El silencio no siempre es poes¨ªa
Aun cuando Am¨¦rica Latina y el Caribe experimenta avances en la participaci¨®n pol¨ªtica de las mujeres y en su mayor ingreso al mercado laboral, los progresos son todav¨ªa muy desiguales
¡°Entre lo que veo y digo, entre lo que digo y callo, entre lo que callo y sue?o, entre lo que sue?o y olvido, la poes¨ªa¡±, dec¨ªa Octavio Paz en un hermoso poema dedicado a Roman Jakobson. Lamentablemente, esa poes¨ªa se convierte en dolor cuando se ve y calla la violencia que se ejerce contra ni?as, ni?os y adolescentes, y de eso, en Am¨¦rica Latina y el Caribe tenemos para escribir innumerables p¨¢ginas.
En muchos de nuestros pa¨ªses la violencia es un hecho que no se reconoce, no solo porque las cifras pueden estar subrepresentadas, sino porque impera el silencio, porque no levantamos la voz con suficiente fuerza, porque callamos nuestras historias, porque olvidamos ese sue?o compartido de la infancia en un mundo de paz.
Y olvidamos, porque conforme crecemos nos encontramos con una dura realidad, tambi¨¦n compartida: la desigualdad, que es la m¨¢s palpable y lacerante del planeta, y que, sumada a las normas sociales asim¨¦tricas, que se reproducen en las familias, en la escuela y en los barrios, dan vida en nuestra regi¨®n a las diversas formas de violencia contra la adolescencia y la ni?ez.
Es en ese contexto de cultura patriarcal que se construye un imaginario sobre el ser var¨®n o ser mujer, y que recorre nuestras vidas desde el nacimiento. Colores que se impregnan desde que nacemos; llantos permitidos para la ni?a, y dolor prohibido para el ni?o; j¨®venes muchas veces presionados socialmente para ingresar a su vida sexual, mientras las adolescentes aceptan ese inicio por temor al abandono. Se configura as¨ª un?poder silencioso que discrimina y nace de normas sociales autoritarias, transmitidas intergeneracionalmente, que son alimentadas por la pobreza, la exclusi¨®n social, la carencia de pol¨ªticas de prevenci¨®n y de respuesta a las violencias, y la falta de inversi¨®n social.
En muchos pa¨ªses de la regi¨®n, la violencia es un hecho que no se reconoce, no solo porque las cifras pueden estar subrepresentadas, sino porque impera el silencio
Desde la primera infancia ni?as y ni?os aprenden expectativas sociales, actitudes y comportamientos t¨ªpicamente marcados por roles de g¨¦nero. Juguetes para ni?as, juguetes para ni?os. Solo uno de cada seis participa en actividades de aprendizaje temprano con su padre. Una madre m¨¢s presente y un padre m¨¢s ausente configuran identidades que dejan huella.
Con relaci¨®n a la escuela, la mayor¨ªa de los pa¨ªses tiene tasas similares de matr¨ªcula entre mujeres y varones. Es preciso, sin embargo, que la escuela trabaje firmemente en desarticular las inequidades que enfrentan las ni?as cuando la escuela les asigna tareas de trabajo dom¨¦stico como el limpiado o el ornato del aula, frente al deporte y el uso m¨¢s recreativo del tiempo libre en los ni?os. Esta situaci¨®n se agrava a¨²n m¨¢s en el ¨¢mbito rural.
A pesar del avance normativo en muchos pa¨ªses, la violencia de g¨¦nero ha aumentado. En la regi¨®n, cuatro de cada diez ni?as y adolescentes experimentan violencia de pareja a lo largo de su vida, y una de diez, justifica esa violencia. Que un 1,1 millones de ni?as y adolescentes entre los 15 a 19 a?os haya experimentado violencia sexual, o cualquier otro acto sexual forzado desde su infancia, es un crimen que no admite perd¨®n. Se estima que en contextos de emergencia la violencia sexual se agrava.
Aun cuando la regi¨®n experimenta avances en la participaci¨®n pol¨ªtica de las mujeres y en un mayor ingreso al mercado laboral, los progresos son todav¨ªa inequitativos. Nuestros pa¨ªses nos est¨¢n enrostrando que los obst¨¢culos estructurales persisten en Am¨¦rica Latina y el Caribe y siguen poniendo a las mujeres, desde el inicio de la vida, en situaci¨®n de desventaja. Por ello, la tarea por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, particularmente los relacionados con la promoci¨®n de sociedades justas, pac¨ªficas e inclusivas, as¨ª como el vinculado a la equidad de g¨¦nero, debe considerar pol¨ªticas para las ni?as y adolescentes desde su llegada a este mundo.
Este a?o, que celebramos el 30 Aniversario de la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o, es una oportunidad para levantar la voz, para dejar la ambig¨¹edad, para no olvidar el sue?o de una regi¨®n que invierte en las causas estructurales de la violencia, particularmente la de g¨¦nero, que afecta a mujeres y hombres, ni?as y ni?os. Para recordar que el silencio no siempre es poes¨ªa.
Mar¨ªa Cristina Perceval es directora regional de Unicef para Am¨¦rica Latina y El Caribe.
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