Libertad al volante, as¨ª viven las mujeres saud¨ªes su nueva conquista
Desde hace nueve meses, el Gobierno de Arabia Saud¨ª permite conducir a las mujeres. Un gesto que ha revolucionado la vida diaria de un pa¨ªs en el punto de mira internacional por la merma de libertades y cuyas ciudades carecen de transporte p¨²blico. Muchas saud¨ªes han dejado de depender del ch¨®fer de la casa y han empu?ado el volante. ¡°Conducir te empodera¡±, dice una de las pioneras. Esta es su historia
LOS D?AS comienzan temprano en casa de Razaz Reda. Con dos hijas estudiantes, esta madre trabajadora de 42 a?os sabe que tiene que salir a las 6.30 en punto para dejar a la mayor, Razan, en la guarder¨ªa donde hace pr¨¢cticas este semestre, y a la peque?a, Zahar, en el colegio. Luego vienen 35 o 40 minutos hasta llegar al hospital de Riad en el que ejerce como dietista. ¡°Depende de mi velocidad¡±, admite entre risas, antes de recordar los apuros de los primeros d¨ªas al volante, cuando a¨²n no se atrev¨ªa a coger la autopista y su viaje se prolongaba hasta una hora.
Este relato aparentemente banal esconde una revoluci¨®n. Razaz es saud¨ª y en Arabia Saud¨ª las mujeres solo pueden conducir desde el 24 de junio del a?o pasado, una fecha que para todas ha quedado marcada en el calendario. Llegar hasta aqu¨ª ha sido una carrera de obst¨¢cu?los que las pioneras celebran exhibiendo su destreza a bordo de sus flamantes coches. Hay que haber pasado por su experiencia, en un pa¨ªs de 33 millones de habitantes cuyas ciudades carecen de transporte p¨²blico, para entender lo que significa. Hasta el pasado septiembre, Razaz, su madre y sus hijas depend¨ªan de un conductor que ten¨ªan que compartir y coordinar para ir a sus trabajos, al colegio, a la compra, al m¨¦dico o a visitar familiares.
¡°Dese¨¢bamos poder conducir; esper¨¢bamos que alg¨²n d¨ªa levantaran la prohibici¨®n, pero no sab¨ªamos cu¨¢ndo ocurrir¨ªa¡±, recuerda frente a una taza de caf¨¦ turco antes de empezar otra de sus intensas jornadas. ¡°Soy una mujer divorciada con dos hijas, ?por qu¨¦ necesito tener un conductor en mi casa con todos los gastos que supone algo as¨ª?¡±.
Un ch¨®fer permanente cuesta de media 2.000 riales (500 euros) al mes, m¨¢s alojamiento, comida, seguro m¨¦dico y la comisi¨®n de la agencia de colocaci¨®n. No todas las familias saud¨ªes pueden permit¨ªrselo. A¨²n se desconoce cu¨¢ntos extranjeros han perdido su trabajo como conductores, pero el empleado en casa de Razaz ha sido uno de ellos. Ella y su madre, Wafaa, de 60 a?os, se inscribieron en la autoescuela de la Universidad Princesa Nura (femenina) nada m¨¢s abrirse el plazo, a principios de 2018, y le avisaron de que no hac¨ªa falta que volviera tras las vacaciones de verano. Para entonces confiaban en tener el carn¨¦. Pero la ¨²nica academia para mujeres abierta en la capital (5,2 millones de habitantes) no daba abasto con la demanda.
