El saber entristece, pero te hace votar

Cuando me siento cada semana a pensar el tema de esta columna repaso la actualidad de los ¨²ltimos d¨ªas, actualidad que en la mayor¨ªa de los casos deja de serlo para cuando la columna se publica. Me gusta escribirla entre domingo y martes, es decir, una semana antes de su publicaci¨®n. Me tomo este espacio muy en serio y, aunque no siempre lo consiga, me esfuerzo por dejar aqu¨ª una reflexi¨®n que merezca la pena, una visi¨®n de la realidad que ayude a lectores y lectoras a pensar o a mirarla de otra manera.

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?Qu¨¦ dir¨ªa Do?a Emilia?

Por caridad

Cuando escribo esta columna lo hago con un fuerte deseo de compartir no s¨®lo ideas; tambi¨¦n lecturas, pel¨ªculas, obras de teatro que creo nos pueden ayudar a entender mejor la realidad o hacerla m¨¢s vivible, m¨¢s hospitalaria. Escribir aqu¨ª es una ofrenda y una invitaci¨®n. Por eso cada semana pienso mucho el tema a tratar. Salvo en algunas ocasiones que escribo de forma reactiva ante un hecho o una noticia que me preocupa o me indigna, normalmente tengo un par de temas danzando durante varios d¨ªas, tambi¨¦n posibles enfoques.

Escribo y reescribo, dejo reposar el texto, vuelvo a ¨¦l horas despu¨¦s, lo repaso varias veces antes de enviar la versi¨®n definitiva. A veces me quedo satisfecha, otras con la sensaci¨®n frustrante de no haber conseguido llegar donde quer¨ªa. En cualquier caso e invariablemente durante este proceso que comparto hoy con ustedes, y sobre todo mientras repaso la actualidad, tengo momentos de agotamiento y tristeza, de perplejidad y hasta desamparo, una especie de cansancio de realidad. A veces me gustar¨ªa no saber, no leer, no escribir, poder cerrar los ojos al mundo y vivir en modo ameba. Unas horas. Unos d¨ªas.

Pienso en los meses que nos esperan, en esta campa?a electoral que ya se me hace por momentos insoportable. Tanto odio, tanta mezquindad, tanta violencia en el lenguaje, tanta mentira. Y recuerdo cu¨¢ntas veces me he abstenido y abstra¨ªdo de la pol¨ªtica porque seguirla y vivirla me causaba demasiado da?o. Se habla estos d¨ªas del peligro del abstencionismo. Si yo no tuviera la profesi¨®n que tengo, si no me viera en la obligaci¨®n de estar informada, creo que ya estar¨ªa cerr¨¢ndome al mundo, decidiendo que ning¨²n representante pol¨ªtico merece mi voto, como he hecho otros a?os electorales. Me refugiar¨ªa en mis lecturas, en el pensamiento abstracto, en lugares remotos en el tiempo y en el espacio para huir de una realidad que me asquea y me hiere. Pero es demasiado tarde, la realidad ya se me ha pegado a la piel.

Pienso en los meses que nos esperan, en esta campa?a electoral que ya se me hace por momentos insoportable

Por eso mismo s¨¦ que este a?o s¨ª voy a votar. Votar¨¦ en las elecciones generales y en las municipales, auton¨®micas y europeas. Votar¨¦, lo confieso, en parte porque tengo miedo a que esa lista que reclam¨® Vox, esa lista de nombres y apellidos de los empleados p¨²blicos de las Unidades de Valoraci¨®n Integral de Violencia de G¨¦nero, sea s¨®lo el principio de una realidad a¨²n m¨¢s espantosa que la presente. Votar¨¦ porque ya siento c¨®mo la pol¨ªtica del odio y la falsedad se expande imparable, como un vertido de petr¨®leo en el mar.

Por m¨¢s que quiera cerrar los ojos, no saber, no entender, ya veo, ya s¨¦, ya entiendo. Ni esta columna ni nada que yo escriba puede cambiar la realidad o el panorama pol¨ªtico de este pa¨ªs. Pero mi voto tal vez s¨ª pueda contribuir a ello. Por eso votar¨¦. Y por eso tambi¨¦n seguir¨¦ escribiendo, para que no se me olvide que la realidad siempre, a mi pesar, est¨¢ ah¨ª afuera.