Escoltados, amenazados y con miedo. As¨ª viven los l¨ªderes sociales en Colombia
Marice Sandoval, Maritze Trigos y Claudia Jimena Pai regresan a casa despu¨¦s de haber sido acogidas en Espa?a para sacarlas de su situaci¨®n de estr¨¦s y apoyarlas en su lucha. As¨ª viven tras su regreso
Marice Sandoval, de 29 a?os, Maritze Trigos, de 76, y Claudia Jimena Pai, de 40, tienen mucho m¨¢s en com¨²n que su lugar de procedencia. De origen colombiano, han sido las tres l¨ªderes sociales que en la primera edici¨®n del programa Madrid Protege, subvencionado por el Ayuntamiento de la capital y coordinado por la Fundaci¨®n Mundubat, fueron seleccionadas por su implicaci¨®n en la lucha de los derechos humanos en su pa¨ªs. Pasaron tres meses en Madrid, a principios de 2019, alejadas de la situaci¨®n de estr¨¦s y las amenazas a las que suelen estar expuestas.
Ni siquiera en la capital, Sandoval, Trigo y Pai pudieron olvidar lo que suced¨ªa en su pa¨ªs. Seg¨²n las ONG encargadas de coordinar el programa, ninguna pudo quitarse de la mente, durante su estancia en Madrid, la situaci¨®n que viven sus comunidades. Escoltadas, con pocos recursos, en condiciones de insalubridad y atemorizadas. Ese es el ¨²ltimo recuerdo que tienen antes de despedirse y las noticias que llegan desde Colombia no traen buenas nuevas. Todo sigue igual o peor. Y as¨ª segu¨ªa cuando regresaron.
Su estancia en Madrid, no obstante, les beneficia. Les interesa estrechar v¨ªnculos internacionales, formarse y saber a qui¨¦n recurrir y c¨®mo proceder en caso de emergencia. Tambi¨¦n sienten ilusi¨®n por conocer y aprender cosas nuevas, pero seg¨²n las organizaciones implicadas, el sentimiento de responsabilidad de estas personas es tan fuerte que a ratos les resulta complicado.
Perteneciente a la comunidad negra, Marice Sandoval defiende los derechos sociales en su regi¨®n desde hace m¨¢s de 14 a?os. Su car¨¢cter est¨¢ marcado por la realidad de su pueblo. Es t¨ªmida y reservada, pero tambi¨¦n fuerte. Preocupada por las necesidades de su gente, atiende todo el rato a qui¨¦n le escribe por tel¨¦fono. A veces, r¨ªe mientras habla con alguna amiga de su edad. Otras, la mayor¨ªa, solo interviene o ayuda en las cuestiones que son necesarias cuando se re¨²ne con sus vecinos y compa?eros. No le gusta ser protagonista, prefiere que lo sea el resto.
Ni siquiera durante su estancia en la capital, las activistas pudieron olvidar lo que suced¨ªa en su pa¨ªs
En mayo, justo despu¨¦s de su regreso a Colombia desde Madrid, sufri¨® un atentado perpetrado por los paramilitares junto a otros de sus vecinos y compa?eros en la finca de Santander de Quilichao, al norte en el Valle del Cauca, en la que se re¨²nen para evaluar los problemas y los peligros a los que se enfrenta la comunidad: narcotr¨¢fico, cultivos invasivos de ca?a de az¨²car, presencia paramilitar, amenazas de los c¨¢rteles¡ En el suceso, dos escoltas resultaron heridos por impacto de bala.
Desde su vuelta, Sandoval no ha cesado en su empe?o de denunciar la situaci¨®n de precariedad que viven los habitantes de esta zona, pero su estado an¨ªmico se ha visto afectado y es todav¨ªa ¡°m¨¢s sensible a las amenazas a las que se enfrenta¡±, seg¨²n V¨ªctor Moreno, l¨ªder de Aconc (Asociaci¨®n de Consejos Comunitarios del Norte de Cauca), a la que tambi¨¦n pertenece Sandoval. Desde esta organizaci¨®n tambi¨¦n defienden la conservaci¨®n de la identidad ind¨ªgena, el territorio ancestral, la crisis ambiental que afecta al r¨ªo Cauca contaminado de uranio por la miner¨ªa ilegal. Moreno muestra su preocupaci¨®n por el estado de shock de su compa?era sin que esta lo sepa. No ha querido hablar del tema en p¨²blico.?
El riesgo es real. Seg¨²n la ONU, en 2018, fueron asesinadas en Colombia 321 personas defensoras de los derechos humanos. Por esta raz¨®n, el programa del Ayuntamiento de Madrid se centra en este pa¨ªs latinoamericano y en estas tres l¨ªderes con el objetivo de dotarles de mayores competencias, proporcionarles respaldo internacional e insuflarles energ¨ªas ante la vuelta a sus hogares.
En la segunda parte de la misi¨®n, las ONG que respaldan el programa adem¨¢s de Mundubat, como la Red de ONGD de Madrid, Movimiento por la Paz, Acci¨®n Verapaz y Alianza por la solidaridad, visitaron los entornos de estas tres l¨ªderes para valorar los resultados de su estancia en la capital y trasladar las principales necesidades de estas comunidades a las autoridades colombianas y espa?olas despu¨¦s de varias y exhaustivas reuniones. Junto a esta delegaci¨®n tambi¨¦n viaj¨® Nacho Murgui, concejal del consistorio y portavoz de la alcaldesa Manuela Carmena en su mandato, durante el cual se aprob¨® este proyecto. En estos momentos, otros tres l¨ªderes colombianos se encuentran en la capital, como lo hicieron Sandoval, Trigos y Pai, pero la continuidad del programa est¨¢ pendiente tras el cambio de Gobierno local, ahora del Partido Popular.
