Las mujeres revolucionan la m¨²sica urbana
Son estrellas de la m¨²sica urbana hecha en espa?ol. Un g¨¦nero que cosecha tantos seguidores como cr¨ªticas por las letras de algunos de sus referentes masculinos. Esta nueva revoluci¨®n liderada por mujeres cuenta con un mensaje sin tab¨²es. Reivindican el poder femenino. Juegan con sus propias reglas. Y las imponen a la industria. Desde YouTube hacia un p¨²blico masivo.
LA SESI?N de fotos ya ha terminado, pero eso no impide que Alba Farelo siga posando. La cantante que eligi¨® la jerga jamaicana para bautizarse como Bad Gyal (¡°chica mala¡±) se mueve con determinaci¨®n ante la c¨¢mara de un smartphone. Enfundada en un vestido ajustado y con unos tacones inhumanamente altos, hace ondear sus extensiones con cada giro de cuello, exudando carisma y divismo de manera completamente consciente. Sabe que se encuentra en un punto importante, en uno de esos pasos que pueden marcar una carrera; a finales de abril se anunci¨® su fichaje por el sello estadounidense Interscope, el mismo que descubri¨® a artistas globales como Eminem, Lady Gaga o Lana del Rey. Una maniobra con la que da un salto desde la independencia hacia el centro mismo de la industria musical internacional. ¡°Mi problema no es que haya hecho demasiado, sino que quiero hacer m¨¢s. Soy muy ambiciosa¡±, explicar¨¢ un poco m¨¢s tarde.
El de Bad Gyal es el rostro de una nueva generaci¨®n de artistas, una que ha nacido en las periferias, se ha propagado a trav¨¦s de Internet y a la que ahora las fronteras f¨ªsicas o ling¨¹¨ªsticas empiezan a qued¨¢rseles peque?as. Tras la explosi¨®n internacional de Rosal¨ªa y el asalto de C. Tangana al mundo latino, se ha abierto una puerta, la de la exposici¨®n global, que a menudo estaba blindada a los artistas que utilizan el espa?ol como veh¨ªculo de expresi¨®n. Y es la escena urbana la que ha conseguido, por fin, colarse por esa rendija.
Pese a que practican g¨¦neros musicales diversos ¡ª desde el trap estadounidense al reguet¨®n caribe?o o el dancehall jamaicano¡ª, a los m¨²sicos urbanos les une el origen callejero de su sonido, una actitud desafiante con las normas habituales de la industria musical y el hecho de que producen un efecto extremadamente visceral entre el p¨²blico. Se los ama y se los odia con el mismo fervor. Hijos de las redes sociales, reciben las cr¨ªticas m¨¢s sangrantes al mismo tiempo que acumulan reproducciones de sus v¨ªdeos por millones. Entre todo ese ruido medi¨¢tico est¨¢n reescribiendo el concepto de la estrella de la m¨²sica en la era digital. Son el cambio de paradigma.
¡°Las ni?as moviendo las nalgas. / La Bad Gyal va fuera de Espa?a¡±.(Jacaranda, Bad Gyal).
¡°Llevo cuatro a?os en el negocio de la m¨²sica como artista independiente. He tenido muchas experiencias, he viajado y trabajado mucho. Quiero vivir de esto todo lo que pueda y s¨¦ a d¨®nde quiero llegar¡±. Ya sin la ropa de la sesi¨®n de fotos, con un cigarrillo en la mano e intentando abrir una lata de coca-cola con esas u?as imposiblemente largas que son celebradas entre sus fans, Bad Gyal demuestra una ambici¨®n tranquila. Hace apenas cinco a?os, trabajaba en una panader¨ªa de su pueblo, Vilassar de Mar (Barcelona), y su madre la ayudaba en sus primeros pasos como artista. ¡°Empec¨¦ muy joven, con 19 a?os, y ella me dijo: ¡®?Que no hay m¨¢nager? Pues venga, me lo como yo¡¯, en plan madre de la Pantoja¡±, relata. Ahora su canci¨®n Santa Mar¨ªa, en la que colabora con el m¨²sico jamaicano Busy Signal, supera los siete millones de reproducciones en YouTube. De momento.
El ritmo al que se mueve la m¨²sica urbana actual es as¨ª, vertiginoso y cambiante. Tan r¨¢pido que es dif¨ªcil de definir. En 2015, el grupo Pxxr Gvng introdujo en Espa?a el sonido del trap, una evoluci¨®n del rap forjada en la ciudad de Atlanta y marcada por el sonido agresivo y unas letras crudas sobre sexo y drogas. Desde entonces esa palabra, trap, se ha utilizado hasta el desgaste, al mismo tiempo que abr¨ªa una v¨ªa a artistas diversos que, a falta de una mejor definici¨®n, han quedado enmarcados en la etiqueta urban, prestada del mercado estadounidense. Su conexi¨®n con el p¨²blico m¨¢s joven, el que consume m¨²sica fundamentalmente a trav¨¦s de YouTube, y la ruptura de barreras que les proporciona haber crecido a trav¨¦s de las redes sociales los ha llevado a un crecimiento al que todav¨ªa no se le pone l¨ªmites.
