Programas

Poca gente lee los programas electorales. Es l¨®gico. Los aficionados a la ficci¨®n literaria disponen de textos mucho m¨¢s hermosos e instructivos en cualquier librer¨ªa. Y ninguna novela exige tanta ¡°suspensi¨®n de la incredulidad¡± como las promesas de un partido pol¨ªtico. Sin embargo, algo parece estar cambiando dentro de este subg¨¦nero. La mayor abundancia de opciones ya no hace tan f¨¢cil votar seg¨²n el m¨¦todo tradicional, es decir, contra alguien: voto a estos para que se vayan aquellos, o voto a aquellos para que no lleguen estos. Ahora hay que hilar m¨¢s fino. No digo que sea necesario estudiarse los programas, pero s¨ª tener en cuenta algunos de sus rasgos esenciales.

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Para empezar, compruebe si un programa determinado incluye bajar los impuestos. De ser as¨ª, preg¨²ntese si es usted rico. ?No? Pues no siga leyendo, no vale la pena. En la historia reciente del mundo occidental solo se han registrado dos descensos significativos de la presi¨®n fiscal sobre los ciudadanos de a pie. Uno fue el aplicado por Ronald Reagan, porque Estados Unidos imprime d¨®lares y puede permitirse un d¨¦ficit colosal. El otro correspondi¨® a Margaret Thatcher y marc¨® el rumbo del Reino Unido hacia un futuro (que ya es presente) como pa¨ªs de pobre cobertura social, ajeno a la Uni¨®n Europea y dedicado a los servicios financieros. El tr¨¢nsito, como vemos cada d¨ªa, resulta doloroso y puede acabar en gran fracaso.

Tenga en cuenta que, al margen de esas dos excepciones, en ning¨²n pa¨ªs bajan los impuestos (salvo para los ricos). Puede que el planeta est¨¦ gobernado por una confabulaci¨®n de idiotas. Tambi¨¦n es posible que los impuestos sean necesarios. Otra cosa es organizarlos mejor. Lo de bajarlos no ocurre nunca.Luego preg¨²ntese c¨®mo se ha confeccionado el programa. Existen tres grandes modalidades: pr¨ºt-¨¤-porter, por sondeo y por asamblea. El pr¨ºt-¨¤-porter sigue las modas internacionales y vale para Estados Unidos, Brasil o Alpedrete. Ahora se lleva mucho la ultraderecha: patria, religi¨®n, xenofobia, armas y neoliberalismo. El programa por sondeo se hace, en cambio, casi a medida del presunto elector. ?Qu¨¦ podemos ofrecerle para que nos perdone de nuevo? ?Qu¨¦ podemos inventar para impedir que vote a ese otro partido nuevo y pr¨ºt-¨¤-porter que nos hace competencia? Todo se realiza por modern¨ªsimas v¨ªas demosc¨®picas. Los grandes partidos tradicionales suelen recurrir a ese proceso de fabricaci¨®n.

Por ¨²ltimo, la f¨®rmula asamblearia o de militancia. De ella se obtienen los programas m¨¢s ambiciosos; suelen combinar la sensatez, la grandilocuencia y el detalle disparatado.

Me permito se?alar como ejemplo de este ¨²ltimo m¨¦todo el programa del Partido Animalista (antes Antitaurino) Contra el Maltrato Animal. A grandes rasgos, aunque no soy partidario de la prohibici¨®n de los toros, me parece el m¨¢s razonable, por su ambici¨®n humanista y ecol¨®gica. Incluso la parte econ¨®mica suena bien. Luego tiene las cosas raritas: la prohibici¨®n de la pesca con ca?a, el fomento de las danzas regionales y as¨ª. Ideas de asamblea. Si sacara alg¨²n diputado, si el voto de ese diputado hiciera falta para aprobar el presupuesto, si el hipot¨¦tico diputado consiguiera a cambio de su voto que las granjas industriales y los mataderos fueran menos indecentes, yo me llevar¨ªa una alegr¨ªa.