Pedrer¨ªa, pretensiones y patronistas
Valentino presenta en Par¨ªs una de sus colecciones menos redondas que, aun as¨ª, se corona como una de las mejores de la semana de la alta costura
Para escribir la cr¨®nica de la semana de la alta costura hay que empezar por el final del ¨²ltimo desfile celebrado en Par¨ªs. Es decir, por el momento en el que Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino, decide sacar a los costureros y costureras de su atelier a la pasarela para recibir el aplauso del p¨²blico, que, en pie, les ovacion¨® durante cinco minutos largos. Generalmente son los dise?adores -Piccioli incluido- los que salen a saludar una vez finalizado el show. Los hay fugaces -Raf Simons- y a los que les gusta regalarse -Jean Paul Gaultier salta literalmente de alegr¨ªa-, incluso algunos modulan la duraci¨®n de su aparici¨®n final en virtud de su estado de ¨¢nimo, como Giorgio Armani, que sol¨ªa asomar t¨ªmidamente la cabeza y ahora recorre la pasarela entera sin prisa. Muy pocos reconocen el trabajo de su equipo como ha hecho este mi¨¦rcoles el responsable de Valentino, que ya en sus redes sociales llevaba tiempo presentando a cada uno de ellos. Resulta muy significativo que este gesto sorprenda porque, como explicaba Alber Elbaz esta semana en la presentaci¨®n de su colaboraci¨®n con Tod¡¯s, ¡°la clave para todo funcione en una marca es ganarse al atelier¡±. Decir que ellos son las manos que hacen posible los sue?os de los dise?adores es quedarse corto, porque la realidad, es que, en la mayor parte de los casos, su trabajo consiste en elevarlos.
Tambi¨¦n es revelador que la colecci¨®n menos redonda de Valentino sea una de las mejores que se han visto en esta alta costura. Un hecho que habla por s¨ª solo de la grandeza de la casa italiana y del estado narc¨®tico en el que se encuentra este elitista sector, donde marcas como Elie Saab parecen ancladas en un eterno (pero muy rentable) bucle de cristales bordados, transparencias y escotes vertiginosos, mientras, en el extremo opuesto, Viktor & Rolf hace tiempo que despegaron de la realidad para orbitar en torno a una experimentaci¨®n puramente mercadot¨¦cnica.
Lejos de estas dos interpretaciones de la alta costura, Piccioli quiso convertir su trabajo en el veh¨ªculo de una reivindicaci¨®n social como lleva a?os haciendo su antigua partenaire y actual directora creativa de Dior, Maria Grazia Chiuri. Si ella ha intentado denodadamente hacer bandera del feminismo, el romano pretende ahora defender la diversidad a trav¨¦s de un casting de modelos multirracial y con una espectacular Lauren Hutton como representante de la mujer madura. Pero, sobre todo, mediante una colecci¨®n de dise?os, que, como el mismo reconoci¨®, solo tienen en com¨²n que no tienen nada en com¨²n.
Piccioli es un maestro del color y eso sigue presente. Tambi¨¦n sus delicadas siluetas plasmadas en regias capas de mangas abullonadas y vol¨¢tiles colas, abrigos que caen sobre el cuerpo como agua, vestidos vaporosos con rom¨¢nticos volantes y espaldas al aire,y t¨²nicas de seda y crepe tan sencillas como imponentes. Nadie como Piccioli combina los patrones rectos con pailletes fucsias y tafetanes opulentos. Por eso, resultaba dif¨ªcil encontrar el sentido o la necesidad de incluir piezas de estampados folk indeterminados, tejidos de patchwork que reproduc¨ªan paisajes fant¨¢sticos y pesadas faldas de flecos de lana cocida. Puede que unos vestidos que cuestan lo mismo que un coche no sea el veh¨ªculo adecuado para transmitir un mensaje tan necesario pero tan serio como el respeto a la diversidad. Puede que el simple gesto de compartir los aplausos con su equipo de costureros sea mucho m¨¢s reivindicativo y poderoso.
Sin m¨¢s pretensiones que las est¨¦ticas, Claire Waight Keller acert¨® al apostar por un caos controlado en su colecci¨®n de alta costura para Givenchy. En su propuesta resonaban ecos del trabajo que el malogrado Alexander McQueen firm¨® para la marca, pero en su reinterpretaci¨®n de los armados vestidos de guerrera medieval la balanza se inclinaba hacia la femineidad en detrimento de la energ¨ªa punk original. Los tejidos de cuadros se iban desflecando en faldas que recordaban vagamente a kilts; las plumas, omnipresentes, asomaban bajo los vestidos, decoraban los escotes y, colocadas como si fuesen alfileres, parec¨ªan flotar m¨¢gicamente sobre las prendas; las americanas se cerraban con solapas asim¨¦tricas; y algunos vestidos de corte sirena terminaban en cancanes armados, mientras en otros, las faldas se frunc¨ªan dejando las cintas sueltas e irregulares. Waight volvi¨® a incidir en los estampados de tapicer¨ªa que ya utiliz¨® en su primera colecci¨®n de hombre, presentada en junio en la feria florentina Pitti, la m¨¢s relevante del sector masculino. Esta vez, tampoco fue una buena idea.
Como viene siendo habitual en sus trabajos de alta costura, Waight Keller persigue un dif¨ªcil equilibrio entre lo cl¨¢sico y lo conceptual, lo que a veces hace que su propuesta parezca un poco inconexa. Pero en esta ocasi¨®n, la paleta de color -limitada casi exclusivamente al blanco y el negro-, y los cortes teatrales daban continuidad a una colecci¨®n que al menos transmit¨ªa cierta electricidad en una semana de la moda de bajo voltaje.
La energ¨ªa que destilan los desfiles de Jean Paul Gaultier tiene que ver con el esp¨ªritu festivo, hedonista y extravagante que reina en la pasarela. Las modelos interactuando con el p¨²blico, la banda sonora que siempre celebra ¨¦xitos de la m¨²sica de baile, las copas de champ¨¢n con las que da la bienvenida a los invitados (aunque su presentaci¨®n siempre suela celebrarse a las dos y media de la tarde) y las autorreferencias -ya sea un bustier c¨®nico, como el mi¨¦rcoles, o unas rayas marineras- que Gualtier no elude y que el p¨²blico celebra como un bis en un concierto definen los shows de la marca. Despu¨¦s est¨¢ la ropa. La de esta colecci¨®n ser¨¢ la ¨²ltima que incluya pieles y plumas, seg¨²n asegura el dise?ador. Para el archivo quedar¨¢n entonces trabajos tan delicados como los vestidos de estampado de cebra rematados en plumas de marab¨² y los vestidos de corista con incrustaciones. Junto a ellos, el franc¨¦s present¨® piezas acorde¨®n y voluminosos anoraks que acompa?aban a prendas de encaje o que coronaban otras como el manto de una Virgen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.