Gustavo Dudamel, un mes¨ªas de la direcci¨®n de orquesta

Gustavo Dudamel acostumbra a presentarse en los ensayos con unos vaqueros y se arremanga la camisa a semejanza de un escolar travieso. Camina ligero entre los atriles y se encarama al podio con una mueca sonriente, entusiasta, generosa.

Es el director de la orquesta, el amo, pero le desmienten el aspecto adolescente y la indumentaria estudiantil. Exactamente como ocurre con los datos asombrosos de su pasaporte: Gustavo Dudamel, 38 a?os, natural de Barquisimeto (Venezuela).

He aqu¨ª la referencia mesi¨¢nica de la direcci¨®n contempor¨¢nea. Lo comprobaron en el Festival de Perelada (Catalu?a) los mel¨®manos convocados este 10 de agosto, aunque ya lo ungieron cautelarmente Daniel Barenboim, Claudio Abbado y Simon Rattle, valedores de una sant¨ªsima trinidad que ha arropado los pasos de Dudamel custodi¨¢ndolo con los honores y las atenciones de un heredero.

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La madrina, en cambio, se llama Martha Argerich. Hura?a y herm¨¦tica en su dimensi¨®n p¨²blica, pero entusiasta cuando se le menciona al muchacho del pelo rizado y los hoyuelos seductores. ¡°El resultado musical de la Orquesta Sim¨®n Bol¨ªvar supera al de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. No hablo de t¨¦cnica ni de virtuosismo, sino de musicalidad. Que es m¨¢s dif¨ªcil¡±.

Se refiere Argerich a la agrupaci¨®n ¡°de¡± Gustavo Dudamel, aunque la reputaci¨®n internacional del joven maestro le ha llevado a convertirse en maestro titular de la Orquesta Filarm¨®nica de Los ?ngeles. El contrato subraya la filia de Dudamel al continente americano sin menoscabo de una agenda que convoca a las grandes agrupaciones sinf¨®nicas y que interpela al don de la ubicuidad. Tanto se requiere a Dudamel por su talento como por sus cualidades de telepredicador y proyecci¨®n comercial. Se ha convertido en un icono del boom latino y en un personaje people. Lo demuestra su boda en Las Vegas con la actriz espa?ola Mar¨ªa Valverde. Sucedi¨® en 2017, el mismo a?o que Dudamel hab¨ªa inau?gurado en el podio de todos los podios, o sea, el Concierto de A?o Nuevo al frente de la Filarm¨®nica de Viena.

El ¡°sello amarillo¡± de la Deutsche Grammophon madrug¨® para ficharlo en 2005. Quiz¨¢ para dar un sentido circu?lar a las an¨¦cdotas familiares: Gustavito se pon¨ªa a dirigir con un palito en la mano cada vez que su padre hac¨ªa girar los vinilos de Karajan, bucle premonitorio en la ejecutoria de quien se define a s¨ª mismo como un cumplidor de utop¨ªas, un hacedor de imposibles. Dudamel pone como ejemplo el coro de las Manos Blancas. Ni?os sordos y mudos de Venezuela que interpretan m¨²sica ¡°porque la llevan dentro¡±. Una dimensi¨®n espiritual que redunda en la devoci¨®n de Gustavo a la Divina Pastora de Barquisimeto.

Se le requiere en todas partes por su talento, pero tambi¨¦n por su inmensa proyecci¨®n comercial

Ya se lo dijo al Papa en Roma, aunque Benedicto XVI, mel¨®mano, pianista y militante de Mozart, no tuvo la fortuna de asistir a los ensayos extravagantes del prodigio. No habla Dudamel en ellos de compases ni de pormenores t¨¦cnicos. Tampoco se expresa con autoridad ni se deja llevar por las prosaicas tentaciones jer¨¢rquicas del cargo. Prefiere dirigirse a los m¨²sicos como un narrador de cuentos. Mucho m¨¢s cuando tiene delante la partitura de Villalobos y cuando maneja con habilidad seductora el encanto del acento caribe?o. ¡°Esta m¨²sica es nostalgia. Imag¨ªnense ustedes tomando una caipiri?a en una playa de R¨ªo. Y acord¨¢ndose de su novio o de su novia, que est¨¢n lejos. Ese es el estado de ¨¢nimo que se necesita para tocar Villalobos¡±, dec¨ªa Dudamel a los at¨®nitos profesores de la Orquesta Filarm¨®nica de Radio France.

Porque el mes¨ªas de Barquisimeto proviene de una tierra incontaminada. No mira el reloj en los ensayos ni se preocupa de las horas que dedica al estudio: ¡°Mi maestro me dec¨ªa que para descansar ya tendremos el descanso eterno¡±. Su maestro es Jos¨¦ Antonio Abreu, sobrenombre de un demiurgo venezolano cuya misi¨®n cultural, pedag¨®gica, redentora, consigui¨® aglutinar a 600.000 j¨®venes en una red impresionante de orquestas, conservatorios y escuelas. Se llama el Sistema y nada tiene que ver con el obtuso academicismo de Europa ni con la esterilidad de los conservatorios continentales. Dudamel viene del Nuevo Mundo al Viejo para resolver el problema de la cuesti¨®n sucesoria: ¡°Traigo pasi¨®n, ilusi¨®n, ganas. Y admito que me sorprende donde he llegado, pero no es el fruto de casualidad ni de suerte¡±.

Dudamel tambi¨¦n quer¨ªa haber llegado al funeral de Abreu en 2018, pero tuvo que renunciar por haberse enemistado con el r¨¦gimen de Maduro. El presidente venezolano lo hab¨ªa proscrito un a?o antes, como represalia a un tuit en el que criticaba la dureza del r¨¦gimen bolivariano y exig¨ªa que se escuchara la voz de sus compatriotas.

Maduro le reproch¨® su falta de ¨¦tica tanto como le pod¨ªa haber reprochado su falta de memoria, precisamente porque Dudamel condescendi¨® con la ferocidad del tirano durante demasiados a?os y transigi¨® con que la revoluci¨®n del Sistema fuera convertida en un instrumento de propaganda en tiempos de Ch¨¢vez y de Maduro.

Es la letra peque?a de un expediente impecable, el lado oscuro de un director de orquesta cuyo carisma ha inspirado una secuela audiovisual ¡ªMozart in the Jungle¡ª y cuyo reino est¨¢ por iniciarse. Lo dec¨ªa Barenboim: la vida de un director de orquesta empieza a los 50 a?os.