El rostro del hom¨ªnido que se acostumbr¨® a caminar erguido
Un cr¨¢neo completo de 'Australopithecus anamensis' encontrado en Etiop¨ªa muestra los rasgos de una especie clave en la evoluci¨®n de la humanidad
Adquirir nuevos conocimientos no siempre ayuda a ver m¨¢s claras las cosas. Saber menos libera la imaginaci¨®n y permite crear explicaciones m¨¢s elegantes, aunque se acerquen menos a la verdad. Eso, comenta Antonio Rosas, es lo que est¨¢ sucediendo con el estudio de la evoluci¨®n humana. ¡°Cuanta m¨¢s informaci¨®n tenemos sobre los procesos evolutivos, m¨¢s complicados parecen¡±, dice el investigador del CSIC. Hoy mismo se ha presentado una joya paleontol¨®gica que muestra el rostro de uno de nuestros ancestros y se convierte en una nueva pieza del rompecabezas de un pasado que parece cada vez m¨¢s complejo.
El f¨®sil es un cr¨¢neo casi completo de un hom¨ªnido que vivi¨® hace 3,8 millones de a?os en lo que hoy es la regi¨®n de Afar, en Etiop¨ªa. Lo encontr¨® en 2016, en la zona de yacimientos de Woranso-Mille, un equipo liderado por Yohannes Haile-Selassie, investigador et¨ªope del Museo de Historia Natural de Cleveland (EE UU). Despu¨¦s de tres a?os de estudio, este mi¨¦rcoles se publican dos art¨ªculos en la revista Nature en los que se cuenta que se trata de un Australopithecus anamensis, un ancestro de Lucy, el f¨®sil de una Australopithecus afarensis que se hizo famoso como el primer hom¨ªnido conocido que hab¨ªa empezado a caminar erguido.
La humanidad se gest¨® en un proceso de millones de a?os que, por lo que se sabe, tuvo ?frica como escenario principal. All¨ª, algunos simios comenzaron a abandonar los ¨¢rboles empujados por cambios en el clima o la competencia con otros animales y se alzaron sobre sus pies para recorrer largas distancias en busca de recursos con las manos libres para crear tecnolog¨ªa. En el relato de esa historia, hasta hace poco, algunos cient¨ªficos defend¨ªan que unas especies daban lugar a otras, en una sucesi¨®n lineal que acabar¨ªa en nosotros, el pin¨¢culo de la creaci¨®n. El cr¨¢neo MRD, como se conoce al A. anamensis encontrado en Woranso-Mille, complica esta narraci¨®n.
La edad del f¨®sil, de 3,8 millones de a?os, indica que los anamensis convivieron durante 100.000 a?os con sus descendientes afarensis. Esto cuestiona la hip¨®tesis, postulada hasta hace poco por el mismo Haile-Selassie, de que una especie dio lugar a otra y de que la aparici¨®n de una supon¨ªa la desaparici¨®n de la ancestral. ¡°Este descubrimiento modifica la idea de evoluci¨®n lineal de una especia m¨¢s antigua en una m¨¢s moderna, pero que est¨¦n juntos no es incompatible con que uno sea ancestro del otro¡±, puntualiza Rosas.
Haile-Selassie no quiere especular sobre la posibilidad de que, como ha sucedido con especies humanas distintas como los neandertales, los denisovanos o los sapiens, estas dos especies tuviesen sexo y descendientes, pero las similitudes que confirma el nuevo cr¨¢neo hacen pensar que no ser¨ªa descabellado.
Los anamensis no son los primeros hom¨ªnidos que comenzaron a andar sobre sus pies. Otras especies como Ardi, que vivi¨® hace 4,4 millones de a?os tambi¨¦n en Etiop¨ªa, o Sahelanthropus tchadensis, una especie con m¨¢s de 6 millones de a?os de antig¨¹edad encontrada en Chad, ya empezaron a ponerse de pie. Pero segu¨ªan pasando gran parte de su vida colgados de los ¨¢rboles. Los anamensis, como se?ala Luis Gibert, investigador de la Universidad de Barcelona y coautor de uno de los art¨ªculos que hoy publica Nature, vivieron en ¡°un entorno m¨¢s bien ¨¢rido, dominado por arbustos y hierbas m¨¢s que por bosques¡±. Aunque seguir¨ªa subi¨¦ndose a los ¨¢rboles, las condiciones de su mundo les empujaron a caminar con mucha m¨¢s frecuencia y sus f¨®siles sugieren que estaban mucho m¨¢s capacitados para hacerlo.
