Las parteras de Chiapas que se han puesto a repartir DIU
Decenas de mujeres desaf¨ªan sus costumbres ancestrales para dedicarse a la prevenci¨®n del embarazo en la regi¨®n mexicana con menor acceso a m¨¦todos anticonceptivos
Cuando Mar¨ªa Luz era ni?a, las mujeres de su comunidad aplastaban el cord¨®n umbilical de su reci¨¦n nacido para no quedar embarazadas de nuevo. Muchos beb¨¦s llegaron desde entonces. En su humilde localidad de Los Riegos, en el sur de M¨¦xico, se desconoc¨ªan los m¨¦todos anticonceptivos. Y una vez lograron cierto acceso, la religi¨®n y los prejuicios se impusieron para rechazar su uso. Por eso Mar¨ªa Luz D¨ªaz, adem¨¢s de volverse partera hace dos d¨¦cadas, empez¨® a ejercer como planificadora familiar.
¡°Los viejitos nos dec¨ªan que los anticonceptivos eran malos, porque les pod¨ªa dar c¨¢ncer o luego ya no podr¨ªan tener m¨¢s beb¨¦s. Se pensaba que si una mujer se cuida es que va andar de loca con muchos hombres¡±, cuenta. En Chiapas, el estado mexicano con mayor pobreza, tan s¨®lo un 64% de las mujeres se protegen regularmente, seg¨²n datos oficiales que ¨²nicamente contemplan la prevalencia de la anticoncepci¨®n en la poblaci¨®n femenina.
Ese mismo informe arroja que el rezago se acent¨²a en los sectores m¨¢s vulnerables en M¨¦xico: las mujeres sin escolaridad suman el porcentaje m¨¢s bajo de conocimiento funcional (69%), seguidas de las mujeres ind¨ªgenas (75,3%) y quienes viven en zonas rurales (88,4%): factores que en su mayor¨ªa re¨²ne la comunidad tsotsil a la que pertenece Mar¨ªa Luz. ¡°El problema es la falta de informaci¨®n. Muchas vienen con miedo. Piensan que si dejan de menstruar, luego les saldr¨¢ toda la sangre de golpe. Otras vienen escondidas del marido, que no acepta la planificaci¨®n¡±, asegura.
Miedo y rechazo por el desconocimiento
Es el caso de Mayuli D¨ªaz, que llega algo nerviosa a su primera visita. ¡°Al principio mi esposo no quer¨ªa, pero lo convenc¨ª de que tenemos tres chiquitos muy seguidos y apenas alcanzamos a mantenerlos¡±, explica la mujer que a sus 32 a?os desconoc¨ªa la existencia de otros m¨¦todos m¨¢s all¨¢ del cond¨®n, palabra que la ruboriza al pronunciarla. Tras atender su tercer parto, Mar¨ªa Luz le habl¨® sobre las posibilidades de cuidarse: ¡°La religi¨®n puede decir lo que quiera, pero la realidad es que las mujeres siempre han utilizado m¨¦todos. Y siempre voy a apoyarlas¡±.
Parece que si no est¨¢s casada, no tienes derecho a una vida sexual
Anta?o esa prevenci¨®n era mucho menos fiable. ¡°Se utilizaban plantas o la humedaci¨®n (sic) de la vagina. Si la tocas y el moco estira, significa que no puedes tener relaciones. O la mela (alargar m¨¢s de un a?o la lactancia)¡±, se?ala la partera sobre una dificultad de acceso a los anticonceptivos que persiste hasta la actualidad. En M¨¦xico un 28,6% de las mujeres no utilizaron m¨¦todos en su primera relaci¨®n porque no los conoc¨ªan, no sab¨ªan d¨®nde encontrarlos o desconoc¨ªan c¨®mo usarlos, seg¨²n la encuesta poblacional de 2014.
En la rudimentaria habitaci¨®n donde Mar¨ªa Luz atiende a sus pacientes, en su propia casa, guarda tanto jeringas, DIU, como algunos manojos que siembra en su patio. ¡°La planta y el m¨¦todo no se pelean, m¨¢s bien trabajan de la mano, porque las plantas ayudan a las mujeres a levantarles el ¨¢nimo, a curarlas¡±, considera sobre ese contraste entre lo tradicional y lo moderno.
