Si toda la humanidad habla con ?frica
Para que haya democracia tendr¨¢ que haber feminismo b¨¢sico
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Hay un continente, una civilizaci¨®n que vive de espaldas al progreso, hundida en la superstici¨®n, hambrienta y pobre. Dominada por gentes que s¨®lo piensan en su inter¨¦s mezquino. All¨ª las guerras, que impiden conservar y acrecer, son constantes. Sus habitantes huyen como pueden de tanta miseria y tanto abuso. Se arriesgan en el mar. Venden lo poco que tienen y escapan. Les vale cualquier maltrecha embarcaci¨®n. A menudo perecen.
No estoy hablando de hoy: esta era Europa hace dos siglos. Las guerras napole¨®nicas, las hambres recurrentes, los conflictos civiles montaban un paisaje desolador. Pero quiso cambiar y se levant¨® para ello. Fue construyendo, trabajosamente, dignidad y libertades. Cada una de ellas ha tenido un coste astron¨®mico. Dir¨ªa que dos conflagraciones mundiales no son poca cosa. A veces no sabemos el enorme precio de la democracia porque no lo hemos pagado nosotros. Uno de los hechos m¨¢s alentadores de la globalizaci¨®n es el extenderse de la perspectiva democr¨¢tica y, a?ado porque es decisivo, feminista. Las mujeres feministas vienen de lejos y ven lejos. Se miran entre s¨ª desde todos los continentes. Hablamos mucho entre nosotras.
Europa nunca ha sido un continente ensimismado. No es nuestro estilo. Pero hace d¨¦cadas que ?frica se de?sangra bajo nuestra mirada sin que tengamos v¨ªas de acci¨®n. Asistimos, cada vez con mayor angustia, a la rueda de violencia y pobreza que asola al continente porque es peligrosa. Si sigue ese terrible curso, nos acabar¨¢ por arrastrar. La humanidad es una; sufre cuando cualquiera de sus miembros es herido. Nada es inane. Todo se cobra y todo se paga. Si no lo percibimos es que algo nos falla en nuestro sentido interno. La humanidad que contemplamos cuando miramos al otro lado del Mediterr¨¢neo nos viene en oleadas de ansiedad y esperanza. Va siendo hora de que el mundo hable con ?frica y que Occidente se interrogue por ?frica. De ella s¨®lo su norte hizo con nosotros koin¨¦. Y africanas fueron gentes nuestras cuya ense?anza conservamos. Debemos, para empezar, conocerla mejor.
Ese continente, del que toda la humanidad parece haber salido, porque croma?ones somos, es inmenso. Cierto que los desaf¨ªos que enfrenta tambi¨¦n lo son. Guarda riquezas ecol¨®gicas imponentes, materias primas deseables y tambi¨¦n memorias ancestrales. ?Es que no puede ser rico y feliz? Creo que puede. Ning¨²n mal hado preside los destinos humanos, sino que son producto de lo que vamos haciendo. La larga historia de ?frica es penosa. Hay que encontrar el tope al sufrimiento y la barbarie porque nadie los desea ni los merece. Algo sabemos de eso en Espa?a, pues llevamos a nuestras espaldas una historia dura y complicada, fecunda en odio, y por lo tanto est¨¦ril. Y hemos sabido detener esa rueda macabra.
Cierto que un continente entero es un enorme peso. Sin embargo, nuestro feminismo convoca a pensar y encuentra: una receta tenemos, no muy complicada en principio, pero casi milagrosa en sus resultados: cuando las ni?as van a la escuela, y se quedan all¨ª hasta la adolescencia, y las mujeres van al espacio p¨²blico y se quedan hasta que ¨¦se pasa a ser espacio civil, los pa¨ªses mejoran, se hacen buenos para vivir y convivir. Porque nunca se dir¨¢ bastantes veces que el machismo mata, empobrece y estupidiza. La medida es precisa: toda la gente debe escolarizarse, y m¨¢s las mujeres. El camino ya est¨¢ iniciado y con buenos pasos. Para que haya democracia tendr¨¢ que haber feminismo b¨¢sico: llamo as¨ª a la costumbre de admirar a las mujeres libres. La libertad primero se consigue con esfuerzo, pero despu¨¦s se habita con sosiego. Sabemos su medida: la libertad de una sociedad es la libertad de que dispongan las mujeres en esa sociedad. Agudo era Montesquieu. Hay que hacer crecer ese gusto para sembrar civilidad y paz.
La larga historia de ?frica es penosa. Hay que encontrar el tope al sufrimiento y la barbarie porque nadie los desea ni los merece
Nadie nunca gan¨® el futuro volviendo al pasado, aunque momentos hay de grandes tentaciones. Si aqu¨ª las sufrimos, qu¨¦ no ocurrir¨¢ con quien, cuando mira en su direcci¨®n, no logra ver nada. ?frica se dice de muchas maneras, tambi¨¦n reza en varias lenguas y no puede impedir verse tentada por la cultura de la queja. De ah¨ª tampoco nunca sali¨® nada. Hay que construir el futuro con confianza y apoyo mutuo. Porque para el mundo que nos viene ninguna persona est¨¢ completamente preparada. Tenemos s¨®lo un m¨¦todo: disponemos del di¨¢logo y de los canales para hacerlo efectivo. En realidad llamamos empoderarse a lo que hacemos al entendernos. En un mundo multifocal hay que apostar por hablarse d¨ªa y noche. Nosotras lo hacemos.
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