Conversaciones infantiles que evitan cat¨¢strofes
Las habilidades ling¨¹¨ªsticas que se cimentan en la primera infancia est¨¢n influidas por la cantidad de charlas entre padres e hijos
Hay palabras que son capaces de generar cat¨¢strofes. Pero, para Betty Hart y Todd Risley la cat¨¢strofe temprana ven¨ªa dada por la ausencia de ellas, de 30 millones de palabras, para ser exactos. Estos investigadores norteamericanos encontraron que a los tres a?os, un ni?o de un entorno socioecon¨®mico bajo ha o¨ªdo 30 millones menos que un ni?o de un entorno alto. Y esa diferencia en la exposici¨®n al lenguaje en una etapa tan fundamental como son los primeros a?os de vida est¨¢ detr¨¢s de muchos problemas posteriores: diferencias en los resultados de las pruebas de vocabulario, en el desarrollo del lenguaje y en la comprensi¨®n lectora.
Durante m¨¢s de 20 a?os, esta teor¨ªa, no exenta de controversia, ha tra¨ªdo de cabeza a muchos expertos que ve¨ªan como, a pesar de los esfuerzos, la brecha segu¨ªa sin cerrarse. Posteriores r¨¦plicas han puesto de manifiesto que dos d¨¦cadas despu¨¦s los resultados no respaldan las tesis iniciales, que sosten¨ªan que un 85% de las palabras que los ni?os aprenden provienen del vocabulario de sus padres y de lo que escuchan en casa. El excluir otros entornos verbales procedentes de sus m¨²ltiples cuidadores o las conversaciones indirectas con los ni?os subestiman de forma desproporcionada las palabras a las que los peque?os de bajos ingresos est¨¢n expuestos.
A pesar de las numerosas investigaciones que relacionan la exposici¨®n del lenguaje de los ni?os con sus habilidades ling¨¹¨ªsticas, se sabe poco de los mecanismos neurol¨®gicos que subyacen. Un estudio esclarecedor del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), si bien coincide en que un nivel socioecon¨®mico m¨¢s alto se corresponde con una mayor experiencia ling¨¹¨ªstica y con m¨¢s habilidades verbales, ha encontrado que no es el n¨²mero total de palabras a las que est¨¢n expuestos los ni?os lo que explica esos resultados, sino el n¨²mero de conversaciones entre ni?os y adultos.
El cerebro humano es particularmente flexible en los primeros a?os de vida. Sin embargo, a medida que el ni?o crece, parte de esa flexibilidad se pierde, lo que hace m¨¢s dif¨ªcil (y costoso) compensar deficiencias iniciales
Tras grabar y evaluar las conversaciones que los ni?os ten¨ªan con sus padres y utilizar una Imagen por resonancia magn¨¦tica funcional (IRMf) en la que los peque?os de entre cuatro y seis a?os escuchaban historias, los investigadores encontraron que aquellos que hab¨ªan sostenido m¨¢s charlas con adultos presentaban un ¨¢rea de broca (la parte del cerebro involucrada en la producci¨®n y procesamiento del lenguaje) mucho m¨¢s activa. Y ello se daba con independencia de los niveles de ingresos de los padres, del coeficiente intelectual del ni?o o del n¨²mero de palabras que conociera.
Este estudio proporciona la primera evidencia de que las conversaciones entre padres e hijos est¨¢n asociadas con el desarrollo del cerebro de los ni?os m¨¢s all¨¢ de los ingresos de su hogar. Es decir, que los progenitores (y las conversaciones que mantienen con su prole) tienen el potencial de influir en el crecimiento biol¨®gico del cerebro de los menores. Pero conversar con los hijos no significa hablar a los hijos. Implica una relaci¨®n de ida y vuelta en la que se producen intercambios entre las partes participantes que son cr¨ªticas para el desarrollo del lenguaje.
El cerebro humano es particularmente flexible en los primeros a?os de vida. Sin embargo, a medida que el ni?o crece y se desarrollan y refinan sus conexiones neurol¨®gicas, parte de esa flexibilidad se pierde, lo que hace m¨¢s dif¨ªcil (y costoso) compensar deficiencias iniciales. Los retrasos en la primera infancia aumentan con la edad y se traducen en brechas en el coeficiente intelectual y en el aprovechamiento escolar a los seis y ocho a?os. Charlar con los hijos a diario desde el momento de su nacimiento, conversar con ellos y no hablarles, contribuye a la profundizaci¨®n de las conexiones neurol¨®gicas que redundan en un aumento de las habilidades ling¨¹¨ªsticas. Profundizar en esas relaciones es fundamental para el dise?o de intervenciones y estrategias de pol¨ªticas p¨²blicas en la primera infancia para que no lleguemos tarde y consigamos erradicar la cat¨¢strofe temprana.
Florencia L¨®pez Boo es economista l¨ªder de la divisi¨®n de Salud y Protecci¨®n Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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