Mar¨ªa Luz se hizo partera por una enso?aci¨®n y por la propia necesidad de su comunidad en una de las regiones del pa¨ªs con peor acceso a la salud. ¡°No hab¨ªa m¨¦dico todos los d¨ªas o quedaban muy lejos. Una noche so?¨¦ que ayudaba a una mujer a parir. Cuando mi cu?ada fue a dar a luz me dijo que pod¨ªa atenderla, porque ya lo hab¨ªa so?ado¡±, relata sobre la on¨ªrica concepci¨®n en comunidades ind¨ªgenas donde la parter¨ªa resulta un oficio ancestral.
A trav¨¦s de la ONG Marie Stopes, con presencia en 37 pa¨ªses, aprendi¨® sobre salud sexual y reproductiva y recibe los utensilios necesarios. ¡°Nos dimos cuenta de que las parteras son una pieza primordial en sus contextos y las mujeres no llegaban tanto a los centros de salud, sino a las matronas que las han atendido por generaciones¡±, afirma B¨¢rbara P¨¦rez, la coordinadora del proyecto en Chiapas, donde del millar de parteras que han capacitado en la ¨²ltima d¨¦cada, apenas 200 han mantenido un trabajo regular con la organizaci¨®n. La baja aceptaci¨®n se debe a las fuertes reticencias todav¨ªa entre las comunidades. Por ejemplo, en las charlas en escuelas los voluntarios utilizan falos de madera en lugar de silicona para evitar escandalizar a los padres, que en muchas ocasiones se reh¨²san a que repartan preservativos a sus hijos.
El lastre de los embarazos adolescentes
¡°Muchas parteras tienen temor al rechazo en sus comunidades, que sean mal vistas. Al igual que sucede con las usuarias que no acuden a los centros de salud porque les da verg¨¹enza¡±, apunta la enfermera, quien a?ade que en la Sanidad p¨²blica a veces les preguntan si ya est¨¢n casadas, ¡°como si al no estar emparejada, no tuvieras derecho a tener vida sexual¡±. En ese sentido, P¨¦rez enfatiza la falta de sensibilizaci¨®n por parte del personal sanitario. M¨¦xico es el pa¨ªs latinoamericano desarrollado con peores ¨ªndices en entrenamiento de profesionales, pol¨ªticas p¨²blicas y prestaciones en educaci¨®n sexual, seg¨²n un informe de la International Planned Parenthood Federation de 2016.
Esas deficiencias junto a la estigmatizaci¨®n han provocado que tan s¨®lo un 34,3% de las mujeres se proteja en su primera relaci¨®n sexual y apenas se haya producido un leve incremento del 4,4% del uso de anticonceptivos entre los adolescentes mexicanos, tal y como indican estudios p¨²blicos. ¡°No hay dinero para comprar m¨¦todos, ni oportunidades para las ni?as. Muchas se casan y se van a tener hijitos con 13 o 14 a?os¡±, asegura Carlota Mart¨ªnez, otra de las parteras del programa de Marie Stopes, sobre los motivos del lastre del embarazo de menores. En su pueblo, Las Rosas, un 90% vive en situaci¨®n de pobreza y por sus calles se ven numerosos ni?os deambulando solos.
Los nacimientos en adolescentes aumentaron hasta alcanzar el 19,4% en 2013 y experimentaron un repunte en 2017, que llevan a M¨¦xico a sumar la tasa m¨¢s elevada entre los pa¨ªses de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE), seg¨²n un reporte de varios organismos internacionales, que sit¨²an las complicaciones en la gestaci¨®n y el parto como la principal causa de muerte en Latinoam¨¦rica entre las mujeres menores de 20 a?os.
Deficiencias en la salud p¨²blica
¡°Con nosotras [las parteras] las pacientes no tienen que sacar ficha o dar explicaciones. No tienen que esperar todo un d¨ªa, estamos disponibles tambi¨¦n el fin de semana. Hablamos en su lengua [ind¨ªgena]¡±, enumera Do?a Carlota las razones por las que las mujeres acuden antes a ella que a los centros p¨²blicos. Esa preferencia y el rol de lideresas que asumen las parteras abri¨® una batalla por parte de la Secretar¨ªa de Salud en los ¨²ltimos tiempos, tal y como indica Do?a Carlota: ¡°Nos retiraron los certificados de nacimiento para prohibirnos asistir partos y amenazan a las usuarias con quitarles los programas de ayudas (Prospera) si no acuden a sus cl¨ªnicas¡±. Ante esos obst¨¢culos y la amenaza a desaparecer, decenas de parteras de Chiapas ¡ªunas 10.000 en todo el pa¨ªs¡ª formaron el movimiento Flor de Ma¨ªz con el fin de defender su oficio.
