La destructiva l¨®gica kamikaze
El ¨²nico agente pol¨ªtico que puede plantarse hoy ante la estrategia suicida de Torra es ERC
La campa?a electoral arde en Catalu?a sin haber empezado. Las movilizaciones y la renovada acci¨®n directa han extirpado de cuajo el debate sobre la sentencia del proc¨¦s.Da ya un poco igual si la sedici¨®n est¨¢ cogida por los pelos o si la desobediencia hubiese banalizado las graves culpas del Govern en 2017. Las acciones de estos d¨ªas desti?en una l¨®gica dictada por la desesperaci¨®n de Puigdemont. Los turbios silencios de Torra, disfrazados ahora de melifluas condenas de la violencia, ratifican la sospecha de que conoc¨ªa el guion de la obra: un estado de agitaci¨®n permanente inspirado por el anonimato de Tsunami Democr¨¤tic.
A las derechas espa?olas las pone en estado de excitaci¨®n para abortar sin remilgos tanto la protesta pac¨ªfica como la insurrecci¨®n violenta mientras una temible mayor¨ªa de derechas para el 10-N puede estar coci¨¦ndose detr¨¢s de cada container quemado en Barcelona. Aunque suene a disparate, no lo es: en la l¨®gica kamikaze, Torra podr¨ªa aspirar a un Gobierno espa?oleador y ejemplarizante que resucitase la fe en la unilateralidad m¨¢gica e instant¨¢nea (y, por tanto, est¨¦ril y dram¨¢tica).
Otros art¨ªculos del autor
La ¨²nica v¨ªa de salvaci¨®n que le queda a Puigdemont es la perpetuaci¨®n de Torra en la Generalitat. Juega ya fuera del juego institucional y cocina a solas sus decisiones y sus tsunamis: sin que lo supiesen ni ERC ni su propio partido, acaba de proponer una nueva votaci¨®n para ejercer el derecho de autodeterminaci¨®n, inmediatamente despu¨¦s de recibir el 16 de octubre el apercibimiento del Constitucional contra esa pretensi¨®n. Nadie ya podr¨¢ mejorar los niveles de indigencia institucional de Torra, y su ¨²ltima oportunidad consiste en agitar la ingobernabilidad para forzar a Pedro S¨¢nchez a gobernar la agitaci¨®n, intervenir la autonom¨ªa y cargar as¨ª de razones a Torra para la victimizaci¨®n ¨¦pica. Es el aut¨¦ntico se?uelo que habr¨ªa que evitar a toda costa, y mientras se pueda.
Eso no es una ocurrencia alocada de Torra, sino la persistencia en una devastadora l¨®gica kamikaze. Pero no parece que la actual ERC pueda ni quiera seguir a Torra por ese camino. No veo a ERC obteniendo r¨¦dito alguno de hacerse tambi¨¦n ella kamikaze, ni veo en ese papel a Pere Aragon¨¨s ni a Roger Torrent. Esa opci¨®n suicida ha quedado reservada para quienes siguen fuera de Espa?a, alentando el martirio econ¨®mico del pa¨ªs, como ha reclamado Toni Com¨ªn, con el fin de suscribir otra variante m¨¢s del cuanto peor, mejor.
El ¨²nico agente pol¨ªtico que puede plantarse hoy ante esa estrategia es ERC. El momentum que sue?a Torra no parece a la vista, pero s¨ª el momento de ERC para hacerse con el control del campo independentista. Porque el malo de esta fase de la pel¨ªcula no ha de ser Pedro S¨¢nchez, sino una ERC escarmentada tras el profundo error que empez¨® el 6 de septiembre y culmin¨® el 27 de octubre. Lo ¨²nico que de veras puede cambiar las cosas para el independentismo democr¨¢tico es una mayor¨ªa electoral incuestionable, amplia e inequ¨ªvoca. Mientras tanto, la v¨ªa callejera y la v¨ªa ret¨®rica de Torra solo teje la red de motivos para justificar un 155, y hay que agradecer iniciativas apaciguadoras como el viaje del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a Barcelona y su previsto encuentro con el conseller Miquel Buch.
El fuego y la alarma social pueden ser, parad¨®jicamente, el excipiente que justifique en ERC dejar caer al president con el concurso de buena parte de la gente de JxCat, y emplazar as¨ª la apuesta en un nuevo lugar: crecer de cara al 10 de noviembre, forzar unas elecciones auton¨®micas bajo Gobierno progresista en Madrid y culminar el ¨²nico sorpasso aut¨¦ntico que ha vivido la pol¨ªtica espa?ola en la ¨²ltima d¨¦cada. No ha sido el de Podemos sobre PSOE, ni el de Ciudadanos sobre el PP, sino el de ERC sobre las ruinas de CiU. Solo el regreso a la moderaci¨®n democr¨¢tica, lejos del unilateralismo m¨ªstico y de la insumisi¨®n irredenta, favorecer¨¢ tanto las condiciones para un futuro indulto como la ¨²nica ruta de salida que veo al conflicto pol¨ªtico en Catalu?a: el liderazgo s¨®lido, dentro del campo independentista, de una opci¨®n que no comparto ni me gusta, pero sigue siendo votada de forma muy importante en Catalu?a.
Es verdad que la historia de ERC no alienta esta expectativa, pero tampoco antes hab¨ªan tenido una expectativa semejante. La oportunidad pol¨ªtica est¨¢ ah¨ª para que ERC asuma por fin su responsabilidad sobrevenida (por huida al monte de Torra), repare o recosa las graves heridas sociales de este tiempo negro, asuma la distancia que todav¨ªa le aleja de una mayor¨ªa social cualificada y hasta urda las alianzas suficientes para fraguar un nuevo Gobierno tripartito en Catalu?a, sin DUI, sin la CUP, sin enso?aciones de autodeterminaci¨®n, sin unilateralidad alguna y hasta con la posibilidad, tan largamente aplazada, de gobernar para las capas sociales m¨¢s abatidas, maltratadas y aut¨¦nticamente castigadas: las fr¨¢giles clases medias y las m¨¢s desfavorecidas, como toca a un partido de izquierdas.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.