Frente a los 94 euros que pagan los hombres, las autoescuelas para mujeres cobran 588
¡°Se acercaba el inicio del curso escolar y segu¨ªan sin llamarnos, as¨ª que nos presentamos all¨ª, les explicamos nuestra situaci¨®n y conseguimos empezar las clases y obtener el permiso¡±, rememora Razaz. Sacar el carn¨¦ no requiere la autorizaci¨®n del var¨®n-tutor que las saud¨ªes todav¨ªa necesitan para disponer de pasaporte o casarse. Aun as¨ª, varias entrevistadas se quejan de la larga espera y del precio del cursillo. Frente a los 400 riales (94 euros) que pagan los hombres, las autoescuelas para mujeres cobran 2.500 riales (588 euros) por 20 horas de te¨®rica y 30 de pr¨¢cticas. En Medina, a 840 kil¨®metros al oeste de Riad, a¨²n no se ha abierto ninguna y Nora Alshneifi, de 32 a?os, ha optado por conducir sin permiso; el que sac¨® durante su ¨¦poca de estudiante en Siria ya est¨¢ caducado.
¡°Me ense?aron mis hermanos cuando ten¨ªa 12 a?os y he conducido siempre que me ha hecho falta¡±, conf¨ªa Nora, que trabaja en el departamento de recursos humanos de una empresa local. Su pelo corto y aspecto decidido ayudan sin duda a que pase inadvertida. ¡°Solo una vez la polic¨ªa estuvo a punto de pillarme. Llev¨¦ al s¨²per a mi hermana mayor y aparqu¨¦ en un lugar indebido. Se acerc¨® un agente y me pidi¨® el carn¨¦. Afortunadamente, en ese momento sal¨ªa mi hermana, se dio cuenta de la situaci¨®n, implor¨® al polic¨ªa que no castigara a su hijo y col¨®¡±, comparte divertida.
A la hora en que Razaz llega al hospital, sale de su casa hacia el trabajo Rehaf G., una empleada de la Sociedad para la Conservaci¨®n del Patrimonio. ¡°Aprend¨ª a conducir en Malasia, donde mi padre estaba destinado como diplom¨¢tico¡±, cuenta. Para ella, poder ponerse al volante de su Honda CR-V ¡°hace la vida mucho m¨¢s f¨¢cil¡±. A sus 30 a?os y en v¨ªsperas de casarse, reconoce haber llorado esperando al ch¨®fer.
¡°Quedamos tres hermanas en casa; una estudia en la universidad, otra hace pr¨¢cticas y yo trabajo. Resultaba muy estresante coordinar el conductor y, como tengo horario flexible, siempre me tocaba ceder¡±, explica antes de recordar la vez que se qued¨® colgada tras una clase porque sus hermanas ten¨ªan el coche. Rehaf, que ahora comparte el veh¨ªculo con su madre, cambi¨® su carn¨¦ internacional por uno saud¨ª poco despu¨¦s de que se levantara la prohibici¨®n. ¡°Present¨¦ el anterior, me hicieron un examen en el que tuve que aparcar y conducir un poco; no fue dif¨ªcil¡±, asegura.
Quienes disponen de un permiso reconocido pueden utilizarlo hasta que el pr¨®ximo junio se cumpla el a?o de plazo para canjearlo por uno saud¨ª. Fueron las primeras autorizadas a salir a la carretera el d¨ªa que formalmente se levant¨® la prohibici¨®n.
¡°Hay gente a la que no le gusta conducir, pero las chicas estamos entusiasmadas. Podemos hablar con libertad entre nosotras y muchos ch¨®feres pilotan realmente mal¡±, afirma Rehaf. El mayor problema que ve es la escasez de aparcamiento. ¡°En las gasolineras, los trabajadores nos felicitan, aunque yo preferir¨ªa que hubiera una zona separada para mujeres¡±, a?ade desde detr¨¢s del niqab con el que se cubre el rostro y que revela su adhesi¨®n a valores conservadores.
Al principio las miraban en los sem¨¢foros y los ni?os las se?alaban con el dedo, asombrados
Todas tienen an¨¦cdotas de c¨®mo al principio, cuando paraban en los sem¨¢foros, las miraban desde otros coches, sobre todo los ni?os, que, sorprendidos por la novedad, las se?alaban con el dedo. No recuerdan incidentes desagradables, algo en lo que sin duda ha influido la ley contra el acoso, promulgada casi al mismo tiempo que la que les permite conducir. Ya nadie vuelve la cabeza ante ellas, a pesar de que a¨²n son pocas. Las autoridades no han respondido a El Pa¨ªs Semanal cu¨¢ntos carn¨¦s han expedido. Fuentes de las autoescuelas estiman que se ha procesado una quinta parte de las 120.000 solicitudes iniciales.
