Hijos del hormig¨®n
Vivir en una zona u otra refleja diferencia de expectativas. No hay igualdad de oportunidades
Nacer en un barrio u otro de una gran ciudad marca el riesgo de exclusi¨®n de los ciudadanos. Esta realidad, que se ha demostrado en Madrid a trav¨¦s de un ¨ªndice de vulnerabilidad creado por el Ayuntamiento bajo la alcald¨ªa de Manuela Carmena, sirve para la mayor¨ªa de las grandes urbes del planeta. La globalizaci¨®n ha disminuido sin duda las desigualdades entre unos pa¨ªses y otros, pero la ha incrementado en el interior de cualquier naci¨®n; hay Terceros Mundos dentro de las ciudades del Primero. Vivir en una zona u otra refleja diferencias en la sanidad, la educaci¨®n, la dependencia, la cultura, los transportes y, sobre todo, en las expectativas sociales. La igualdad de oportunidades brilla por su ausencia.
El ¨ªndice de vulnerabilidad mide la potencialidad de que la poblaci¨®n de un espacio urbano sea afectada por alguna circunstancia adversa; se dan unas determinadas condiciones de riesgo, fragilidad y desventaja que har¨ªan posible la entrada en una situaci¨®n cr¨ªtica de desfavorecimiento, entendido ¨¦ste como la aparici¨®n de una situaci¨®n de exclusi¨®n que podr¨ªa llegar a consolidarse. Se compone de ¨ªtems tales como el n¨²mero de habitantes y la tasa de inmigrantes, la esperanza de vida, el nivel de estudios, la renta media de los hogares, la tasa de paro, el n¨²mero de parados mayores de 45 a?os, los desempleados sin prestaci¨®n, el valor catastral de las viviendas, la tasa de demanda de dependencia, las familias perceptoras de rentas m¨ªnimas, la tasa de servicios asistenciales a domicilio o la tasa de teleasistencia.
Hace m¨¢s de tres a?os que el polit¨®logo y periodista Julio Embid public¨® un libro (Hijos del hormig¨®n, Ediciones La Lluvia) en el que, a trav¨¦s del manejo de las estad¨ªsticas y, simult¨¢neamente, del trabajo de calle, evidenci¨® las flagrantes diferencias que exist¨ªan entre vivir en la periferia sur de Madrid y otras zonas de la capital. Embid preguntaba ret¨®ricamente al lector de su libro: ¡°?Crees que hay las mismas tiendas en la avenida de la Albufera que en la calle de Serrano?¡±. Caminando encontr¨® un pornogr¨¢fico anuncio que dec¨ªa: ¡°Cedo piso al final de la calle de Antonio L¨®pez a cambio de poder trabajar de manera estable¡±. Transar el uso de una vivienda a quien le proporciona a su due?o un empleo fijo. Una perversi¨®n: econom¨ªa de trueque entre desiguales. Hijos del hormig¨®n recordaba mucho al c¨¦lebre ensayo de Owen Jones Chavs (editorial Capit¨¢n Swing). En una coyuntura en la que se han tratado de difuminar las diferencias entre la clase trabajadora y la clase media, equipar¨¢ndolas, ambos textos reivindican la existencia de ambas clases por separado: no las conforman las mismas personas, a las cuales identifican con distintos intereses y que, en ¨²ltimo grado, tienen diferentes condiciones de vida. ¡°Chavs¡± es un concepto peyorativo utilizado en el Reino Unido para referirse a la subcultura de la clase trabajadora. En el coraz¨®n del t¨¦rmino se intenta ocultar la realidad de la clase trabajadora: reza el mantra generalizado de ¡°somos de clase media¡±, seg¨²n el cual la clase trabajadora ha tomado por fin el ascensor social. En los a?os de la Gran Recesi¨®n ha sucedido justo al contrario.
Siguiendo los procedimientos de Jones, Embid desarrolla el concepto de ¡°econom¨ªa de la miseria ajena¡±, compuesta por negocios cuya generaci¨®n de beneficios radica nuevamente en la pobreza, la desesperaci¨®n y la crisis de los dem¨¢s. Est¨¢n instalados en los barrios desfavorecidos, en mayor abundancia que en los otros, tres tipos de estos negocios: las casas de apuestas y de juegos (que han desplazado a las antiguas tragaperras en las que muchas personas se dejaban r¨¢pidamente sus emolumentos y sus ahorros), las casas de empe?o, y las tiendas de esoterismo y brujer¨ªa.
El proceso de crecimiento y el desarrollo de muchas grandes ciudades se ha caracterizado en las ¨²ltimas d¨¦cadas por una falta de homogeneidad que ha dado lugar a la existencia de enclaves que pueden ser calificados como vulnerables. Habitar en una zona u otra de una gran ciudad puede duplicar las posibilidades de sufrir esa vulnerabilidad.
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