Plumas en el viento
Lo peor del poder creciente de la mentira es que, igual que la verdad crea hombres y mujeres libres, aquella solo crea esclavos
EL DIRECTOR de teatro Llu¨ªs Pasqual record¨® no hace mucho un comentario de Cary Grant seg¨²n el cual lanzar una calumnia equivale a subirse un d¨ªa de vendaval a una terraza, romper una almohada de plumas y ver c¨®mo el viento se las lleva; luego, cuando se rectifica la mentira y se quiere borrar lo que ha pasado, ya es in¨²til, porque es imposible meter todas las plumas otra vez en la almohada. Grant hablaba por experiencia, y Pasqual tambi¨¦n: en 2018 fue acusado de maltrato laboral por una actriz del teatro que dirig¨ªa, el Lliure de Barcelona; no import¨® que actores presentes en la supuesta vejaci¨®n, como N¨²ria Espert, aseguraran que era falsa: ya no hubo forma de volver a meter las plumas en la almohada. Como ocurre a menudo, detr¨¢s de la mentira hab¨ªa otras cosas ¡ªaqu¨ª, el escaso celo separatista mostrado por Pasqual al frente del Lliure¡ª, y los mentirosos consiguieron su prop¨®sito: echar al director de su cargo. Este tipo de canalladas se han cometido siempre; la diferencia es que ahora, gracias a Internet y las redes sociales, la mentira posee mayor capacidad de difusi¨®n que nunca. El caso de Woody Allen clama al cielo: su hija Dylan Farrow le acus¨® de abuso sexual y, aunque dos tribunales independientes decretaron su inocencia, el director ha sido condenado sin remedio, su productora se ha negado a estrenar su ¨²ltima pel¨ªcula y ha roto el contrato de otras tres que hab¨ªa firmado con ¨¦l. Una mentira casi acaba con la carrera de uno de los mayores cineastas de nuestro tiempo.
Pero ni mucho menos hace falta ser Allen para convertirse en v¨ªctima del poder aterrador que la mentira posee en la actualidad: cualquier persona est¨¢ expuesta a ¨¦l. Perm¨ªtanme un ejemplo min¨²sculo, que conozco bien. Hace un par de a?os publiqu¨¦ una novela ambientada en mi pueblo natal y protagonizada por un joven antepasado m¨ªo muerto en combate en la batalla del Ebro, para escribir la cual hube de documentarme durante a?os. Justo despu¨¦s de su aparici¨®n, un presunto historiador llamado Francisco Espinosa public¨® en un diario digital presuntamente serio un art¨ªculo titulado Javier Cercas blanquea de nuevo el fascismo. Como puede imaginarse por el t¨ªtulo, el texto cosech¨® un gran ¨¦xito y, que yo recuerde, s¨®lo un colega (Sergio del Molino) tuvo la valent¨ªa de bajar al infierno de cobardes de las redes para denunciar aquella patra?a. D¨ªas m¨¢s tarde se public¨® en el mismo diario un ar?t¨ªculo de Luciano Fern¨¢ndez, el historiador que mejor conoce la historia reciente de mi pueblo, porque tambi¨¦n naci¨® all¨ª y se ha pasado la vida estudi¨¢ndola; se titulaba Ante las mentiras de Francisco Espinosa sobre Javier Cercas, y en ¨¦l demostraba sin posibilidad de dudas que el alegato del presunto historiador (quien jam¨¢s ha pisado mi patria chica ni sabe una palabra de ella, ni de mi familia) estaba basado en un mont¨®n de mentiras flagrantes: baste decir que se inventaba que una pobre muchacha sin estudios, salvajemente asesinada por los franquistas, era maestra, para poderme acusar de privar de motivaci¨®n pol¨ªtica al asesinato y arrojarme el cad¨¢ver de la v¨ªctima a la cara. Soy incapaz de definir la catadura moral del autor de semejante haza?a, un sujeto que asegura defender la dignidad de las v¨ªctimas del franquismo y que, ampar¨¢ndose en su fraudulenta autoridad de historiador, las usa como le interesa; lo seguro es que se trata de un ¨¦mulo fiel de Adolf Hitler, quien en Mein Kampf sostuvo con raz¨®n que las mentiras, para ser cre¨ªbles, cuanto m¨¢s gordas, mejor. Sea como sea, el desmentido irrefutable de Fern¨¢ndez apenas tuvo eco, mientras que las trolas de Espinosa ah¨ª siguen, citadas a diestro y siniestro como argumento de autoridad por los desaprensivos de turno; es l¨®gico: pudiendo quedarnos con una mentira abrasiva para la reputaci¨®n de cualquiera, qu¨¦ falta le hace a nadie la verdad.
No quisiera amargarle el domingo, discreto lector, pero ma?ana podr¨ªa ser a usted a quien le rompieran la almohada de plumas. Da miedo, y deber¨ªa dar m¨¢s. Porque lo peor del poder creciente de la mentira es que, igual que la verdad crea hombres y mujeres libres, la mentira s¨®lo crea esclavos. En esas estamos.?
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