Las mujeres entrevistadas saben que su pa¨ªs est¨¢ en el punto de mira internacional por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, el encarcelamiento de varias activistas y la guerra de Yemen. Algunas han pedido no hablar de pol¨ªtica como condici¨®n para participar en este reportaje. Otras han sorteado las preguntas delicadas. Todas, sean cuales sean sus opiniones, exhiben una gran fortaleza personal lejos del estereotipo de mujer sumisa que a los ojos de un occidental proyecta el velo con el que se cubren.
¡°No poder conducir nunca me fren¨®, pero ahora soy mucho m¨¢s productiva¡±, enfatiza Basma Elkhereiji, en Yedda, mil kil¨®metros al oeste de la capital saud¨ª, en la costa del Mar Rojo. Esta empresaria de 38 a?os, que se define ¡°como mam¨¢ ante todo¡± y es una conocida abanderada de la vida saludable en las redes sociales, a¨²n mantiene a su conductor. ¡°Se ocupa de los recados, recoge a las ni?as [de 3 y 11 a?os] del colegio, pero ya no me veo obligada a esperarle para que, entre una cosa y otra, me lleve adonde necesite¡±, describe mientras atiende el m¨®vil y sus colaboradoras entran y salen con mensajes.
Basma, cuyo restaurante The Social Kitchen tiene gran ¨¦xito, estren¨® su carn¨¦ con un viaje a Qasim, a 800 kil¨®metros de Yedda y con fama de ser una de las provincias m¨¢s conservadoras del pa¨ªs. ¡°Cuando se enteraron por las redes sociales de que lleg¨¢bamos, salieron a recibirnos y numerosas mujeres nos felicitaron por la visita¡±, relata mientras busca im¨¢genes del evento en su cuenta de Instagram. Su experiencia parece desmentir la oposici¨®n generalizada de la Arabia profunda a que las mujeres conduzcan, aunque todas las entrevistadas dicen que hay quien no lo ve con buenos ojos.
Para esta mujer hiperactiva, con 50 empleados a su cargo, el fin de la prohibici¨®n significa mucho m¨¢s que poder conducir, medida que enmarca en el proceso de reformas impulsado por el pr¨ªncipe heredero y gobernante de hecho, Mohamed Bin Salm¨¢n, uno de cuyos pilares es la incorporaci¨®n de las saud¨ªes al mercado laboral. ¡°Hace 10 a?os no hubiera podido hacer lo que estoy haciendo. No digo que estuviera prohibido, pero ni siquiera pensaba que fuera posible aqu¨ª, en mi pa¨ªs. Cuando empec¨¦ con el catering, todo el mundo pens¨® que estaba loca; ese no era trabajo para una mujer saud¨ª. Hoy, el entorno ha cambiado. Predomina el ?y por qu¨¦ no? Siento que nada puede pararme¡±.
Basma cuenta que cuando naci¨® su primera hija no quer¨ªa que creciera en Arabia Saud¨ª. ¡°Sab¨ªa lo duro que era porque yo tuve un padre conservador que me dec¨ªa que no pod¨ªa ser lo que yo quisiera. Viv¨ª en un ambiente de segregaci¨®n, no solo f¨ªsica, sino mental. Carec¨ªa de modelos que me inspiraran. Hoy tenemos alpinistas, boxeadoras, esgrimidoras¡, cualquier cosa es posible. Mi hija peque?a va a crecer en un pa¨ªs en el que siempre habr¨¢ podido conducir¡±. Basma sigue argumentando mientras sube a su Lexus todoterreno. Pide que todos se aten el cintur¨®n y pone a todo volumen Heard ¡®Em Say, de Kanye West, de camino a su restaurante, donde todav¨ªa se coloca el delantal dos o tres d¨ªas a la semana.
