Buen¨ªsimas personas
Trump, Johnson, Salvini, Erdogan, Bolsonaro¡ Lo peor y m¨¢s contradictorio es que ninguno de ellos tom¨® el poder por la fuerza, sino que fueron elegidos.
S?, ES CURIOSO: basta con hablar del presente en pret¨¦rito indefinido o imperfecto, como si ya hubiera pasado y fuera historia, para ver con m¨¢s nitidez nuestras imbecilidades, nuestra irracionalidad y nuestras abrumadoras contradicciones. Hace dos semanas termin¨¦ diciendo que las gentes de 2019 sol¨ªan ser inclementes y sin embargo se cre¨ªan todas buen¨ªsimas personas. Se lo cre¨ªan al mismo tiempo que ensalzaban y votaban a individuos inequ¨ªvocamente antip¨¢ticos, ruines, rastreros y que exhib¨ªan como un gran m¨¦rito su falta de compasi¨®n. Los estadounidenses eligieron como Presidente a un sujeto as¨ª, que a?ad¨ªa, a su inmoralidad connatural, ser un pat¨¢n que jam¨¢s le¨ªa. Su elecci¨®n se debi¨®, en parte, a una extra?a reacci¨®n contra las personas ilustradas, contra los expertos en algo y tambi¨¦n contra los intelectuales, como si en Am¨¦rica se hubiera producido una repentina ¡°maoizaci¨®n¡± (hay que recordar que en los inicios de la revoluci¨®n de Mao se ejecut¨® a muchos chinos solamente por llevar gafas, lo cual los hac¨ªa sospechosos de leer). Todos ellos fueron englobados en un t¨¦rmino que se convirti¨® en uno de los mayores insultos de la segunda d¨¦cada del siglo XXI: ¡°¨¦lites¡±, con su correspondiente adjetivo ¡°elitistas¡±. Cualquiera que hubiera estudiado en serio, que hubiera adquirido conocimientos ¨²tiles (para salvar vidas o la Tierra, daba lo mismo), cualquiera que pensara m¨¢s all¨¢ de los simplistas y c¨®modos lugares comunes de la ¨¦poca, se vio anatematizado como ¡°¨¦lite¡±. As¨ª que mucha gente decidi¨® que era mejor ser gobernada por tontos y locos, eso s¨ª, megal¨®manos, autoritarios y antidemocr¨¢ticos todos. No s¨®lo se hizo con el poder un ignorante como Trump, sino que alguien con saberes fingi¨® no tenerlos, o quiz¨¢ abjur¨® de ellos, para ser aclamado en Gran Breta?a. Ese pa¨ªs astuto, pragm¨¢tico, civilizado, encumbr¨® a Boris Johnson cuando ¨¦ste se ¡°trumpific¨®¡±, empez¨® a comportarse como un chulo majadero, a hablar como un fantoche y a prometer con malos modos conducir a su naci¨®n a la ruina. Entonces, insospechadamente, fue vitoreado.
Italia hizo algo parecido, s¨®lo que los saberes de Salvini eran mucho m¨¢s dudosos. Los que poseyera, en todo caso, los abandon¨®, y se dedic¨® a pasearse por su pen¨ªnsula sembrando el odio con la camisa abierta y una cruz bail¨¢ndole en el seboso pecho (a veces manoseaba un rosario), a colgar en las redes v¨ªdeos de sus relaciones semisexuales y a lanzar diatribas contra los muertos de hambre del planeta. La groser¨ªa deliberada y el ¨¢nimo despiadado causaban furor entre sus compatriotas, que lo idolatraban, y a la vez, como he dicho, se cre¨ªan buen¨ªsimas personas. Ignoro lo que se cre¨ªan los turcos (me pillan lejos), pero votaban una y otra vez a un tiranuelo llamado Erdogan que deten¨ªa, encarcelaba y quiz¨¢ torturaba a millares, y que en 2019 inici¨® una repugnante ofensiva contra los kurdos, con el benepl¨¢cito de Trump. Esos kurdos acababan de ayudar decisivamente al mundo (y por lo tanto a Trump) a desmantelar el Daesh, una de las organizaciones m¨¢s crueles de la historia y una amenaza grav¨ªsima para todos, ¨¢rabes y no ¨¢rabes. Con ese benepl¨¢cito, los Estados Unidos de hoy pasaron a engrosar la lista de pa¨ªses traicioneros, infames y desagradecidos, esos de los que cualquiera deber¨¢ apartarse para no sufrir su veneno, como enemigo o como aliado.
Las excelentes personas votaron en el Brasil a otro sujeto zafio e inmisericorde, Bolsonaro, que ten¨ªa a gala despreciar a los negros, a las mujeres y a los homosexuales, as¨ª como deforestar la Amazonia. Tambi¨¦n era un cristiano fan¨¢tico, lo cual no le imped¨ªa recomendar a la poblaci¨®n que se armara hasta los dientes. Muy cristianos eran asimismo (de boquilla al menos) los gobernantes de Hungr¨ªa y Polonia, Orb¨¢n y Kaczynski, pero se comportaban exactamente igual que Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Putin en Rusia, anulando las libertades, la independencia de la justicia y emitiendo leyes antidemocr¨¢ticas. Claro que Maduro, Ortega y Putin adem¨¢s daban ¨®rdenes para la desaparici¨®n de disidentes. En las Filipinas mandaba un homicida confeso (se jactaba de haberse cargado a dos o tres hombres) apellidado Duterte. Una vez al mando, ya no tuvo que mancharse: le bast¨® con dar carta blanca a sus polic¨ªas para matar sin detenci¨®n, juicio ni zarandajas latosas no s¨®lo a los narcotraficantes, sino a los drogadictos.
Lo peor y m¨¢s contradictorio es que ninguno de estos cabestros (salvo Ortega en su d¨ªa) tom¨® el poder por la fuerza, sino que fueron elegidos por quienes se consideraban buen¨ªsimas personas, justas, rectas, ¡°correctas¡±, compasivas y plagadas de virtudes. Y se consideraban, sobre todo, grandes patriotas, lo mismo que los independentistas catalanes, los post-etarras vascos y los dirigentes profranquistas de Vox. En aquella ¨¦poca fue asombroso que los mastuerzos m¨¢s manifiestamente da?inos para sus respectivos conciudadanos fueran adorados por ¨¦stos. Huelga decir que no fue, ni de lejos, la primera vez en la historia que tuvo lugar tan espantoso fen¨®meno. Pero la gente de 2019 no sol¨ªa acordarse de nada.
Quiz¨¢ otro domingo retornar¨¦ al costumbrismo de estos tiempos, que, con ser temible, da menos miedo.
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