosissimae moralis caecitatis iam est ingressa, camina ya hacia su degradaci¨®n m¨¢s inquietante y hacia la m¨¢s tenebrosa ceguera moral, Mateo 6,22, s¨ª. Se han necesitado siglos para conquistar unos derechos, y los regalamos en un cuarto de hora porque nos ponen delante una app sexi. Iamque adeo afecta est aetas, a tal punto est¨¢ nuestra ¨¦poca quebrantada. Lucrecio, claro.
Es lo peor de ¨¦l, lo insoportable: puede que tenga o no raz¨®n, y le aguanto con paciencia el mal car¨¢cter; pero esa pedanter¨ªa, ese esnobismo de los latinajos¡
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