Shahad Hamad es la primera mujer que se apunt¨® como conductora en Uber
Tambi¨¦n hay conductoras de Uber, como Shahad Hamad, la primera saud¨ª en apuntarse como tal en la plataforma. A sus 23 a?os, esta estudiante de segundo curso de ingl¨¦s dice haber encontrado el equilibrio ideal entre su afici¨®n por el volante y la flexibilidad de este sistema de empleo. ¡°Suelo dedicarle entre cinco y siete horas diarias, pero si tengo ex¨¢menes me quedo en casa estudiando, y no trabajo los fines de semana¡±, explica mientras lidia con la endemoniada hora punta de la capital saud¨ª.
Sac¨® el carn¨¦ a la primera hace siete meses y lleva cinco conduciendo. Tras la sorpresa inicial, su madre ¡ªviuda¡ª y sus tres hermanos no solo respaldaron su deseo de unirse a Uber, sino que la ayudaron a comprar el Hyundai Creta que conduce. Sus vecinos, sin embargo, hicieron saber a su progenitora que desaprobaban la idea. ¡°Mis compa?eras de clase, en cambio, est¨¢n orgullosas de m¨ª y a menudo me llaman para que les d¨¦ una vuelta¡±, dice satisfecha.
Shahad no pierde los nervios ni siquiera cuando un desaprensivo le sale sin ceder el paso de una bocacalle, oblig¨¢ndola a dar un frenazo. Tampoco discrimina entre los viajeros. ¡°Uber ha introducido una opci¨®n para la que quiera atender solo a mujeres, pero no la he activado; las reacciones hasta ahora han sido buenas, aunque algunos hombres se sorprenden o se muestran t¨ªmidos¡±. Claro que a¨²n no se ha topado con ning¨²n pasajero religioso. ¡°Espero no hacerlo porque discutir¨ªamos¡±. Durante a?os, la monarqu¨ªa saud¨ª se escud¨® en la oposici¨®n de los ulemas m¨¢s conservadores para impedir que las mujeres condujeran.
Curiosamente, las ¨²nicas tres ocasiones en que a Shahad le han anulado una carrera ya pedida han sido mujeres mayores. ¡°Una de ellas me explic¨® que le daba miedo porque carec¨ªa de experiencia y pod¨ªa sufrir un accidente¡±, recuerda divertida. Los accidentes que ha tenido, ¡°dos peque?os y uno un poco m¨¢s grave¡±, han sido responsabilidad de la otra parte, ¡°tal como ha admitido el seguro¡±. En lo que s¨ª se reconoce culpable es en las multas que le han puesto por aparcamiento, saltarse un sem¨¢foro y exceso de velocidad. ¡°Es parte del aprendizaje¡±.
A las 12.30, la dietista Razaz ya est¨¢ colgando la bata en su despacho y coloc¨¢ndose la abaya (el say¨®n con el que, en parte por tradici¨®n, en parte por presi¨®n social, se cubren las saud¨ªes) para volver a ponerse al volante. Toca recoger a Razan, de 18 a?os, para llevarla a la autoescuela. Es su primer d¨ªa de pr¨¢cticas, tras haber concluido la te¨®rica. No puede ocultar que est¨¢ nerviosa. ¡°Quiero tener independencia para poder salir con mis amigas¡±, dice.
Las instalaciones, las mismas en las que hace unos meses aprendieron a conducir su madre y su abuela, despertar¨ªan la envidia de cualquier centro europeo. No solo cuenta con un simulador parecido a los utilizados para entrenar a pilotos de avi¨®n, sino con unas extensas pistas donde practicar aparcamientos, rampas y giros. Al menos dos centenares de coches id¨¦nticos esperan alineados a las alumnas, pero solo unas decenas est¨¢n realmente en uso por escasez de instructoras. Varias entrevistadas se quejan de la falta de personal y la lentitud burocr¨¢tica en convalidar los carn¨¦s extranjeros. Las m¨¢s cr¨ªticas lo atribuyen a un supuesto plan para dosificar su incorporaci¨®n a las carreteras.
