Marrakech inaugura su Museo de Arte Contempor¨¢neo Africano
El MACAAL abre sus puertas en la ciudad m¨¢s tur¨ªstica de Marruecos con una colecci¨®n de creadores del continente
El Museo de Arte Contempor¨¢neo Africano (MACAAL) de Marrakech es uno de esos proyectos privados que se materializan con el impulso que toman las ciudades a punto de acoger una cumbre de Estados o unos Juegos Ol¨ªmpicos. Gracias a la COP 22 de Cambio Clim¨¢tico, celebrada en la ciudad roja magreb¨ª, a finales de 2016, el MACAAL hizo su preestreno, que concret¨® este 2018, coincidiendo con la Feria 1-54. Abri¨® sus puertas, entonces, hace un par de meses, en un espacio privilegiado, con un coqueto edificio construido en el predio de un campo de golf, e inaugurando la muestra de fotos Africa is no island (?frica no es una isla), comisariada por Africa in visu, una plataforma de intercambio art¨ªstico entre fot¨®grafos del continente africano.
Al mismo tiempo, el espacio confirmaba su apertura al p¨²blico, de par en par y sostenidamente, con una exposici¨®n semi-permanente llamada Second life, en la que ¨Chasta principios de 2019¨C se muestran pinturas, instalaciones y esculturas que han nacido de la posibilidad de dar nueva vida a objetos y materiales ya utilizados, y que llevan la firma de consagrados artistas africanos como Abdoulaye Konat¨¦, Faouzi Laatiris, Mounir Fatmi, Abdeljalil Asouli, Amina Agueznay, Souka?na Aziz El Idrissi, Younes Baba Ali o el Zbel Manifesto. ¡°Ellos han repensado los materiales y aqu¨ª ¡®dialogan¡¯ con creadores de otras generaciones¡±, nos explica la directora de exposiciones Janine Ga?lle Dieudji.
Africa is no island, por su parte, se articula en torno a tres secciones que narran en primera persona el imaginario sembrado de clis¨¦s de los europeos que vinieron al continente, mandaron y se fueron. As¨ª, un grupo de fot¨®grafos africanos, residentes en el continente o parte de la di¨¢spora, se pregunta por lo que en ellos mismos habla de la colonia y tambi¨¦n de aquello otro, lo anterior, ?lo verdadero?
La primera parte de Africa is no island se denomina Soy mi representaci¨®n: la abren Ishola Akpo, el fot¨®grafo de Benin, y Namsa Leuba, una artista suizo-guineana que planta estatuas en el paisaje, como constructos fuera de trama. Ellos dan paso a im¨¢genes de interiores del marroqu¨ª Walid Layadi-Marfouk, que rinden culto al hiperrealismo americano, y al naturalismo de la gran Leila Alaoui, enmarcado en una instalaci¨®n sonora de calles marroqu¨ªes que es llanamente conmovedor.
El espacio expositivo imita las callejuelas de la medina, con pasillos estrechos, calles sin salida, ventanas abiertas a pasajes paralelos
El recorrido contin¨²a por otras lentes y nos hace detener en seco frente a la soberbia fotograf¨ªa testimonial del burkin¨¦s Nyaba Le¨®n Ouedraogo, especialmente frente a su serie Los fantasmas del r¨ªo Congo, que retrata a los trabajadores en medio de sus duras faenas, la miseria y la magia. De la segunda secci¨®n, Dibujando fronteras, resulta imprescindible el trabajo del tangerino Hicham Gardaf, que traza brechas de cemento gris y vac¨ªos de ladrillo hueco sobre las paredes rojas de la ciudad que contiene en s¨ª todas las fantas¨ªas orientalizantes de este pa¨ªs llamado Marruecos, recortando nuevas postales urbanas (en modo pragm¨¢tico Mondrian).
Por su parte, Katrin Str?bel & Mohammed Laouli muestran sugerentes obras con el r¨ªo Bouregreg ¨Cque separa Rabat de Sal¨¦¨C de fondo, en las que se preguntan c¨®mo fundar una ciudad ut¨®pica donde nadie tenga que humillarse para ganarse la vida. La tercera parte de la muestra, Transcribiendo la Historia, permite una foto y un par de charlas con los personajes de la Isla de la Reuni¨®n, que tiene ese status tan particular de territorio ultramarino del Estado franc¨¦s, de la mano del videoartista Edgar Marsy, empe?ado en las peque?as historias de los m¨¢rgenes de la Historia. Tambi¨¦n nos deleitamos con los herederos sudafricanos del gran William Kentridge, entre ellos Lebohang Kganye y con los experimentos de las texturas en porcelana del marroqu¨ª Mustapha Azeroual, que trabaja lo t¨¢ctil desde lo visual y hasta c¨®mo suena lo que se ve (su instalaci¨®n de peque?os azulejos estampados que penden de hilos de nylon permite o¨ªr sus fricciones al roce del aire que soplamos).
El espacio expositivo imita las callejuelas de la medina, con pasillos estrechos, calles sin salida, ventanas abiertas a pasajes paralelos y el cielo asomado desde rect¨¢ngulos angostos. Y de verdad vale la pena adentrarse en estos vericuetos en los que el arte contempor¨¢neo africano pretende hablar de la vida postcolonial con un lenguaje creativo que incluye pr¨¢cticamente cualquier expresi¨®n.
A la pregunta de ?un museo, qu¨¦ espacio, para qui¨¦n?, en ?frica siempre puede responderse que para vincular artistas, para visibilizarlos frente a los coleccionistas y ofrecerles nuevos caminos en residencias y galer¨ªas; en fin, para permitir a la gente ganarse la vida lejos de las humillaciones en las que se sumen buena parte de las poblaciones al sur del Mediterr¨¢neo.
En ?frica, en cada manifestaci¨®n cultural, debemos preguntarnos por el presente y por los lazos que el evento tiende, si ata o desata nudos
Sin embargo, esa voluntad de ciertos museos privados de ¡°mediar¡± con los pobladores locales, a trav¨¦s de talleres, visitas y comidas comunitarias, puede resultar algo infructuosa si el espacio se sit¨²a en zonas inaccesibles ¨Cpor la distancia geogr¨¢fica, social o cultural¨C para el gran p¨²blico como lo es un golf y su club de campo en una ciudad como Marrakech. Estas instalaciones albergan tambi¨¦n un parque de grandes esculturas de artistas internacionales que los periodistas tuvimos oportunidad de visitar en ocasi¨®n de la ¨²ltima Bienal de Arte de Marrakech, en 2016 (interrumpida ahora por falta de financiaci¨®n). A prop¨®sito, en aquel momento, el entonces director ejecutivo de la Biennale, Amine Kabbajj, nos demandaba ret¨®ricamente: ¡°qu¨¦ podemos hacer juntos". Esto, para explicar que una cita art¨ªstica tiene que oficiar de tal, y dedicarse a lo acuciante; lo pon¨ªa en palabras de Picasso: "Si el arte no representa el tiempo presente, no es arte".
En ?frica, en cada manifestaci¨®n cultural, debemos preguntarnos por el presente y por los lazos que el evento tiende, si ata o desata nudos. En una de las salas del MACAAL se desarrollaba, semanas atr¨¢s, el primer taller de fotograf¨ªa para artistas que experimentan con la intervenci¨®n pict¨®rica sobre el papel fotosensible, y se prev¨¦ que este paso inicial inaugure una serie de residencias para creadores africanos que comenzar¨¢n a convocarse antes del verano de 2018. Nada mejor que estar atentas, pues.
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