El silbido del perro
Algunos pol¨ªticos de hoy semejan al 'qualunquismo', el experimento demag¨®gico de la posguerra
Hoy se conocer¨¢ si existe esa corriente subterr¨¢nea de gente que, votando, va a cambiar las expectativas generadas por los sondeos, y no detectada del todo por los mismos. Una corriente de la que hasta ahora se ha murmurado a media voz y cuya magnitud y profundidad necesitan comprobarse. Es lo que en t¨¦cnica electoral se denomina anal¨®gicamente ¡°el silbido del perro¡± (concepto prestado por Jos¨¦ Miguel Contreras): existe un sonido que no escuchan los humanos pero que s¨ª detectan los perros.
Esa marea recuerda la experiencia italiana de los a?os cuarenta del siglo pasado del Frente del Hombre Com¨²n. Un periodista de esa nacionalidad, Guglielmo Giannini, cre¨® un partido del mismo nombre, de ideolog¨ªa populista y demag¨®gica, cuyo peri¨®dico L¡¯Uomo Qualunque (el hombre cualquiera) dio lugar al qualunquismo, un movimiento de la gente normal que con lenguaje vulgar y despectivo hacia el resto de los partidos salidos de la Segunda Guerra Mundial ten¨ªa como eslogan ¡°?Abajo todos!¡± y se situaba en las afueras del sistema democr¨¢tico.
La pregunta ser¨ªa la siguiente: ?por qu¨¦ la gente corriente, caladero de votos tradicional de la izquierda, se siente ahora abandonada por ¨¦sta y a la vez y cada vez en m¨¢s pa¨ªses atra¨ªda por las crecientes oleadas conservadora y reaccionaria? Esta gente corriente ¡°que se levanta a las seis de la ma?ana y llega justo a final de mes¡± hab¨ªa sido hasta hace poco el dique de contenci¨®n de las v¨ªas extremistas. Lo ha estudiado el soci¨®logo Ignacio Urquizu en su muy oportuno libro reci¨¦n publicado ?C¨®mo somos? Un retrato robot de la gente corriente (editorial Deusto), que se interroga acerca de si puede producirse un trasvase de votos de las clases trabajadoras a los nuevos partidos m¨¢s radicales y, hasta qu¨¦ punto, la gente normal es o puede ser la protagonista de los movimientos populistas de extrema derecha que recorren las sociedades democr¨¢ticas.
La gente corriente, el hombre o la mujer cualquiera, forma parte de un grupo de personas que son las m¨¢s frecuentes y extendidas en una poblaci¨®n cuyos rasgos (sobre todo su estatus social) resumen perfectamente el conjunto de caracter¨ªsticas de una sociedad, y que se encuentran en el punto medio. Cuenta Urquizu c¨®mo en los ¨²ltimos a?os los cient¨ªficos sociales y los organismos multilaterales han analizado diferentes grupos sociales, otorg¨¢ndoles un gran protagonismo. Por ejemplo, los j¨®venes, los pensionistas, los movimientos de la mujer o las ¨¦lites. As¨ª, se ha invertido una gran cantidad de esfuerzos en analizar la relevancia de las generaciones m¨¢s j¨®venes en las movilizaciones que se produjeron entre 2011 y 2016, o las reflexiones sobre el establishment, especialmente cuando se populariz¨® el concepto de ¡°casta¡±: habr¨ªan sido las ¨¦lites las que habr¨ªan condicionado la Transici¨®n. Sin embargo, no se ha estudiado del mismo modo a la ¡°gente corriente¡±, a la ¡°gente normal¡±, a aquellos que son dif¨ªciles de ubicar en alguna categor¨ªa especial, y que est¨¢n en el origen de victorias electorales como la de Donald Trump en EE UU.
La gente corriente tiene habitualmente un papel vertebrador en muchos momentos hist¨®ricos, ya sea porque determinan las mayor¨ªas o porque su opini¨®n es la m¨¢s extendida en las sociedades; en este sentido es un grupo social mucho m¨¢s relevante de lo que habitualmente se enfatiza a la hora de explicar las transformaciones que se producen. S¨®lo se vuelve la mirada sobre este grupo social cuando una buena parte del mismo emerge a la realidad apoyando posiciones extremas. A partir de hoy se sabr¨¢ si estas capas de la gente corriente son todav¨ªa el muro que frena la moda reaccionaria, o se han unido a esa parte de las clases altas y medias que hasta hace poco eran los principales apoyos de partidos como Vox.
Felipe Gonz¨¢lez ha dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n que la pol¨ªtica es la capacidad de hacerse cargo del estado de ¨¢nimo de la gente. A final del d¨ªa de hoy conoceremos exhaustivamente ese estado de ¨¢nimo. Por ello hay que votar.
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