Un algoritmo facial inesperado
La reconstrucci¨®n de la cara de una ni?a denisovana a partir de su ADN supone un salto en la gen¨®mica
Justo ahora que estamos aturdidos por los talentos del reconocimiento facial, sus indudables avances t¨¦cnicos, sus notables deficiencias y los proyectos empresariales y pol¨ªticos para utilizarlo en la persecuci¨®n del crimen ¨Cincluidos cr¨ªmenes tan espantosos como saltar una frontera para ganarse la vida¡ª, justo ahora, resulta que hay un tipo enteramente nuevo de algoritmo facial que no est¨¢ escrito en ristras de ceros y unos en un chip de silicio, sino en la secuencia de cuatro letras (gatacca¡) del ADN. Lee en Materia c¨®mo unos investigadores espa?oles e israel¨ªes han logrado hacer un retrato robot de una ni?a denisovana partiendo exclusivamente de su genoma. Un trocito min¨²sculo de la ¨²ltima falange del dedo me?ique de la ni?a de aquella especie extinta ha permitido reconstruir su aspecto f¨ªsico. Es un logro asombroso.
Muchos genetistas consideraban probable esta haza?a. Al fin y al cabo, conocemos desde hace medio siglo que hay genes de la forma, segmentos de c¨®digo m¨¢quina que dictan d¨®nde deben estar las estructuras del cuerpo, cu¨¢nto deben crecer y qu¨¦ morfolog¨ªa deben adoptar. Hace d¨¦cadas que los cient¨ªficos pueden deducir de una mera secuencia de ADN si su propietario es un pez o un mam¨ªfero, un insecto o un ar¨¢cnido, si vuela o no, cu¨¢ntas patas tiene, qu¨¦ come y cu¨¢les son los sentidos con los que interact¨²an con el mundo. El nuevo trabajo es una extensi¨®n natural de esa creciente capacidad predictiva, pues la cara est¨¢ hecha de formas, y las formas est¨¢n dictadas por los genes, o al menos muy influidas por ellos. Por eso los hijos se suelen parecer a sus padres. Pero no s¨¦ cu¨¢ntos genetistas actuales contaban con conocer este resultado durante su vida. A alguno le pillar¨¢ con el pie cambiado.
Otro mensaje del art¨ªculo es la evidencia creciente de la importancia de la epigen¨¦tica. La epigen¨¦tica no trata de alteraciones en la secuencia del ADN (como gatacca-catacca), sino de otras cosas que se le pegan encima (de ah¨ª epigen¨¦tica, literalmente encima de los genes). Las dos fundamentales son unas prote¨ªnas llamadas histonas y algunos de los radicales m¨¢s simples de la qu¨ªmica org¨¢nica, como el grupo metilo (¨CCH3, un ¨¢tomo de carbono enlazado a tres de hidr¨®geno y con un enlace disponible). Cuando un gen se cubre de grupos metilo, lo m¨¢s com¨²n es que se inactive en todo o en parte, o en unas zonas del cuerpo y no en otras, o en ciertas fases del desarrollo m¨¢s tempranas o tard¨ªas. Esas modulaciones epigen¨¦ticas han sido la clave para deducir la cara de la ni?a denisovana. Los grupos metilo segu¨ªan all¨ª despu¨¦s de 50.000 a?os, listos para filtrar una foto de su due?a.
Lo dem¨¢s es seguramente carne de CSI. Esa serie nos ha acostumbrado a todos a la posibilidad de leer el ADN de un sospechoso a partir de un pelo, una c¨¦lula de la piel atrapada entre las u?as de la v¨ªctima, o una humilde mota de caspa. Peros esas secuencias gen¨¦ticas no significan nada si no casan con otras almacenadas en las bases de datos. La mera posibilidad de utilizarlas para deducir la cara de su portador dar¨ªa para otras cinco temporadas o, preferiblemente, para una serie enteramente nueva.
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