Zona a Defender
Lectura f¨¢cil, de Cristina Morales, no es un libro gracioso. Es de un humor rebelde conectado al dolor. Cosido en carne viva a su tiempo.
Zone ? D¨¦fendre (ZAD) es una denominaci¨®n que se extendi¨® en Francia para definir los espacios que no deber¨ªan ser profanados por megaproyectos urban¨ªsticos o por intervenciones de alta violencia catastral. El t¨¦rmino surgi¨® de la larga resistencia frente al intento de construcci¨®n de (otro) aeropuerto en Nantes, el Grand Ouest. Los opositores decidieron acampar all¨ª en 2010, se unieron a los campesinos y mucha gente acab¨® cultivando la tierra. No fue un camino de rosas. Hubo grandes operativos policiales para expulsarlos y se demolieron caba?as y espacios colectivos como la biblioteca. Pero, al final, el rico ecosistema de humedales qued¨® protegido y no se construy¨® el aeropuerto. Esa experiencia se extendi¨® a otros conflictos y hoy existen alrededor de una docena de estas ZAD o zonas a defender.
En el mundo deber¨ªan multiplicarse las zonas a defender. Ya metidos en sue?os, la propia tierra deber¨ªa ser una ZAD. En vez de perdernos en abstracciones, la utop¨ªa m¨¢s razonable ser¨ªa reencantarse con el planeta que habitamos. Protegerlo para que nos proteja. Con frecuencia, ocurre lo contrario. Aquello que deber¨ªa estar m¨¢s defendido es lo m¨¢s vulnerable. Lo m¨¢s inseguro. Hay una nueva carrera armament¨ªstica, pero no es la seguridad lo que la impulsa. La inseguridad est¨¢ en la creciente pobreza infantil. La inseguridad est¨¢ en la imagen de esa madre abrazada a su criatura en el inmenso cementerio marino que hoy es el Mediterr¨¢neo. La inseguridad est¨¢ en ese sistema criminal que llamamos machismo. La inseguridad est¨¢ en el calabozo donde se extingue Julian Assange. La inseguridad est¨¢ en el expolio de r¨ªos y tierras que sufren poblaciones ind¨ªgenas en el silencio de la intemperie informativa. La gran inseguridad, en fin, la angustia planetaria es el resultado de una aceleraci¨®n depredatoria que, en precisa diagnosis abismal del antrop¨®logo Emilio Santiago Mui?o (revista La Maleta de Portbou), ¡°nos ha arrojado a una situaci¨®n de extralimitaci¨®n ecol¨®gica insostenible¡±.
Una modesta tarea contempor¨¢nea ser¨ªa detectar zonas a defender. Hacer nuestro propio mapa de ZAD. En la vida, en la naturaleza, en la cultura.
Si me engancho a un libro, por ejemplo, siento que estoy dentro de una zona a defender. ?C¨®mo es un libro ZAD, o un filme, o un cuadro? Es un lugar que no quieres abandonar. No por comodidad, al contrario. La comodidad es propia de la cultura transg¨¦nica, de la literatura de karaoke o selfi. El libro o pel¨ªcula ZAD es un lugar rebelde, con las palabras en vilo, exc¨¦ntrico por orillero. Te engancha porque te desequilibra. En la pista circense, no es un d¨¦j¨¤ vu sino un jamais vu. Al leer te sientes como un equilibrista ¨ªcaro. Con v¨¦rtigo, con los pies descalzos, pero seguro.
Esa es mi experiencia con Lectura f¨¢cil, de Cristina Morales. Confieso que me interes¨¦ por el libro, Premio Herralde, editado en diciembre de 2018 por Anagrama, cuando fue elegido hace poco Premio Nacional de Narrativa y por el revuelo informativo que sigui¨® a las incandescentes declaraciones de la autora, que en algo me recordaron el grito de ¡°rabia y verg¨¹enza¡± de Max Estrella en Luces de bohemia, en esa escena donde caminamos por un suelo hist¨®rico de ¡°cristales rotos¡±.
En las reacciones, no falt¨® el pol¨ªtico, arquetipo del centrista descentrado, que amonest¨® a la escritora por sus declaraciones, pero que adem¨¢s la inst¨® a devolver el importe del premio. Olvid¨® el pr¨®cer que lo que se premia es una novela y no las opiniones de la autora sobre la actualidad. L¨¢stima que ¨¦l y otros escandalizados no reaccionasen en clave ZAD: defender la libertad de expresi¨®n y acudir a la librer¨ªa o a la biblioteca, zonas a defender, para gozar con una compa?¨ªa ind¨®mita en la v¨ªspera electoral.
Le¨ª Lectura f¨¢cil en un viaje en tren de Galicia a Madrid. La portada luc¨ªa como una camiseta con la leyenda: ¡°Ni amo, ni dios, ni marido, ni partido, ni de f¨²tbol¡±. Pero no es un libro gracioso. Es de un humor conectado al dolor. Cosido en carne viva a su tiempo. Supe muy pronto que estaba en una Zona a Defender. Una ventaja que tiene leer en un tren gallego es que te sit¨²as en ¡°otro tiempo¡±, que es tambi¨¦n el de la literatura. Es el ¨²nico ferrocarril en el mundo que est¨¢ en obras desde antes de la invenci¨®n de la locomotora. Qu¨¦ delectaci¨®n de tiempo perdido, qu¨¦ glamour transiberiano.
As¨ª, adem¨¢s de Lectura f¨¢cil, pude leer con demora crepuscular la Galer¨ªa de rara antig¨¹edad, de Jaime Siles. All¨ª donde se dice: ¡°No olvid¨¦is nunca esto: vivid en la met¨¢fora hasta que os cans¨¦is¡±. Otra maravilla de la boca de la literatura. Otra Zona a Defender.
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