El propietario del cr¨¢neo que hoy presenta Nature vivi¨® en un tipo de sabana algo diferente de las inmensas llanuras de Memorias de ?frica, seg¨²n explica Manuel Dom¨ªnguez Rodrigo, codirector del Instituto de Evoluci¨®n en ?frica de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. ¡°Son sabanas donde hay espacios abiertos y espacios arbolados y el acceso a los alimentos depende de las estaciones. Son lugares muy distintos de las selvas. Los frutos son m¨¢s escasos y solo se consiguen en ¨¦pocas determinadas y eso hizo que diversificasen la dieta, algo que se ve por los dientes de este cr¨¢neo, m¨¢s grandes y con el esmalte m¨¢s grueso. Tambi¨¦n les oblig¨® a desplazarse m¨¢s y ah¨ª el bipedismo es muy eficaz para recorrer grandes distancias y ahorrar energ¨ªa¡±, se?ala.
Pese al peque?o tama?o del cr¨¢neo de este macho, sus colmillos son muy grandes, algo que sugiere que la especie no era mon¨®gama
El nuevo cr¨¢neo nos muestra una evoluci¨®n que casi parece tortuosa cuando se compara con el planteamiento lineal de una especie primitiva a la que sucede otra m¨¢s moderna. MRD ten¨ªa una cara muy parecida a la de sus descendientes afarensis, pero la parte trasera del cr¨¢neo parece algo del pasado y recuerda a la del m¨¢s primitivo Sahelanthropus. Con unos 370 cent¨ªmetros c¨²bicos de capacidad craneal est¨¢ cerca de los chimpanc¨¦s y en esa diminuta calavera comparte un rasgo con estos animales. Sus caninos tienen, en proporci¨®n, un gran tama?o. ¡°Esto es un indicador de dimorfismo sexual, nos dice que su estrategia reproductora no es mon¨®gama sino todo lo contrario. Los machos compiten por reproducirse como entre los chimpanc¨¦s y los gorilas¡±, indica Dom¨ªnguez Rodrigo.
El peque?o tama?o del cr¨¢neo tambi¨¦n abre nuevos misterios. La estatura de este individuo no deber¨ªa superar por mucho el metro, algo que no concuerda con el metro y medio, similar al de los machos de la especie de Lucy, que se hab¨ªa calculado para otros parientes de MRD a partir de un f¨®sil de tibia atribuido a su especie. Siempre quedar¨¢ la duda de lo representativo de su especie que fue aquel individuo cuyo cr¨¢neo se conserv¨® fosilizado, pr¨¢cticamente completo, durante casi cuatro millones de a?os.
Una teor¨ªa para aclarar el caos
Los humanos actuales, que empezaron a serlo un poco cuando aquel simio que hoy da la cara comenz¨® a patearse la sabana et¨ªope busc¨¢ndose la vida, necesitan compartimentar la vida para entenderla. La Edad Moderna comienza con la ca¨ªda de Constantinopla y los neandertales son algo completamente distinto de los sapiens. Pero la realidad se descubre mucho m¨¢s complicada y no se deja ordenar en estanter¨ªas. Parece que la evoluci¨®n cre¨® muchos prototipos de aquellos hom¨ªnidos ancestrales, con rasgos entreverados y pasos atr¨¢s. Cuando los chimpanc¨¦s se separaron de nuestro linaje es posible que tiempo despu¨¦s la especie supuestamente m¨¢s avanzada volviese a hibridar con la primitiva.
¡°A medida que vamos teniendo m¨¢s informaci¨®n, las ideas sencillas ya no sirven para explicar la diversidad que encontramos¡±, reconoce Rosas. ¡°Para volver a tener ideas sencillas y elegantes, creo que no nos valdr¨¢ encontrar m¨¢s f¨®siles. Necesitamos un marco te¨®rico m¨¢s sofisticado¡±, contin¨²a. Como los f¨ªsicos que persiguen el sue?o de Einstein, una teor¨ªa de unificaci¨®n que logre explicar de una vez por todas el universo, los antrop¨®logos buscan la explicaci¨®n que ayuden a dar sentido a los millones de a?os de probaturas que dieron lugar a una especie capaz de hacerse tantas preguntas.
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