A dos horas de viaje desde Santander de Quilichao, por largas carreteras frecuentadas por camiones y motos que ocupan m¨¢s de dos personas, se encuentra el pueblo cafetero de Trujillo. All¨ª reside Maritze Trigos, otra de las l¨ªderes amparadas por el programa del consistorio madrile?o. La lucha de esta religiosa dominica, educadora y defensora de los derechos desde hace m¨¢s de 35 a?os, se centra principalmente en que no caiga en el olvido la matanza de Trujillo. Una serie de asesinatos selectivos, desapariciones y torturas, ocurridas entre 1989 y 1994, a manos de narcotraficantes, el ej¨¦rcito, la polic¨ªa y varios grupos paramilitares. Dejaron entre 245 y 342 v¨ªctimas.
A su regreso de Madrid, Pai fue amenazada de muerte en su casa por dos hombres armados y se encontr¨® con que su escolta hab¨ªa cambiado y no cumpl¨ªa los requisitos necesarios para garantizar su seguridad
Con el pelo pintado en canas y una energ¨ªa admirable para su edad, Trigos recuerda que su estancia en Madrid fue bastante provechosa y volvi¨®, si cabe, con todav¨ªa m¨¢s fuerzas para exigir a las autoridades a que no caiga en el olvido el mausoleo, que ella custodia desde Afavit (Asociaci¨®n de Familias de V¨ªctimas Trujillo-Valle), donde est¨¢n enterrados los asesinados en la masacre.
A las 6.00 de la ma?ana se despierta, se ducha con agua tibia y prepara el desayuno junto a otra religiosa con la que convive en la peque?a localidad. Tienen visita y toca comprar arepas (tortillas) en una de las esquinas de Trujillo. Ella siempre las toma de choclo, ma¨ªz en castellano, porque son m¨¢s finas. Entre risas, espanta a las min¨²sculas hormigas que recorren la mesa del comedor. Han acudido all¨ª para saborear las gotas secas del licor con el que brindaron la noche anterior junto a los miembros de la ONG. En su pensamiento siempre est¨¢n las v¨ªctimas y a todo aquel que la escucha, y al que no tambi¨¦n, le ense?a fotograf¨ªas de los horrores ocurridos con una entereza admirable. Toda persona que se cruza con ella la calle se va a casa con su saludo y viceversa. Su personalidad y su memoria no pasan desapercibidas para nadie.
Con la llegada de las ONG espa?olas y la presencia de los alcaldes y autoridades de la zona, Trigos aprovecha para convocar una reuni¨®n con todos y defender con un discurso contundente la responsabilidad del consistorio local con las v¨ªctimas, independientemente del color que lo rija. Antes, haciendo gala de la hospitalidad colombiana, los nietos y los ni?os que acuden a estudiar al centro donde imparte clase reciben con un baile y un refrigerio a los asistentes.
La religiosa tambi¨¦n les pide con voz firme que aumenten su preocupaci¨®n por las amenazas, los ataques y el deterioro del recinto. Nadie se atreve a contradecirle y ella tampoco tiene problema en cortar el discurso de quien sea si ve que el tema se va por otros derroteros. ¡°Luchamos contra la impunidad y el olvido. Murieron muchos inocentes¡±, asegur¨® la religiosa. Nacho Murgui, impresionado por su labor coment¨® que ¡°ser¨ªa interesante seguir en contacto y tomar ejemplo¡± en Espa?a de c¨®mo esta comunidad defiende la memoria de las v¨ªctimas. Ella lo abraz¨® con esperanza mientras se desped¨ªan.
La tercera de las l¨ªderes sociales que form¨® parte del programa fue Claudia Jimena Pai. Consejera de mujer y familia de la Unidad del Pueblo Aw¨¢ (Unipa), situada al sur de Nari?o, una de las zonas m¨¢s afectadas actualmente por el narcotr¨¢fico. La labor fundamental de Pai en estos a?os ha sido fortalecer el enfoque de g¨¦nero en las comunidades y la importancia de la educaci¨®n y la salud de los ni?os y ni?as.
Tres meses en Madrid le sirvieron para apartarse del miedo y la tensi¨®n que padec¨ªa debido a su actividad. Pero a su regreso, el peligro segu¨ªa ah¨ª. Pai fue amenazada de muerte en su casa por dos hombres armados y se encontr¨® con que su escolta hab¨ªa cambiado y no cumpl¨ªa los requisitos necesarios para garantizar su seguridad. Un hecho que Mundubat, junto al resto de las ONG espa?olas que visitaron estos territorios, trasladaron a la Unidad Nacional de Protecci¨®n (UNP), entre otras demandas. Los interlocutores se comprometieron a mejorar el sistema de vigilancia de estos l¨ªderes, pero confesaron ¡°estar desbordados¡± por la situaci¨®n humanitaria que vive Colombia desde que el Gobierno y las FARC firmasen un nuevo acuerdo de paz en 2016. Por su parte, la Embajada de Espa?a en Colombia asegur¨® que agilizar¨ªa los tr¨¢mites para gestionar el visado de los pr¨®ximos l¨ªderes sociales que ser¨ªan acogidos Espa?a. Ya est¨¢n aqu¨ª.
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