El chef que convierte un cardo o una alcachofa en un bocado delicioso
En la cocina del chef Jos¨¦ Manuel de Dios, los vegetales rompen con su papel de eternos secundarios y se reivindican como ingredientes principales. No es su ¨²nico mantra. Hace tiempo que el c¨¢ntabro se ha apeado de la vor¨¢gine creativa. Perfecci¨®n frente a invenci¨®n constante.
Es su fotograf¨ªa de portada en Twitter, pero constituye toda una declaraci¨®n de intenciones. El perfil de Jos¨¦ Manuel de Dios, de 37 a?os, lo encabeza una imagen en blanco y negro de ¨¦l junto a Michel Bras. Para el chef de La Bien Aparecida, en Madrid, y poseedor de un sol Repsol, el franc¨¦s no es solo digno de admiraci¨®n. Su cocina creativa basada en el uso de flores y hierbas comestibles se ha convertido en una religi¨®n en perfecto equilibrio con su otro credo: las verduras. El discurso de este chef c¨¢ntabro nacido en A¨¦s se aleja de aquellos que solo cuentan ¨¦xitos. No le cuesta, por ejemplo, admitir que llor¨® pelando langostinos para bodas cuando a¨²n era un aspirante entre fogones. Tampoco que durante su paso por Francia estuvo a punto de tirar varias veces la toalla y, en una ocasi¨®n, lo prejuzgaron por considerarlo un ¡°pijo¡±. Por momentos, cuando habla de su trayectoria, su relato adquiere tintes pr¨®ximos a la sufrida vida de cocinero que describe Anthony Bourdain en su libro autobiogr¨¢fico Confesiones de un chef. Pero aguant¨®. Y lo hizo gracias al mismo motor que lo llev¨® a los 17 a?os hasta la Escuela de Hosteler¨ªa de Santander: la pasi¨®n.
Sin antecedentes familiares en la restauraci¨®n, De Dios pronuncia sin titubeos el t¨ªtulo del libro que le abri¨® una ventana a la gastronom¨ªa con may¨²sculas. Fue El mercado en el plato, de Mart¨ªn Berasategui. Entonces era solo un chaval que se esforzaba por destacar y que no dud¨® en renunciar a parte de su juventud para aprender de los mejores. Pidi¨® pr¨¢cticas en el Cenador de Am¨®s, de Jes¨²s S¨¢nchez, y pas¨® por Akelarre, de Pedro Subijana, y por El Celler de Can Roca, donde se enamor¨® de la ¡°gastronom¨ªa dulce¡±, encandilado por la anarqu¨ªa y la locura creativa de Jordi Roca. Eso fue justo antes de volver al regazo de Jes¨²s S¨¢nchez, con quien colider¨® el restaurante hasta los 30 a?os.
Pero la vida casi nunca discurre en l¨ªnea recta y en la suya se cruz¨® una novia francesa, la excusa perfecta para cambiar de rumbo y perseguir un sue?o. ¡°Sal¨ª de mi zona de confort. Romp¨ª con mi nivel econ¨®mico y de vida, y me deshice de todo¡±, rememora. Y se mud¨® a Francia, a Burdeos. ¡°Yo ven¨ªa de ser jefe de cocina y de repente empec¨¦ a ser ayudante en un organigrama militar a la francesa, donde est¨¢ todo muy delimitado y cada uno protege lo suyo con celo. No sab¨ªa hablar franc¨¦s, pero aprend¨ª a base de ca?a¡±. Cuando estaba a punto de tirar la toalla, al director del hotel donde trabajaba se le ocurri¨® preguntarle qu¨¦ necesitaba, y ¨¦l, en un arranque de sinceridad casi involuntario, respondi¨®: ¡°He venido a Francia a conocer a Michel Bras¡±. A los 15 d¨ªas estaba contratado en el celeb¨¦rrimo restaurante de Laguiole.
