Participaci¨®n laboral femenina en Am¨¦rica Latina: m¨¢s y mejor es posible
La cantidad no es lo ¨²nico que cuenta: las mujeres necesitan trabajos de calidad que les garanticen autosuficiencia y seguridad econ¨®mica
Actualmente, 117 millones de mujeres forman parte de la fuerza de trabajo en Am¨¦rica Latina y el Caribe, lo que representa la cifra m¨¢s alta en la historia de la regi¨®n. En los ¨²ltimos 50 a?os, la participaci¨®n laboral femenina pas¨® de 20% a 65%. Indudablemente, se trata de un gran avance que debemos celebrar. Sin embargo, un vistazo de cerca a la realidad de las mujeres en el mercado laboral de la regi¨®n muestra que m¨¢s trabajos no siempre son mejores trabajos. En varios pa¨ªses, millones de mujeres siguen trabajando en condiciones de informalidad, por cuenta propia e incluso sin remuneraci¨®n monetaria en muchos casos.
Para promover empleos de calidad para las mujeres de la regi¨®n es preciso conocer la realidad que estas afrontan a diario. La cantidad no es lo ¨²nico que cuenta: las mujeres necesitan trabajos de calidad que les garanticen un salario suficiente para superar la pobreza, que les proporcionen autosuficiencia y seguridad econ¨®mica, y que les aseguren beneficios de protecci¨®n social como seguro de desempleo y pensiones dignas en la vejez. Sin embargo, para poder promover empleos de mayor calidad debemos primero hacernos algunas preguntas. ?Cu¨¢l es el perfil de las mujeres trabajadoras en Am¨¦rica Latina? ?En qu¨¦ trabajan? ?C¨®mo lo hacen? ?Cu¨¢les son sus condiciones laborales? ?Qu¨¦ factores determinan y limitan su participaci¨®n en los mercados de trabajo?
A la hora de abordar estos interrogantes, lo primero que encontramos es un panorama complejo con fuertes diferencias entre pa¨ªses y grandes brechas entre grupos y poblaciones dentro de cada pa¨ªs. Un ejemplo muy interesante es el caso de M¨¦xico y Per¨², dos pa¨ªses que comparten varias dimensiones asociadas al comportamiento laboral de las mujeres, como la distribuci¨®n geogr¨¢fica de la poblaci¨®n, el tama?o de los hogares y los niveles educativos, pero cuyas tasas de participaci¨®n laboral femenina difieren en m¨¢s de 20 puntos: mientras que en M¨¦xico un 58,5% de las mujeres entre 25 y 54 a?os trabajan o buscan activamente empleo, en Per¨² la cifra alcanza un 79,6%.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) junto al Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) ha profundizado en estos datos a trav¨¦s de un estudio comparativo que busca entender qu¨¦ factores determinan esta brecha en la participaci¨®n laboral femenina entre M¨¦xico y Per¨², con el objetivo de poder extraer lecciones de pol¨ªticas p¨²blicas que puedan impulsar la participaci¨®n laboral de las mujeres en la regi¨®n y fortalecer la igualdad de g¨¦nero en los mercados laborales de Am¨¦rica Latina.
La evidencia muestra que el PIB de Am¨¦rica Latina y el Caribe crecer¨ªa un 16% adicional si la brecha de g¨¦nero en el mercado laboral se cerrara
El estudio concluye que gran parte de la brecha observada entre ambos pa¨ªses, especialmente en ¨¢reas rurales, se asocia a una mayor inserci¨®n de las mujeres peruanas en empleos precarios. Estos est¨¢n caracterizados por la no remuneraci¨®n monetaria y unos altos niveles de informalidad, lo que implica bajos ingresos, inestabilidad laboral, falta de protecci¨®n y ausencia de derechos.
La realidad es que, aunque las mujeres representan algo m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n en Am¨¦rica Latina y el Caribe, su contribuci¨®n a la actividad econ¨®mica, al crecimiento y al bienestar de la regi¨®n est¨¢ muy por debajo de su potencial. Su participaci¨®n en el mercado laboral es deseable desde varios puntos de vista, entre otras razones por sus efectos sobre el empoderamiento y la reducci¨®n de la pobreza, por lo que la promoci¨®n del empleo femenino deber¨ªa ser uno de los objetivos sociales prioritarios. ?C¨®mo puede la pol¨ªtica p¨²blica promover trabajos de mayor calidad para ellas?
Una manera de hacerlo es expandir el acceso a servicios de cuidado infantil y educaci¨®n preescolar, las escuelas con horario extendido y la disponibilidad de servicios de atenci¨®n a mayores. La baja oferta de estos servicios obliga a que el cuidado de los ni?os y adultos mayores recaiga en el interior del hogar, lo que aumenta los costes para las madres de participar en el mercado laboral, ya que son ellas las que a¨²n asumen la mayor parte de estas tareas. De igual forma, est¨¢ demostrado que las licencias por maternidad y paternidad balanceadas e intransferibles contribuyen a promover la corresponsabilidad en el hogar para vencer los estereotipos de g¨¦nero, empoderar a las mujeres y facilitar su inserci¨®n laboral.
Asimismo, el momento de los nacimientos es relevante para determinar la oferta laboral y las consecuencias negativas son m¨¢s severas para las mujeres pobres y con bajo nivel educativo. Por esto es clave garantizar informaci¨®n y medios para la planificaci¨®n familiar, ofreciendo acceso universal a educaci¨®n sexual y a m¨¦todos anticonceptivos. Otras medidas de igual importancia incluyen extender la educaci¨®n a las mujeres en situaci¨®n m¨¢s vulnerable, fomentar la flexibilidad laboral y mejorar el dise?o de los programas sociales como las transferencias condicionadas.
La igualdad de g¨¦nero en el mercado laboral no es un problema de mujeres. Se trata de un problema de todos porque, cuando las mujeres avanzan, la sociedad en su conjunto avanza. De hecho, la evidencia muestra que el Producto Interno Bruto (PIB) de Am¨¦rica Latina y el Caribe crecer¨ªa un 16% adicional si la brecha de g¨¦nero en el mercado laboral se cerrara completamente. Sin embargo, a¨²n queda mucho por hacer y el ¨¦xito depender¨¢ de que gobiernos, empresarios y sociedad civil se sumen a estos esfuerzos.
Monserrat Bustelo es especialista s¨¦nior en g¨¦nero y diversidad del BID y Mariana Marchionni es investigadora s¨¦nior del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS)
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