El autoritarismo ya se ha instaurado en la Amazonia (y las periferias urbanas)
Acciones de arbitrariedad expl¨ªcita se multiplican en Brasil y aceleran la desprotecci¨®n de la selva, sus pueblos y ambientalistas
El bolsonarismo es competente utilizando la estrategia de controlar las noticias y haciendo que la sociedad y la prensa solo reproduzca y reaccione. Cuando el ministro de Econom¨ªa, Paulo Guedes, y el hijo cerotr¨¦s, Eduardo Bolsonaro, evocan el decreto AI-5, una medida implementada por la dictadura militar (1964-1985) para cerrar el Congreso y reprimir a la disidencia, est¨¢n ladrando en un lugar mientras la jaur¨ªa est¨¢ mordiendo en otro. El autoritarismo ya se ha instaurado en la Amazonia y en las periferias urbanas. ?C¨®mo se puede denominar a un pa¨ªs en el que la polic¨ªa del estado de R¨ªo de Janeiro ya ha matado, desde principios de a?o hasta octubre, m¨¢s que en cualquier otro a?o de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas? Si se pusieran las 1.546 v¨ªctimas de la polic¨ªa en una hilera, habr¨ªa m¨¢s de dos kil¨®metros de cad¨¢veres. Esta violencia ¡ªque mata a los negros y a los pobres y hace que los ni?os, tambi¨¦n pobres y negros, tengan miedo del sonido de los helic¨®pteros porque seis ya han muerto por balas ¡°perdidas¡± solo este a?o en R¨ªo¡ª est¨¢ conectada con la violencia que se cobra v¨ªctimas en la selva amaz¨®nica. Los amaz¨®nicos y los perif¨¦ricos no se conocen, pero tienen el mismo rostro de los que mueren en Brasil: negros e ind¨ªgenas. Contra estos pueblos, estos rostros, la violencia se est¨¢ recrudeciendo. Las organizaciones no gubernamentales (ONG), blanco de la ofensiva del bolsonarismo, est¨¢n siendo atacadas porque defienden a estos pueblos, a estos rostros.
Desde principios de noviembre hay indicios de que la velocidad y la intensidad del proyecto autoritario est¨¢ aumentando. El mes empez¨® con la muerte de uno de los guardianes de la selva, Paulo Paulino Guajajara. Y est¨¢ terminando con la criminalizaci¨®n de una de las organizaciones m¨¢s respetadas, premiadas y queridas de la Amazonia, Salud y Alegr¨ªa, que act¨²a en la cuenca del r¨ªo Tapaj¨®s desde hace d¨¦cadas. El 26 de noviembre, la Polic¨ªa Civil incaut¨® los documentos y ordenadores de la ONG, en Santar¨¦m. El mismo d¨ªa, cuatro voluntarios de la Brigada de Alter do Ch?o, creada para combatir los incendios en la selva en colaboraci¨®n con el Cuerpo de Bomberos, fueron detenidos por ser sospechosos de haber prendido el fuego que quem¨® un ¨¢rea equivalente a 1.600 campos de f¨²tbol en septiembre, en la regi¨®n de Santar¨¦m. La detenci¨®n, aunque se demuestre que es abusiva, ya cumple el objetivo de quien quiere desmoralizar a los agentes que combaten la destrucci¨®n de la selva. El mal ya est¨¢ hecho, especialmente en una poblaci¨®n asustada y desinformada.
En Washington, Guedes evoca el AI-5 y la sociedad y las autoridades reaccionan, las redes sociales arden. Pero hay que avisar que, en la l¨ªnea del frente, el AI-5 ya se aplica y los m¨¢s fr¨¢giles resisten casi solos. Y pierden. El principal proyecto del bolsonarismo es la explotaci¨®n de la Amazonia. La batalla desigual se libra en la selva y en las ciudades que est¨¢n junto a ella. Quien vive y act¨²a en la Amazonia ya ha entendido que lo pueden arrestar sin motivo porque el Estado es arbitrario y las pruebas se falsifican. Es lo que muestra lo que ha sucedido en Santar¨¦m. Las ONG son el objetivo, porque, en un pa¨ªs precario como Brasil, donde el Gobierno ha decidido no cumplir la ley y las instituciones flojean, son ellas las que forman una barrera contra la destrucci¨®n de la selva y de los cuerpos de los pueblos de la selva. Los ambientalistas blancos empiezan a ser arrestados. Los muertos siguen teniendo el mismo rostro: negros e ind¨ªgenas.
Mientras intenta cambiar la Constituci¨®n para poder explotar las ¨¢reas protegidas de la selva amaz¨®nica, el bolsonarismo pone en pr¨¢ctica su proyecto de desproteger las ¨¢reas protegidas, debilitando los ¨®rganos de control y fortaleciendo a los destructores de la selva. En la Amazonia, basta dejar de hacer lo poco que se hac¨ªa y avisar a los amigos que tienen v¨ªa libre para hacer lo que quieran porque no responder¨¢n por sus actos. Es lo que hace el bolsonarismo mientras la Polic¨ªa Militar de algunos estados parece prepararse para convertirse en un grupo paramilitar que toma sus propias decisiones.
