?Qui¨¦n paga a los m¨²sicos?
En el tiempo de la cocina convertida en espect¨¢culo de masas y negocio multiusos cobran todos, menos los protagonistas
Acabo de vivir un d¨ªa extra?o. Puede parecer simple pero ha resultado muy especial: me han invitado a participar en un foro gastron¨®mico. El que hayan pensado en m¨ª no es tan extraordinario, aunque por estos y por muchos otros lares las voces que no se acomodan al discurso oficial ¨Cqu¨¦ buenos, qu¨¦ comprometidos, qu¨¦ innovadores, qu¨¦ divinos¡ qu¨¦ poco pensamos en lo que ofrecemos, qu¨¦ intrascendente suele ser lo que hacemos y qu¨¦ aburridos somos- no son las preferidas en conversatorios, mesas redondas, encuentros, actos en escuelas de alcurnia, foros, congresos, festivales, concursos de televisi¨®n y otros saraos consagrados a la gastronom¨ªa de conveniencia. No va por ah¨ª. El pasmo me llega cuando piden que presupueste mi participaci¨®n. ?Me van a pagar! Al menos piensan hacerlo; a estas alturas, motivo suficiente para el sofoc¨®n. El cielo se abre brillante y luminoso. Ya pueden sonar las trompetas del apocalipsis, hay un festejo gastron¨®mico dispuesto a pagar a quienes lo hacen posible.
Se habla de un par de privilegiados que cobran cada intervenci¨®n p¨²blica que hacen, aunque todo indica que no pasa de ser una leyenda urbana. Todos los conocen pero nadie sabe su nombre, una vez les contaron, escucharon al descuido¡ La realidad es muy diferente y afecta, d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, a una parte de los que actuamos en alguna de las siete pistas y media del circo gastron¨®mico: cocineros, periodistas, fot¨®grafos y personajes p¨²blicos de referencia. En el tiempo de la cocina convertida en espect¨¢culo de masas y negocio multiusos cobran todos, menos los protagonistas. El margen de beneficio de los organizadores es sagrado, claro, y para iluminadores, t¨¦cnicos de sonido, responsables de marketing, promotores, taquilleros, jefes de prensa, limpiadores o socorristas, es una actividad profesional m¨¢s. Los que se suben al escenario y ponen la cara, lo hacen a beneficio de inventario.
El cocinero trabaja gratis, como el presentador, el conferenciante, el ponente de la mesa redonda, el miembro del jurado de ese concurso generosamente patrocinado por la marca de referencia o el invitado estrella del concurso de televisi¨®n. El circo de la gastronom¨ªa sobrevive subvencionado por sus protagonistas. Ponemos la banda sonora a una fiesta que alimenta no pocas cuentas corrientes, pero en la que nadie est¨¢ dispuesto a pagar a los m¨²sicos. Cocinar, escribir, hablar, dibujar, reflexionar, activar el obturador de la c¨¢mara o poner la cara para el patrocinador de la fiesta no son trabajos en s¨ª mismos; no merecen ser pagados. La gastronom¨ªa es un photocall en el que los protagonistas son el reclamo que da visibilidad a las marcas de los patrocinadores, a cambio de nada.
No importa de qu¨¦ se trate. Tal vez uno de esos eventos que llaman cocina a cuatro, seis u ocho manos. Hace treinta a?os les dec¨ªamos ¡®Jornadas gastron¨®micas¡¯ y sol¨ªan ser, salvo excepciones muy contadas, la tabla de salvaci¨®n de restaurantes medios y cocinas cutres necesitadas de notoriedad. Hoy pueden entregar gratis recetas para un libro que proporcionar¨¢ ingresos al autor, el fot¨®grafo, el dise?ador, la editorial y la imprenta. Ma?ana ser¨¢n parte de una de esas campa?as promocionales de marcas vinculadas al sector, que re¨²nen a tres o cuatro profesionales en el mismo restaurante y acaban con los cocineros divirti¨¦ndose m¨¢s que el comensal. Una vez m¨¢s cobran casi todos, menos los cocineros, que acostumbran ser llamados a cambio de los gastos y en algunas ocasiones las gracias. Otras, ni siquiera eso.
Lo fascinante es ver como tantos profesionales se siguen prestando a un juego que los convierte en sus principales v¨ªctimas. Unos y otros viven obsesionados con un reconocimiento que ya no se busca directamente con el trabajo en la cocina. Para los cocineros es una de las principales secuelas del ¡®efecto The 50 Best Restaurants¡¯; la otra es el abandono del trabajo en sus restaurantes. Necesitan salir a buscar los votos necesarios para estar en las listas, mantenerse en ellas o escalar posiciones. No importa lo que les pidan, lo hacen. Desde cocinar gratis para cien personas hasta ponerse una chaquetilla con la marca del patrocinador del evento y al final acaban pasando m¨¢s tiempo en el avi¨®n que en su propia cocina. Cosas de la gastronom¨ªa mediopensionista.
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