¡°Esto est¨¢ empezando, las personas que han conseguido llegar a EE UU han abierto la veda¡±, explica Sof¨ªa Conti. Nacida en Argentina, comenz¨® pinchando en San Sebasti¨¢n bajo el nombre de Flaca hasta convertirse en una de las DJ m¨¢s conocidas dentro de la escena del reguet¨®n espa?ol. ¡°Tanto Tangana como Rosal¨ªa han abierto el camino para todos los que lleguen detr¨¢s haciendo otra cosa. Poder grabar con un micro en tu piso, o aprender a cantar o a pinchar a trav¨¦s de Internet, le ha abierto las puertas a la gente. Me da la sensaci¨®n de que antes la industria musical era algo mucho m¨¢s cerrado. Ahora cualquiera puede intentarlo desde su casa¡±.
Leonora Casacu ha vivido de cerca este auge de la m¨²sica urbana como jefa de producto en una multinacional, trabajando con artistas como Dellafuente o el propio C. Tangana. Ella se?ala varias claves para explicar este auge. ¡°En la m¨²sica todo son etapas y ciclos, pero aqu¨ª lo que ha sucedido es que dentro del mainstream solo estaba representada una clase de p¨²blico. Se estaban consumiendo productos prefabricados desde hac¨ªa muchos a?os, estaba todo muy estancado hasta que ha llegado una generaci¨®n que ha crecido con otras referencias, consumiendo a trav¨¦s de Internet¡±. Estas nuevas v¨ªas de entrada han cambiado tambi¨¦n la perspectiva de lo que representa un artista. ¡°Tienen otra reglas. Antes el m¨²sico se dedicaba a la m¨²sica e igual no ten¨ªa en cuenta todas las dem¨¢s variantes de su carrera. Ahora se consume tanto la m¨²sica de alguien como su Instagram, no interesan solo las canciones, sino tambi¨¦n la imagen. Lo que ha enganchado al p¨²blico es lo que representan¡±.
De esta forma, los j¨®venes que han crecido en un entorno posterior a la crisis econ¨®mica global han sabido aprovechar los medios a su alcance para intentar esquivar la precariedad. ¡°Se hablada de ellos como de una generaci¨®n perdida, y al final es una generaci¨®n supercreativa¡±, contin¨²a Casacu. ¡°Est¨¢n explorando muchos g¨¦neros, tienen referentes mundiales porque ya no existen barreras y puedes escuchar lo que quieras, y toda esa creatividad se ha ido contagiando. Hay una barbaridad de artistas j¨®venes, cada uno con una personalidad muy marcada y una autenticidad brutal. El fichaje de Bad Gyal por el sello estadounidense Interscope es un ejemplo claro, porque ya se est¨¢ viendo que son productos que pueden funcionar internacionalmente¡±, concluye.
¡°Rompe las reglas, / no quieras ser una m¨¢s¡±.
(Qui¨¦n quieres ser, Deva)
¡°Hace poco fui a La resistencia, donde me vio mucha gente que no me conoce, y estoy flipando por las cosas que me ponen en Instagram. Me llegan muchas guarradas, uno me dice que si soy una puta, otro que qui¨¦n me creo que soy, que si canto fatal¡ En serio, ?a la gente qu¨¦ le pasa en la cabeza?¡±. Jorgelina Andrea del Valle, m¨¢s conocida como Ms. Nina, relata as¨ª su paso por el programa presentado por David Broncano, en el que ya han aparecido varios rostros de la m¨²sica urbana. ¡°Ahora estas cosas me la sudan, pero hay veces que te levantas y no est¨¢s bien, ves eso y te caga el d¨ªa¡±, a?ade.
Es el reverso negativo de la ascensi¨®n repentina de una serie de artistas que se mueven a la velocidad que se reproducen los likes en las redes sociales. En una era en la que el odio se propaga sin control en Internet, los artistas urbanos han aprendido a convivir con las cr¨ªticas m¨¢s sangrantes. Porque quiz¨¢s ning¨²n otro movimiento musical ha recibido en Espa?a un nivel de rechazo tan pronunciado. ¡°A m¨ª me dicen que lo que yo hago no es cantar, que la m¨²sica de verdad es la de Sabina¡¡±. Alba Casas, Albany de nombre art¨ªstico, enumera los reproches que le llegan cada d¨ªa a trav¨¦s de sus redes sociales, entre los cuales se repite el uso del Auto-Tune, el efecto de modulaci¨®n de voz omnipresente en gran parte de los nombres del g¨¦nero. ¡°Es que no es lo mismo; si te gusta Sabina, escucha eso, pero no vengas a decir que esto no vale porque no te gusto yo, ni esa ni la otra. Hay bastante acoso, pero ya me pasa menos porque directamente bloqueo a todo el mundo¡±.
