?C¨®mo nos comunicar¨ªamos con un extraterrestre?
Entendernos con alguien de nuestro mismo planeta resulta, en ocasiones, complicado. Hacerlo con unos seres ajenos a ¨¦l podr¨ªa ser casi imposible.
Vamos a imaginar que en alg¨²n lugar del universo existen seres inteligentes y que queremos dirigirnos a ellos, o que vienen a vernos, ?ser¨ªamos capaces de comunicarnos? Hace tres a?os, la pel¨ªcula La llegada especulaba sobre esa posibilidad y los problemas que tendr¨ªamos para hacerlo. Pero la realidad ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de lo que se ve en el filme.
El primer problema que habr¨ªa que resolver es que no sabr¨ªamos c¨®mo nuestro visitante integra la informaci¨®n de su medio ambiente. Nosotros somos capaces de detectar un umbral de radiaci¨®n electromagn¨¦tica por los ojos, ondas de presi¨®n por los o¨ªdos, productos qu¨ªmicos con el sabor y el olfato, y temperatura y presi¨®n con el tacto. En este mismo planeta, muchos animales detectan espectros diferentes de luz o escalas distintas de sonido, por no hablar de est¨ªmulos que los Homo sapiens no detectamos, y otros animales, s¨ª, como las aves que gu¨ªan sus migraciones por el campo magn¨¦tico de la Tierra. ?Qu¨¦ sentidos tendr¨ªa un extraterrestre?, ?podr¨ªa ser incapaz de detectar la luz visible, pero que viera los rayos X?, ?o que no oyera nada, pero percibiera radioactividad? Quiz¨¢s. En las sondas Voyager se han incluido im¨¢genes y sonidos de la Tierra, pero si alguna civilizaci¨®n extraterrestre advirtiera esa sonda, nada nos garantiza que sean capaces de integrar esa informaci¨®n.
Para comunicarnos con alguien que no habla nuestro idioma, buscamos referentes que los dos entendamos
Desde que tenemos telescopios y radiotelescopios hemos detectado muchas veces se?ales que no comprend¨ªamos. En 1967 se descubri¨® una proveniente del espacio a la que se llam¨® LGM, abreviatura de Little Green Men (peque?os hombrecillos verdes), porque sus se?ales eran tan regulares que parec¨ªan indicar un comportamiento consciente. Todo apuntaba a que se hab¨ªa establecido contacto con otra civilizaci¨®n. Pero no, era un fen¨®meno natural: radiaci¨®n proveniente de estrellas de neutrones girando muy r¨¢pido, que hoy se conoce como p¨²lsar. Si volvemos a captar un mensaje o queremos enviar uno, ?c¨®mo podr¨ªamos decir o entender que hay alguien detr¨¢s emiti¨¦ndolo? Antes que nada fij¨¦monos en una situaci¨®n por la que todos hemos pasado: tener que comunicarnos con alguien que no habla nuestro idioma. En esas circunstancias, utilizamos alg¨²n referente com¨²n no idiom¨¢tico que los dos entendamos. Si buscamos un restaurante, haremos el gesto de comer. Si queremos saber d¨®nde coger un taxi, haremos el gesto de conducir. ?Por qu¨¦? Porque aunque el interlocutor no hable nuestro idioma, seguro que come y que sabe lo que es un coche. Por lo tanto, con una civilizaci¨®n desconocida habr¨ªa que buscar algo que fuera igual en todo el universo y que pudiera identificarse como una se?al artificial fruto de un pensamiento elaborado y no algo natural.
?Qu¨¦ referentes podr¨ªan ser comunes en todo el universo? Uno muy obvio ser¨ªan las matem¨¢ticas. Cualquier civilizaci¨®n desarrollada debe ser capaz de contar, y si cuentan, saben que hay n¨²meros que solo son divisibles entre 1 o entre ellos mismos, es decir, n¨²meros primos. Por lo tanto, enviar pulsos de radiaci¨®n en diferentes longitudes de onda, placas grabadas pegadas a sat¨¦lites o hilos musicales en una nave espacial formando una serie del tipo 1 pulso, 2 pulsos, 3 pulsos, 5 pulsos, 7 pulsos, 11 pulsos, 13 pulsos, etc¨¦tera, ser¨ªa una se?al inequ¨ªvoca de comportamiento inteligente. No hay ning¨²n fen¨®meno natural que produzca series de n¨²meros primos. El n¨²mero pi o el n¨²mero e tambi¨¦n son iguales en todo el universo, pero aqu¨ª tendr¨ªamos el problema de que no sabemos qu¨¦ base utilizan para contar. Si preguntamos a alguien el valor de pi nos dir¨¢ 3,141592¡, pero si ese alguien contara en sistema binario (como los ordenadores), nos dir¨ªa que pi es 11,00100100001111110110. Podr¨ªamos enviar el valor de pi en pulsos decimales o binarios y que no nos entendieran.
Otro referente com¨²n con un extraterrestre ser¨ªa la tabla peri¨®dica de los elementos qu¨ªmicos. No nos valdr¨ªa el peso at¨®mico, ya que puede variar en diversas partes del universo en funci¨®n de los distintos is¨®topos (¨¢tomos con diferente n¨²mero de neutrones) que aparezcan. Sin embargo, una serie del tipo 1-1, 2-2, 3-1, 4-2 que representara el n¨²mero de protones y los electrones en la capa de valencia (la m¨¢s alejada del n¨²cleo), algo que es id¨¦ntico en todo el universo, podr¨ªa ser reconocida como una referencia a la tabla peri¨®dica y por tanto se?al de una civilizaci¨®n inteligente o, al menos, como la nuestra.?
J. M. Mulet es bioqu¨ªmico y divulgador.
?Es o no un idioma?
La prueba definitiva de que comunicarse con alguien de otro planeta es complicado es que hacerlo con una especie de nuestro mismo planeta se ha demostrado muy dif¨ªcil. Para saber si algo escrito o hablado constituye un idioma podemos utilizar la ley de Zipf, que relaciona la frecuencia de las palabras que aparecen en un idioma y distingue muy bien entre un idioma real y un idioma inventado o algo que no es idioma. Otra forma de saber si algo constituye un lenguaje es fijarnos en la repetici¨®n de determinados sonidos y calcular el ratio de entrop¨ªa. Seg¨²n estos dos criterios, los delfines tendr¨ªan un idioma desarrollado, del que no entendemos pr¨¢cticamente nada. Solo se ha podido descifrar que utilizan nombres propios para dirigirse entre ellos.
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