Boris, sin ideas
Los primeros encuentros del primer ministro brit¨¢nico con sus pares han sido infructuosos
Boris Johnson empez¨® su mandato de primer ministro ¡ªno electo¡ª amenazando. Primero, con que una retirada brit¨¢nica de la Uni¨®n Europea sin acuerdo anular¨ªa el compromiso de su antecesora, Theresa May, de restituir a la Uni¨®n las contribuciones financieras adeudadas, entre 45.000 y 60.000 millones de euros. Luego, el de respetar el estatus actual en la isla de los ciudadanos europeos. Esas bravatas no movieron ni un solo pelo a los l¨ªderes comunitarios. Pues son sendos bumeranes. Impagar las facturas pendientes perjudicar¨ªa al Reino Unido al cancelar su presencia en programas europeos, de investigaci¨®n, tecnolog¨ªa aeroespacial y hasta de ayudas agr¨ªcolas, que tanto le benefician. Y laminar los derechos c¨ªvicos de los residentes europeos ser¨ªa una invitaci¨®n a que los 27 hiciesen lo propio con sus residentes brit¨¢nicos.
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Agotada esa fase por ineficaz, el sucesor de May entra al fin en materia. Pide a sus socios la supresi¨®n de la salvaguarda (backstop) por la cual el norte de Irlanda se mantendr¨ªa en la uni¨®n aduanera durante todo el per¨ªodo de transici¨®n hasta un nuevo tratado que regule una nueva relaci¨®n euro-brit¨¢nica. Pero suprimirla es imposible. Implicar¨ªa que Reino Unido permanece al tiempo dentro y fuera del mercado europeo, y este desaparecer¨ªa si normas (contrarias a las suyas) se impusieran, permitiendo que productos que incumpliesen las reglas comunes transitasen sin tasa por su territorio: la Rep¨²blica de Irlanda lo es.
Los l¨ªderes europeos, de Angela Merkel a Emmanuel Macron, de Donald Tusk a Pedro S¨¢nchez, han invitado a Johnson en su primera gira europea a realizar una propuesta concreta alternativa que sea viable. May intent¨® dar con ella durante tres a?os. Y fracas¨®. Porque simplemente no existen ¡ªal menos de momento¡ª las tecnolog¨ªas avanzadas con que armar una frontera invisible. No es que Johnson no quiera dise?ar una idea distinta ¡ªque tambi¨¦n¡ª, sino que simplemente no puede, por imposibilidad material. El primer ministro alega que la UE siempre negocia. Y es as¨ª, mientras resulte factible, y preferentemente para alcanzar acuerdos m¨¢s que rupturas.
Los primeros encuentros con sus pares han sido infructuosos, salvo para iniciar la culpabilizaci¨®n mutua de un Brexit sin acuerdo que cada d¨ªa que pasa hacia la fecha-guillotina del 31 de octubre se antoja m¨¢s probable. De poco le servir¨¢ a Johnson esa maniobra. Los informes econ¨®micos elevados a su Gobierno perge?an un escenario de caos absoluto, par¨¢lisis y desaprovisionamiento en caso de Brexit sin acuerdo. Y como no es la UE quien expulsa al Reino Unido, sino este quien se va, la carga de la prueba de sus desgracias recaer¨¢ sobre su dirigencia. Lo sabe ya la sociedad brit¨¢nica.
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