Mientras Razan hace sus primeros pinitos como conductora, su madre va a buscar al colegio a Zahar, de siete a?os. La benjamina de la familia farda ante sus compa?eras de clase de que tiene una mam¨¢ que conduce y ha venido a recogerla. Hay que fijarse mucho para encontrar otra mujer al volante entre el barullo de veh¨ªculos que se forma a las puertas del centro educativo.
De regreso a casa, el coche atruena con Taki Taki, de DJ Snake, cuyo ritmo siguen madre e hijas. ¡°B¨¢ilame como si fuera la ¨²ltima vez / Y ens¨¦?ame ese pasito que no s¨¦ / Un besito bien suavecito, beb¨¦¡±, braman los altavoces. ¡°Taki Taki¡±, corean las tres al un¨ªsono, una y otra vez, hasta que estallan en una carcajada. La mayor¨ªa de las protagonistas de este reportaje ponen la m¨²sica a todo trapo cuando conducen. No es de extra?ar. Hasta que el pr¨ªncipe heredero introdujo los conciertos, hace un par de a?os, la m¨²sica tambi¨¦n estaba prohibida, ya que el wahabismo (la estricta interpretaci¨®n del islam vigente en el reino) la considera cosa del diablo.
¡°Conducir no es solo una herramienta, supone un cambio cultural profundo. Las mujeres se sienten m¨¢s seguras de s¨ª mismas. No tienes que depender de otra persona para desplazarte. Te empodera¡±, resume Saja Kamal. A sus 28 a?os, es la primera presentadora de Driven, un programa de coches al estilo del brit¨¢nico Top Gear en la cadena de televisi¨®n privada saud¨ª MBC, pero antes ha roto otros moldes como futbolista o piloto de carreras y trabajado como consultora para el Gobierno en asuntos de mujer y deporte.
¡°Gracias a Dios, tuve un padre de mente abierta que me apoy¨®, hasta el punto de que en la empresa le llamaron la atenci¨®n porque dejaba que su hija jugara al f¨²tbol con los ni?os¡±, relata Saja. Ella es la mayor de cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos. ¡°Luego estudi¨¦ en EE UU y cuando regres¨¦, en 2012, sufr¨ª un verdadero choque cultural. Una acumulaci¨®n de peque?as cosas me llev¨® a la depresi¨®n. El tejido de nuestra sociedad te hace sentir inferior [a los hombres]¡±.
¡°No hab¨ªa intimidad. Mi ch¨®fer sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa mi novio o si ten¨ªa la regla¡±
Entre esas ¡°peque?as¡± cosas que le irritaban menciona el no poder conducir su BMW Serie 3 fuera del complejo de la empresa estatal de petr¨®leo y gas Aramco, en la Provincia Oriental, donde trabajaba. ¡°Ten¨ªa que esperar a que el ch¨®fer viniera a buscarme. Y luego estaba la falta de intimidad. Mi conductor sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa mi novio, cu¨¢ndo me peleaba con mis padres o si ten¨ªa la regla¡ porque a veces ten¨ªa que enviarle a comprar compresas. A menudo olvidamos que hay un ser humano al volante¡±.
El recurso a los ch¨®feres extranjeros evidenciaba el absurdo de los argumentos contra la conducci¨®n de las saud¨ªes. Los cl¨¦rigos wahab¨ªes, obsesionados con la segregaci¨®n sexual, dec¨ªan querer evitar el contacto de las mujeres con hombres ajenos a su familia en caso de infracci¨®n de tr¨¢fico o accidente. Sin embargo, no ve¨ªan problema en que compartieran el limitado espacio del coche con un desconocido; transmit¨ªan la idea de que esos trabajadores indios o paquistan¨ªes (en un alto porcentaje) eran seres inferiores con los que las saud¨ªes no emprender¨ªan una relaci¨®n. La extravagancia fue tambi¨¦n fruto del dinero f¨¢cil de los petrod¨®lares.
