La carrera espacial de los millonarios gal¨¢cticos
El objetivo de Trump de enviar estadounidenses a la Luna antes de 2024 y la competencia entre emprendedores animan el efervescente sector de viajes al espacio
Artemisa. Hermana de Apolo, diosa de la Luna. Nadie podr¨¢ acusar a la NASA de escatimar en imaginaci¨®n a la hora de alimentar la pasi¨®n de los aficionados al espacio. Poco m¨¢s tiene para ofrecer desde que en 2011 abandon¨® su programa Shuttle, y acept¨® la humillaci¨®n de enviar sus astronautas a la Estaci¨®n Espacial Internacional (EEI) con onerosos billetes para el Soyuz apoquinados al otrora archienemigo gal¨¢ctico ruso.
La agencia espacial norteamericana recurri¨® a la diosa del terreno virgen en la mitolog¨ªa griega, melliza del dios que dio nombre al m¨ªtico programa que llev¨® el primer hombre a la Luna hace ahora 50 a?os, para bautizar su misi¨®n de volver a llevar estadounidenses al sat¨¦lite terrestre. ¡°Estamos emocionados de enviar a la primera mujer y al pr¨®ximo hombre a la superficie antes de 2024¡±, tuite¨® el martes Jim Bridenstine, administrador de la NASA.
De paso, Bridenstine solicit¨® al Congreso mil millones de d¨®lares de presupuesto adicional para hacer realidad el deseo de la Administraci¨®n Trump, expresado en marzo por el vicepresidente Mike Pence, de adelantar en cuatro a?os el objetivo inicial de llevar americanos a la Luna en 2028, proporcionando as¨ª a Donald Trump un glorioso colof¨®n a un eventual segundo mandato. No contento con ello, el insaciable ego del republicano le llev¨® a actualizar su presupuesto, v¨ªa Twitter, con 1.600 millones para ¡°volver a la Luna, y despu¨¦s a Marte¡± durante su presidencia. Ser¨¢ ahora el Congreso el que decida si aprueba la partida de gasto, a costa de un programa de becas estudiantiles.
La NASA cuenta para lograr su objetivo con las compa?¨ªas privadas, menos sujetas a los vaivenes que han lastrado la carrera espacial p¨²blica, de una Administraci¨®n a otra, en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Jeff Bezos, el hombre m¨¢s rico del mundo, fundador de Amazon y de la empresa espacial Blue Origin, se adelant¨® en una semana a la oferta de la NASA, presentando una maqueta de nave que asegura estar¨¢ en condiciones de enviar astronautas a la Luna para 2024. ¡°Oh, deja de vacilar, Jeff¡±, le respondi¨® por Twitter, acompa?ado del emoticono que gui?a un ojo, el tambi¨¦n multimillonario Elon Musk, jefe de Tesla y de SpaceX, que hace dos semanas lanz¨® con ¨¦xito desde Florida la 17? misi¨®n de su contrato de abastecimiento con la NASA. Un cohete reutilizable Falcon, que aterriz¨® de pie en un barco no tripulado despu¨¦s de colocar en ¨®rbita una c¨¢psula Dragon Cargo, que se enganch¨® a la EEI para llevar a los astronautas material cient¨ªfico y suministros. Para el a?o que viene planean llevar y traer a los propios astronautas. Meta hacia la que corre casi en paralelo con otro competidor, ULA, consorcio de Boeing y Lockhead Martin, que ha realizado ya 120 lanzamientos desde 2006.
Detr¨¢s del discurso altruista existen grandes posibilidades de negocio. Los emprendedores espaciales comparten megaloman¨ªa y pasi¨®n
La carrera espacial privada atraviesa tiempos de entusiasmo inusitado. A finales de 2015, SpaceX y Blue Origin lanzaron por primera vez, con un mes de diferencia, cohetes que despu¨¦s aterrizaron con ¨¦xito verticalmente para poder ser reutilizados. Volar al espacio es ahora, pues, m¨¢s barato. Detr¨¢s del discurso altruista con el que visten sus operaciones, a nadie se le escapa que tambi¨¦n existen extraordinarias posibilidades de negocio para quien pueda permitirse estar ah¨ª.
Los emprendedores espaciales comparten la megaloman¨ªa y la pasi¨®n. Pero difieren en sus visiones a largo plazo, que van desde el proyecto orientado al turismo espacial de Richard Branson, hasta la colonizaci¨®n de Marte que persigue Musk, como seguro de vida ante las negras perspectivas de la Tierra, o la idea de Bezos de expandir la civilizaci¨®n al espacio, pero no en planetas sino sobre plataformas construidas por el hombre.
La sociedad no parece compartir la urgencia de avanzar en la exploraci¨®n del espacio, al menos no con su dinero. El 60% de los estadounidenses, seg¨²n una encuesta del a?o pasado, cree que la NASA debe centrarse en monitorizar el clima y detectar meteoritos que pudieran impactar en la Tierra. Solo un 18% y un 13%, respectivamente, defienden que la prioridad debe ser llevar a humanos a la Luna o Marte.
¡°Elegimos ir a la Luna no porque sea f¨¢cil, sino porque es dif¨ªcil¡±, dijo el presidente Kennedy en su famoso discurso de 1962, para lograr apoyo popular al programa Apolo. Hoy son los nuevos emprendedores del espacio, ricos y visionarios, los encargados de dotar de seducci¨®n a Artemisa.
Competir y cooperar
La nueva carrera espacial es m¨¢s compleja que la vieja competici¨®n de la guerra fr¨ªa entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Ahora hay nuevos agentes privados, a su vez competidores y colaboradores entre s¨ª y con las agencias, cada uno con sus propios planes que a menudo van m¨¢s all¨¢ de los de la agencia. La NASA trabaja en su propio cohete, el poderoso SLS, pero a la vez puede aprender de los avances de las compa?¨ªas privadas o contratar con ellas. "Igual que la Darpa (Agencia de Proyectos de Investigaci¨®n Avanzados de Defensa) sirvi¨® de ¨ªmpetu inicial para Internet y cubri¨® muchos de los costes del desarrollo de la red en sus inicios, puede ser que la NASA haya hecho esencialmente los mismo al financiar las tecnolog¨ªas fundamentales", dijo Elon Musk, un a?o despu¨¦s de lanzar SpaceX en 2002. "Al traer al sector comercial, podremos ver la misma dram¨¢tica aceleraci¨®n que vimos en Internet".
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