Las firmas italianas reafirman su ADN
La Semana de la Moda de Mil¨¢n refuerza su apuesta cambiando su calendario y dando m¨¢s protagonismo a Prada y Gucci
Mil¨¢n empieza con Prada y termina con Gucci. La c¨¢mara italiana de la moda ha decidido cambiar el calendario habitual para abrir y cerrar con los dos pesos pesados de esta cita bianual. As¨ª se asegura que editores y compradores permanezcan en la ciudad toda la semana y acudan a desfiles y presentaciones de marcas menos influyentes. Y, por ahora, es precisamente la idea de influencia la que planea sobre estas dos primeras jornadas de desfiles.
El mi¨¦rcoles, Miuccia Prada present¨® una colecci¨®n con la que revisit¨® alguno de esos hitos que convirtieron a la firma milanesa en la gran prescriptora en materia de estilo: punto, chaquetas armadas, cuellos abotonados, prendas sin rematar, elementos que, en el cambio de siglo, definieron a la mujer de Prada como una mujer de est¨¦tica compleja y ecl¨¦ctica, al margen de modas y tendencias. Ahora que la firma milanesa no est¨¢ pasando por su mejor momento ¡ªlas ventas han ca¨ªdo y ense?as como Balenciaga o la propia Gucci acaparan la atenci¨®n medi¨¢tica¡ª, Miuccia apela a sus cl¨¢sicos para reforzar su identidad. Puede que no haya sido la mejor colecci¨®n de la casa, pero s¨ª ha sido un ejercicio de reafirmaci¨®n: ahora que el maximalismo, la pirotecnia y los estilismos locos marcan la pauta en las pasarelas, Prada da un paso atr¨¢s y cambia el derroche por el rigor.
N. 21, sin embargo, ha hecho todo lo contrario. En lugar de moldear su identidad se ha dejado llevar por la influencia de terceros. La marca de Alessandro del Acqua casi siempre ofrece juegos de vol¨²menes en sus colecciones. Esta vez, el dise?ador ha preferido apostar por vestidos fluidos, estampados florales y trajes sastre deconstruidos, tres elementos muy recurrentes en las pasarelas actuales, pero que juntos en una misma colecci¨®n convierten la propuesta en algo difuso. Hoy, que ya no se puede hablar de colecciones funcionales y/o comerciales porque cualquier cosa, por extra?a que sea, puede llegar a convertirse en un ¨¦xito de ventas, o moldeas un estilo reconocible y coherente o corres el riesgo de diluirte frente a la competencia.
Aunque, sin duda, la que lo ten¨ªa m¨¢s dif¨ªcil estos d¨ªas ha sido Silvia Venturini. La dise?adora se enfrentaba a su primera colecci¨®n en Fendi sin Karl Lagerfeld. Y ha superado la prueba sobradamente. Con la imagen de un sol naciente al fondo de la pasarela ¡ªmet¨¢fora de una nueva etapa¡ª la marca ha abierto su siguiente cap¨ªtulo sin caer en lo f¨¢cil, es decir, sin dejarse llevar por el legado del creador alem¨¢n. Venturini ha dise?ado prendas inspiradas en la bohemia refinada de los setenta, piezas en las que se puede apreciar la maestr¨ªa artesanal, ADN de la casa, pero cuya est¨¦tica est¨¢ muy en sinton¨ªa con el presente: mezcla de distintas texturas, de la gasa al pl¨¢stico pasando por la seda y, por su puesto, por la piel; siluetas que van de lo fluido a lo r¨ªgido y accesorios muy funcionales. Fendi ha rejuvenecido unas cuantas d¨¦cadas. Si hace unos a?os su est¨¦tica evocaba el clasicismo y la tradici¨®n, hoy juega con la comodidad y la irreverencia.
Pero si de lo que se trata es de influencias e identidades, las dos primeras jornadas de la Semana de la Moda de Mil¨¢n acogieron a dos de los mejores ejemplos de ello: el primero, Armani, capaz de hacer las cosas a su manera durante 40 a?os. El extenso desfile de Emporio Armani fue precisamente eso, un par¨¦ntesis en la b¨²squeda de tendencias y novedades de corta duraci¨®n. El dise?ador milan¨¦s nunca ha ocultado que lo suyo es hacer piezas c¨®modas y f¨¢ciles de llevar. Esta vez, y utilizando una paleta de color esencialmente en tonos pastel, del rosa empolvado al azul cielo, ha hecho lo que mejor sabe hacer: chaquetas sastre en mil y un estilos, trajes de dos piezas en todos los largos y texturas y blusas sofisticadas. Quiz¨¢ no aporte nada nuevo, pero no hace falta porque Armani es la prueba de que si algo funciona, no hay que tocarlo.
El segundo ejercicio en torno a la identidad lo protagoniz¨® MM6, la l¨ªnea asequible de Maison Margiela. Si en la primera l¨ªnea John Galliano intenta hacer suyo el legado de la marca, en esta, creada por un equipo de dise?o, se apela a su fundador, el m¨ªtico (y an¨®nimo) Mart¨ªn Margiela. O al menos, eso intentan. El mi¨¦rcoles decidieron ocupar una nave industrial destartalada para exhibir una colecci¨®n que juega, entre otros elementos, con los vestidos de novia inacabados de est¨¦tica punk. En definitiva, intentaron recrear la receta que hizo c¨¦lebre a la firma de origen belga hace unas cuantas d¨¦cadas. La pregunta es si tiene sentido. Pocas de las piezas que pudieron verse pueden ponerse a la venta y, lo que es m¨¢s importante, intentar resucitar una identidad que emergi¨® en un momento, un tiempo y un espacio que no son los de ahora no lleva a ninguna parte.
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