¡°Casi todos los g¨¦neros urbanos han pasado por el rechazo¡±, apunta Leonora Casacu para explicar estas reacciones. ¡°Cuando naci¨® el hip-hop tambi¨¦n se dec¨ªa que no era m¨²sica, y el reguet¨®n es un g¨¦nero de la calle que ahora llega al mainstream. Viene de las clases bajas y tiene que seguir una evoluci¨®n. En Espa?a se le ha maltratado much¨ªsimo¡ y ahora esa misma gente que lo criticaba est¨¢ bail¨¢ndolo¡±.
En efecto, desde su introducci¨®n en el mercado espa?ol a mediados de la pasada d¨¦cada, el reguet¨®n ha cargado con una imagen denostada de la que todav¨ªa le cuesta desprenderse. ¡°Hay mucho de ¡®esto no es m¨²sica de verdad¡¯. Hermana, es igual que cualquier canci¨®n mainstream que escuchas. Tiene los mismos compases, los mismos arreglos¡¡±, argumenta Flaca. ¡°Yo me fijo mucho en Francia e Inglaterra, que tienen una gran poblaci¨®n de migrantes desde hace m¨¢s tiempo, y creo que en Espa?a nos quedan todav¨ªa muchas cosas por entender y hablar. Hay un componente de racismo muy fuerte que est¨¢ repuntando y que me est¨¢ dando miedo, pero creo que entre todes vamos a poder con esto¡±.
La ostentaci¨®n es otro de esos argumentos que se enarbolan contra los m¨²sicos que practican estos g¨¦neros. En efecto, ver un videoclip de trap o dancehall es exponerse a una buena raci¨®n de bienes de consumo inaccesibles para la mayor¨ªa, desde ropa a joyas o coches deportivos. ¡°Evidentemente se hace un uso aspiracional del lujo, como si uno se hiciera millonario a base de aparecer cargado de oro en los videoclips¡±, explica Ernesto Castro, doctor en Filosof¨ªa por la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro El trap. Filosof¨ªa millennial para la crisis en Espa?a, de pr¨®xima aparici¨®n en la editorial Errata Naturae. ¡°Este es el pensamiento m¨¢gico de la econom¨ªa de la ostentaci¨®n en la que vivimos hoy. Pero tambi¨¦n hay quienes utilizan la est¨¦tica del lujo como pura provocaci¨®n, y otros que se han re¨ªdo de este consumo conspicuo¡±.
La ideolog¨ªa, o la falta de ella, es una de esas cuestiones que persiguen a los g¨¦neros urbanos, extrapolando esa acusaci¨®n a toda una generaci¨®n m¨¢s all¨¢ de lo musical. ¡°Hoy los modernos no quieren distinguirse culturalmente de la clase baja, sino identificarse con ella¡±, sostiene Castro. ¡°Los que ayer criticaban a los gafapastas por elitistas hoy se enfadan con los traperos por plebeyizantes. Son cosas del p¨¦ndulo de la moda¡±. Para ¨¦l, el trap y otros g¨¦neros asociados no son pol¨ªticos ni apol¨ªticos. ¡°Yo los califico de impol¨ªticos, entendi¨¦ndolo como aquello que todav¨ªa no se ha politizado pero que es susceptible de hacerlo en el futuro. Hay traperos expl¨ªcitamente pol¨ªticos, pero ninguno de ellos se pone en el lugar de las v¨ªctimas o de los oprimidos, como hace el rap pol¨ªtico, o act¨²a como un agente de denuncia externo al poder. En el trap pol¨ªtico la cr¨ªtica del poder es, al mismo tiempo, una forma de autocr¨ªtica¡±.
¡°Levanta de la cama y vete pal baile. / Mueve ese culo y deja que hablen¡±.
(Reinas, Ms. Nina)
Otras veces, el rechazo llega desde otros ¨¢mbitos. Dentro de los t¨®picos asociados a las m¨²sicas urbanas actuales, se citan algunos que cuestionan su posicionamiento en la sociedad actual. El machismo, dentro de una escena tradicionalmente copada por los hombres, es uno de ellos. Tambi¨¦n algo que la gran mayor¨ªa de artistas femeninas ha sufrido en primera persona. ¡°A m¨ª un m¨²sico de mi ciudad me lleg¨® a decir que yo lo ¨²nico que ten¨ªa eran mis tetas¡±, recuerda Deva Joseph. Esta joven cantante santanderina abandera una nueva manera de entender el rhythm and blues, tamizado con influencias recientes. ¡°A los hombres tambi¨¦n se los critica, pero por lo que yo he visto a las mujeres se las putea m¨¢s. Sobre todo cuando haces algo fuera de lo convencional y ense?as algo. La gente en Espa?a es muy conservadora para todo, hasta para votar¡±, a?ade.