¡°Me he criado en una generaci¨®n en la que todos queremos ser portada de The New York Times y que hablen de nosotros¡±
De Dios ten¨ªa idealizado a Bras. Pensaba que ¡°hablaba con las flores¡± y conocerlo solo reforz¨® su fe, hasta el punto de que todos los a?os pide regresar una semana para ¡°renovar votos¡±. ¡°Cuando llegu¨¦ a Laguiole, me di cuenta de que no ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era Bras. Present¨¦ mis respetos y el jefe de cocina me mand¨® a tomar por saco el primer d¨ªa. Yo, con 33 a?os, con un Audi TT y mis chaquetillas de 200 euros, me hab¨ªa hecho un franc¨¦s pijo y me mir¨® como diciendo d¨®nde va este¡±. A eso hay que sumarle madrugones a las seis de la ma?ana para recoger flores, jornadas agotadoras, presi¨®n, fr¨ªo y vivir en un pueblo ¡°aislado de la civilizaci¨®n¡±. El c¨®ctel perfecto para tocar fondo de nuevo. Cuando estaba a punto de hacer las maletas, entr¨® en raz¨®n al escuchar esta frase: ¡°Que sepas que, si te vas de tu sue?o, te va a estar ?persiguiendo toda la vida¡±. Decidi¨® quedarse y empez¨® a disfrutar. Cocin¨® personalmente para Bras y lleg¨® a ser el jefe de la partida de verduras, la m¨¢s importante del restaurante, la responsable de la elaboraci¨®n de su plato ic¨®nico, la gargouillou, compuesto por m¨¢s de 80 ingredientes vegetales.
La identidad como chef de este franc¨®filo declarado no se entiende, afirma, sin su paso por Bras. Fue all¨ª donde desterr¨® definitivamente la idea de que los vegetales solo pueden ser guarniciones. Una convicci¨®n que hab¨ªa comenzado a forjar junto al navarro Jes¨²s S¨¢nchez, con quien aprendi¨® que los vegetales ¡°son m¨¢gicos¡±. ¡°Michel me ense?¨® a refinar la manera de tratar la verdura, a darle protagonismo¡±, argumenta De Dios. Su cocina huye del tradicional y extendido refrito con ajo y jam¨®n, y una berenjena asada se acompa?a, por ejemplo, con un pesto de hierbas anisadas y caf¨¦, rematada por un buen pu?ado de flores comestibles. El ingrediente con el que logra el equilibrio que persigue en sus platos.
Despu¨¦s de m¨¢s de 20 a?os de amores y desamores con la cocina, De Dios tiene muy claro qui¨¦n es ahora. El chef combate desde los fogones la fugacidad de los restaurantes de moda; cuestiona la ansiedad creativa que, sostiene, se ha apoderado de los cocineros, y defiende unos procesos m¨¢s pausados, en busca de la perfecci¨®n, frente a la invenci¨®n constante. ¡°Somos muy ansiosos. Me he criado en una generaci¨®n en la que todos queremos ser portada de Apicius (una prestigiosa revista de gastronom¨ªa) o de The New York Times y que hablen de nosotros, y hay mucha gente que se frustra muy r¨¢pido¡±.
Berenjena asada con pesto de hierbas anisadas y caf¨¦
Ingredientes
Para la berenjena
- 2 berenjenas japonesas
- 15 mililitros de aceite de oliva virgen
- 1 bolsa de vac¨ªo
Para el pesto de hierbas anisadas
- 40 gramos de cebollino
- 10 gramos de perifollo
- 10 gramos de paico
- 3,50 gramos de chincho
- 10 gramos de r¨²cula silvestre
- 10 gramos de mastuerzo
- 20 gramos de berros silvestres
- 10 gramos de hojas de espinaca
- ? diente de ajo
- 5 gramos de sal
- 20 gramos de almendra cruda pelada
- 20 gramos de aceite de oliva (koroneiki)
Para el aceite de caf¨¦
- 2 litros de aceite de girasol
- ? kilo de caf¨¦ ar¨¢bigo
Para el acabado
- 2 lomos de anchoa
Instrucciones
1. Las berenjenas
Envasar las berenjenas junto con el aceite en la bolsa al vacío y meter al horno al baño María a 160 grados durante 45 minutos.
2. El pesto
Escaldar todas las hojas, refrescarlas en agua y hielo. Agrupar las hojas en bloques de unos 15 gramos aproximadamente y congelar. Triturar poco a poco en un robot de cocina e ir emulsionando con el resto de ingredientes.
3. El caf¨¦
Macerar los dos ingredientes en un lugar seco y bien cerrado durante un mes aproximadamente.
4. Acabado y presentaci¨®n
Con la ayuda de una cuchara, disponer en la base de un plato el pesto de las hierbas anisadas. Colocar encima las berenjenas ligeramente emparrilladas. Terminar el plato con hojas, flores y hierbas de temporada, añadiendo el punto de sal con un lomo de anchoa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.