Por su parte, el Jefe de la Jurisdicci¨®n Sanitaria II de Chiapas, Octavio Couti?o, niega dicho hostigamiento y valora que existe suficiente personal y recursos en el sector p¨²blico para garantizar los derechos reproductivos de la mujer. El puesto de salud que regenta, sin embargo, apenas cuenta con un especialista para alrededor de medio mill¨®n de poblaci¨®n. Los huipiles colorean una sala de espera donde decenas de mujeres aguardan su turno desde hace horas, sumadas a otras tantas horas que algunas han recorrido para llegar hasta San Crist¨®bal de las Casas, la segunda cabecera del estado.
¡°Falta informaci¨®n y concientizaci¨®n en los centros primarios. No hay servicio continuado¡±, reconoce Antonio Corderos, el ¨²nico m¨¦dico en esa zona dedicado a salud sexual. En su consulta tiene en remojo algunos artilugios medio ro¨ªdos y sobre su mesa varios folletos ilustrativos, algunos en tsotsil, que entrega a sus pacientes para informarlas ante la falta de traductores para comunicarse en lengua originaria.
La planificaci¨®n empodera a las mujeres
Otro de los problemas es que ¡°el padre de familia conozca cu¨¢les son los m¨¦todos de planificaci¨®n y se implique¡±, como admite Couti?o sobre las carencias en educaci¨®n sexual. Tan s¨®lo una de cada seis mujeres mexicanas cuenta con la participaci¨®n activa del hombre en la prevenci¨®n de embarazos.
¡°Me cost¨® convencer a mi marido, pero ahora est¨¢ contento. Tenemos m¨¢s tiempo para nosotros sin esa preocupaci¨®n¡±, explica Matilde D¨ªaz, otra de las pacientes de Mar¨ªa Luz, con quien siente ¡°m¨¢s calidez y cercan¨ªa¡± para tratar temas tan ¨ªntimos. ¡°Antes de adolescente eso ni se hablaba, daba pena [verg¨¹enza] incluso ir a la farmacia a comprar preservativos¡±, afirma.
Desde que se coloc¨® el implante, el dispositivo m¨¢s utilizado por ser m¨¢s econ¨®mico, su vida cambi¨® por completo. ¡°Voy ad¨®nde yo quiera, hago lo que quiero y puedo trabajar¡±, asegura Matilde, con dos hijos, como muestra de la independencia y empoderamiento de la mujer al acceder a la planificaci¨®n familiar tras superar las barreras sociales. ¡°Dios nos dijo que tuvi¨¦ramos hijos, pero ellos no piden venir al mundo y a veces una los trae para sufrir. Es una facilidad que nos da la humanidad¡±, argumenta.
Dios dijo que traj¨¦ramos ni?os al mundo, pero no para sufrir
Asimismo, el embarazo adolescente o indeseado reproduce las situaciones de marginalidad. ¡°La mujer que no dispone de m¨¦todos de prevenci¨®n por ser pobre, de zona rural, muchas veces su familia la echa de casa y su comunidad la rechaza. En su mayor¨ªa debe abandonar los estudios. Y as¨ª, seguir¨¢ siendo pobre y sus hijos sufrir¨¢n el mismo problema¡±, advierte a este medio la soci¨®loga Esther Navarro, investigadora en asuntos de g¨¦nero de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM).
Por eso Mar¨ªa Luz cobra la consulta a un euro y medio. Un implante por unos 30 euros. A veces tan s¨®lo trueca por un saco de frijoles. Sabe que cumple una funci¨®n pr¨¢cticamente humanitaria, ¡°porque tener hijos seguidos se vuelve en miseria para la comunidad¡±, manifiesta la partera, para quien, por ese motivo, no hay ninguna contradicci¨®n moral entre su reciente pr¨¢ctica y su labor ancestral.
En la pared de la sala donde implanta los dispositivos hay un mural de Ixchel, la diosa maya de la gestaci¨®n. Varias efigies de cristo cuelgan en la consulta de Do?a Carlota, de 62 a?os. En su juventud las suegras llevaban a las futuras yernas para que las parteras comprobaran si pod¨ªan embarazarse y, por tanto, eran v¨¢lidas. Ella tuvo ocho hijos hasta darse cuenta de la necesidad de vencer esos mitos: ¡°Dios dice que ¡®¨¢rbol que no d¨¦ fruto, hay que derribarlo¡¯. Pero al final derribamos nosotras ese pretexto del pecado¡±.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.