¡°Necesitamos que la industria automovil¨ªstica nos tenga en cuenta¡±, defiende Saja, quien, harta de las limitaciones saud¨ªes y tras un breve e infeliz matrimonio, se fue a vivir a Dub¨¢i. Ahora, los cambios en su pa¨ªs la han animado a regresar. ¡°No solo pruebo distintos modelos de coches, sino que intento atraer a las chicas al programa con temas que puedan interesarles¡±, precisa. Y eso incluye desde saber mirar los niveles hasta cambiar una rueda. A ella no le asusta mancharse las manos en el taller. Hoy acompa?a a Elham AlDosimany, una colega futbolista de 33 a?os, a examinar el Mercedes CLA 250 que ha adquirido de segunda mano. Acuden al mec¨¢nico de confianza de Saja, Yasin, un sirio entusiasmado con la nueva clientela. ¡°Todas las semanas atendemos a cuatro o cinco se?oras¡±, declara. El potencial le ha llevado a iniciar las obras para ofrecer una recepci¨®n espec¨ªfica para las mujeres.
Mientras Saja se pierde por las calles de Riad en el Porsche Macan S que tiene a prueba este mes, Eman Bukhamseen sale de su trabajo y queda con una amiga para ir a una exposici¨®n. ¡°El coche me da libertad e independencia¡±, concluye esta licenciada en Antropolog¨ªa de 27 a?os. La mayor de ocho hermanos (tres chicas y cinco chicos) de una familia de Al Hasa, en la Provincia Oriental, ha encontrado empleo en la capital con el proyecto Vision 2030 (un plan para reducir la dependencia de Arabia Saud¨ª del petr¨®leo) y reside por su cuenta, algo novedoso en el reino para una soltera. ¡°En Estados Unidos viv¨ªa de forma independiente y cuando se present¨® la oportunidad de instalarme aqu¨ª, mi familia ya estaba acostumbrada¡±, comenta al volante de su SSangyong Tivoli. ¡°El taxi resulta muy caro, as¨ª que me perd¨ªa cosas¡±, admite. Los cambios, subraya, van mucho m¨¢s all¨¢. ¡°En el trabajo antes era la ¨²nica mujer, ahora somos numerosas. Adem¨¢s, este a?o han aumentado las actividades sociales: hay grupos para correr, salir en bicicleta, de bailes latinos o de espa?ol¡±, se?ala en un castellano con ligero acento aprendido en California.
Las mujeres han acogido con entusiasmo esas nuevas posibilidades en un pa¨ªs que hasta ahora equiparaba entretenimiento con inmoralidad. A¨²n les limita la tutela masculina, pero los avances les dan esperanza.
Se ha hecho de noche en Riad. Tras cenar con su madre y sus hijas, Razaz se asegura de que la peque?a Zahar est¨¦ acostada y vuelve a coger el coche. A las 21.00 tiene clase de aer¨®bic. Si por ella fuera, se habr¨ªa apuntado a salsa, pero que una mujer baile en p¨²blico a¨²n est¨¢ mal visto en el Reino del Desierto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Mohamed Bin Salm¨¢n
- Permiso conducir
- Carnet conducir
- Arabia Saud¨ª
- Pen¨ªnsula ar¨¢biga
- Machismo
- Movilidad urbana
- Transporte p¨²blico
- Oriente pr¨®ximo
- Derechos mujer
- Sexismo
- Tr¨¢fico
- Areas urbanas
- Pol¨ªticas movilidad
- Asia
- Mujeres
- Relaciones g¨¦nero
- Prejuicios
- Desarrollo sostenible
- Problemas sociales
- Transporte
- Urbanismo
- Sociedad
- Medio ambiente
- Reportajes