La il¨®gica del meteorito
Despu¨¦s de escribir ¡°roca gigante¡±, a algunos periodistas se les qued¨® peque?a la idea del diminutivo
El genio del idioma suele seguir criterios l¨®gicos y anal¨®gicos, pero su car¨¢cter divertido puede sorprendernos a veces. Gracias a eso hacemos juegos de palabras o disfrutamos con el humor inteligente de Les Luthiers; por ejemplo, cuando nos explican que si un ¡°mon¨®logo¡± es cosa de uno, al referirnos a la conversaci¨®n entre dos personas deber¨ªamos decir, en justa l¨®gica, que mantienen ¡°un bi¨®logo¡±.
La pasada semana, los diarios informaron de que una roca espacial gigante hab¨ªa explotado el 18 de diciembre de 2018 a 25 kil¨®metros sobre la superficie de la Tierra, en la zona del remoto mar de Bering, y emiti¨® 10 veces la energ¨ªa de una bomba at¨®mica.
Despu¨¦s de escribir ¡°roca gigante¡±, a muchos periodistas se les debi¨® de quedar peque?a la palabra ¡°meteorito¡± para referirse a semejante armatoste; y eligieron ¡°meteoro¡±, quiz¨¢s porque imaginaron que un ¡°meteoro¡± es un meteorito grande. Claro, un artefacto de tama?as dimensiones no congeniaba con ese sufijo. Olvidaban que un meteorito, con su diminutivo y todo, se carg¨® a los dinosaurios de un plumazo.
Seg¨²n el Diccionario, se llama ¡°meteoros¡± a los fen¨®menos atmosf¨¦ricos: el viento, la lluvia, la nieve, el arco iris, el rayo¡ (de ah¨ª ¡°meteorolog¨ªa¡±); mientras que ¡°meteorito¡± equivale a ¡°fragmento de un cuerpo celeste que cae sobre la Tierra o sobre un astro cualquiera¡±. Ambos vocablos proceden del griego meteora: ¡°fen¨®menos celestes¡±. Pero en el lenguaje com¨²n no se toman como iguales.
?Es il¨®gica entonces la lengua espa?ola? Seg¨²n se mire. A veces su l¨®gica se esconde tras una aparente il¨®gica. Por ejemplo, el presente del verbo ¡°decir¡± deber¨ªa ser dico y no ¡°digo¡±. Esa c estar¨ªa en analog¨ªa con el infinitivo del verbo y con la forma ¡°dices¡± de segunda persona. Pero la evoluci¨®n del lat¨ªn al espa?ol estableci¨® que ciertas consonantes situadas entre ciertas vocales tendieran a suavizarse. (Algo similar sucede con ¡°lago¡± a partir de lacus, o con ¡°vida¡± a partir de vita).
As¨ª que este verbo irregular o il¨®gico responde en realidad a una evoluci¨®n regular. De igual manera, algunas asimetr¨ªas de la lengua se corresponden con criterios sim¨¦tricos... m¨¢s ocultos. V¨¦ase por ejemplo la diferencia entre ¡°un enfermo¡± (expresi¨®n habitual) y ¡°un sano¡± (opci¨®n realmente rara). Decimos ¡°el m¨¦dico orden¨® internar ayer a un enfermo¡±, pero no ¡°el m¨¦dico dio el alta ayer a un sano¡± (elegir¨ªamos en su lugar ¡°una persona sana¡±).
Tampoco es normal o¨ªr ¡°para este trabajo tan arriesgado queremos un cuerdo¡± (lo arreglar¨ªamos diciendo ¡°queremos una persona cuerda¡±), pero s¨ª ¡°para este trabajo tan arriesgado queremos un loco¡±.
La asimetr¨ªa aparente de estos ejemplos responde a una l¨®gica. Y se basa en que la anteposici¨®n de un art¨ªculo (en este caso, ¡°un¡±) para sustantivar adjetivos (como ¡°enferma¡±, ¡°sana¡±, ¡°cuerdo¡±, ¡°loco¡±) resulta m¨¢s factible si la cualidad que se expresa es negativa (Nueva Gram¨¢tica, p¨¢gina 945). Y esa misma l¨®gica dentro de aquella il¨®gica nos lleva a ver clara la diferencia entre ¡°tu amigo es listo¡± y ¡°tu amigo es un listo¡±.
El humilde art¨ªculo ejerce ah¨ª un poder calificativo demoledor.
Por pura l¨®gica tambi¨¦n, un meteoro deber¨ªa ser un meteorito grande. Y un meteorito, la versi¨®n peque?a de un meteoro. Sin embargo, aqu¨ª el diminutivo se especializ¨® en designar esos objetos que vemos muy reducidos en relaci¨®n con la Tierra, y que adem¨¢s al chocar con la atm¨®sfera se dividen en pedacitos..., aunque los imaginemos descomunales al compararlos con la peque?ez de nuestra vulnerabilidad.
En cuestiones ling¨¹¨ªsticas, a menudo la l¨®gica es solamente una cuesti¨®n de perspectiva.
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