¡°Que si comes pollas, que si no s¨¦ qu¨¦¡ Ahora ya me la pela, pero la gente dice constantemente cosas sobre ti¡±, recuerda Bad Gyal. ¡°Se pone en duda tu credibilidad, tu talento¡ De m¨ª se ha dicho que tengo mucha pasta y me ha ido bien por eso. Yo ya he explicado toda mi puta vida en entrevistas, algo que no me mola nada hacer, para intentar que la gente entienda que si no le gusta lo que hago me parece muy bien, pero yo no voy a parar porque se me ponga en duda. Yo a m¨ª misma no me pongo en duda. No puedo permit¨ªrmelo¡±.
Dentro de las muchas paradojas que encierra el g¨¦nero urbano est¨¢ el hecho de que una escena a la que se acusa de sexualizar a la mujer est¨¦ generando un gran n¨²mero de artistas femeninas, que rivalizan en popularidad y alcance medi¨¢tico con sus compa?eros hombres. ¡°Con el perreo, por ejemplo, la gente cree que la mujer est¨¢ sometida, pero si vas a una pista de baile ves que la que manda es la mujer¡±, explica Flaca. ¡°Cuando surgen cosas nuevas hay gente que tiene miedo de que le quiten el espacio, de sentirse fuera de lugar. En Espa?a hay m¨¢s mujeres haciendo cosas diferentes y los hombres hacen todos un poco lo mismo¡±.
La manera cruda y sin autocensura de representar el sexo en los g¨¦neros urbanos sigue produciendo fricciones con parte del p¨²blico. El ¨²ltimo ejemplo es la reciente cancelaci¨®n del concierto de C. Tangana en la Semana Grande de Bilbao a causa de unas letras calificadas de ¡°machistas y despectivas hacia la mujer¡± en una iniciativa promovida a trav¨¦s de Change.org que consigui¨® m¨¢s de 16.000 firmas. ¡°No solo el reguet¨®n es racista, clasista y machista, todos los g¨¦neros lo son. Lo que pasa es que es m¨¢s expl¨ªcito y, como venimos de esta cultura heredada de la religi¨®n, choca¡±, sostiene Flaca. ¡°En todos los g¨¦neros musicales la presencia femenina ha sido m¨¢s baja, pero esto se est¨¢ dando la vuelta completamente, ahora esto nos pertenece a nosotras¡±.
Esa manera de pervertir los estereotipos de un g¨¦nero y dotar de nuevo sentido a ciertos conceptos se refleja de modo muy visible en el lenguaje. ¡°Hace cuatro a?os hice unas pegatinas con la palabra ¡®puta¡¯ porque la escuchaba todo el rato¡±, explica Ms. Nina. ¡°La ve¨ªa en la calle, en pintadas, y pensaba que para m¨ª no era un insulto. Hay una doble moral cuando eres chica. Si puta es estar con un mont¨®n de t¨ªos, ?los t¨ªos que est¨¢n con muchas t¨ªas qu¨¦ son? Ahora creo que es una palabra que est¨¢ normalizada, ya no la escucho como un insulto¡±.
Al mismo tiempo que se enfrentan al machismo, el que impera en la sociedad y el que se encuentran en sus ¨¢mbitos profesionales, est¨¢n ayudando a redefinir el papel de la mujer dentro de la industria musical. Muchas veces, esquivando los golpes. ¡°A veces hablo con compa?eras y veo a gente que ha tenido que cambiar cosas porque no se nos da credibilidad, no se cree en nuestro producto, relata Deva. ¡°Pero las mujeres estamos poniendo el co?o sobre la mesa, y tenemos que ir a¨²n m¨¢s decididas. Decir que queremos esto y esto¡±.
Entre sus luces y sus sombras, sus aparentes contradicciones y los terabytes de opiniones, a favor y en contra, las mujeres de la m¨²sica urbana han logrado no solo hacerse escuchar, sino tomar el control de su carrera y de toda una escena. ¡°Hac¨ªa falta salir y crear cosas nuevas, que es lo que nos toca ahora¡±, resume Flaca. ¡°Como generaci¨®n que ha tenido todos los recursos, porque hemos crecido con Internet, es momento de crear y de crear cosas que no estaban hechas, de abrir caminos que no estaban abiertos¡±.?
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