El resultado es tanto el auge de la deforestaci¨®n, que ha aumentado un 30% entre agosto de 2018 y julio de 2019, como la amenaza y/o asesinato de los peque?os agricultores familiares y defensores de la selva: ind¨ªgenas, ribere?os y quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes). Quien vive en la Amazonia se da perfecta cuenta de que la ofensiva ha aumentado desde noviembre. Las ONG est¨¢n entre los principales objetivos que tienen que eliminarse. En varias regiones del estado de Par¨¢, quien clama por la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n sobre las ONG son justamente los grileiros (ladrones de tierras p¨²blicas), los madereros y sus representantes. Se envuelven en banderas de Brasil y evocan el nacionalismo, pero lo que quieren es plantar un papel con su nombre ¡ªo con el nombre de uno de sus testaferros¡ª en un pedazo de selva amaz¨®nica robada de la Federaci¨®n o de alg¨²n estado.
En Par¨¢, estado que encabeza la deforestaci¨®n en Brasil, vale la pena observar una secuencia de hechos ocurridos en el espacio de una semana. Del 17 al 19 de noviembre, los movimientos sociales de la regi¨®n del Medio Xing¨² organizaron en Altamira un encuentro denominado Amazonia Centro del Mundo. La escena de la mesa de apertura del encuentro, en la Universidad Federal de Par¨¢, es una alegor¨ªa de lo que sucede a diario en la selva. Un grupo de grileiros y hacendados se instal¨® adrede a la derecha del p¨²blico: ¡°nos sentamos a la derecha, como nos conviene¡±. Hac¨ªa d¨ªas que les instaba un hombre que se presenta como antrop¨®logo y trabaja para el lado podrido de la agroindustria. Desde el principio, el grupo gritaba siempre que uno de los invitados que compon¨ªa la mesa hablaba, para intentar impedir que el evento se realizara. Era una provocaci¨®n. Si alguien reaccionaba, los incitadores manipular¨ªan los hechos y dir¨ªan que los hab¨ªan agredido. Ya han utilizado ese truco otras veces en la regi¨®n amaz¨®nica. El mayor objetivo de este grupo era Raoni, el kayap¨® que se ha convertido en el principal l¨ªder ind¨ªgena de Brasil, que tiene mucha repercusi¨®n en el exterior y fue nominado al Nobel de la Paz.
Los guerreros kayap¨® que acompa?aban a Raoni entraron en su bella formaci¨®n habitual, como suelen hacer. Los kayap¨® son orgullosos e impresionantes en sus apariciones p¨²blicas. Crearon una barrera humana para permitir que los organizadores del encuentro pudieran hablar. Y entonces se pudieron escuchar las voces de los intelectuales de la selva, de los intelectuales acad¨¦micos y de los l¨ªderes de los movimientos sociales. Durante la mayor parte de la ma?ana, el peque?o grupo de hacendados y grileiros (hay que diferenciarlos) intent¨® impedir la voz de los pueblos de la selva y de los movimientos sociales. Siempre provocando, intentando sofocar la voz de los invitados de la mesa de apertura. Una se?al peque?a pero reveladora de que se est¨¢n superando los l¨ªmites se mostr¨® justamente en el hecho de que ni siquiera el obispo del Xing¨², monse?or Jo?o Muniz, pudo hablar sin que le interrumpieran los provocadores. Los d¨ªas anteriores, la organizaci¨®n del evento ya hab¨ªa denunciado los intentos de intimidaci¨®n en las redes y por e-mail. Figuras internacionales importantes, como la princesa de B¨¦lgica Mar¨ªa Esmeralda, activista y embajadora de WWF, dejaron de asistir al evento por temer la violencia.
Inmersa en las noticias producidas por Brasilia, que giran en torno a las declaraciones de Bolsonaro y de Lula, una parte de Brasil no se dio cuenta de la grandeza de lo que ocurri¨® en Altamira en ese encuentro. Amazonia Centro del Mundo reuni¨® a l¨ªderes de la selva, pensadores y cient¨ªficos acad¨¦micos, representantes de movimientos sociales y j¨®venes activistas clim¨¢ticos de Brasil y de Europa, pertenecientes a los movimientos Engajamundo, Extinction Rebellion y Fridays For Future, este ¨²ltimo inspirado por la adolescente sueca Greta Thunberg.
Algunos participantes ven¨ªan de otra jornada, con el mismo nombre, que tuvo lugar una semana antes en la Tierra Media, de la que fui una de las organizadoras. En el encuentro en el coraz¨®n de la selva hab¨ªan participado el gran cham¨¢n yanomami Davi Kopenawa ¡ªque hoy ve c¨®mo los buscadores de oro vuelven a tomar el territorio de su pueblo¡ª y la activista rusa Nadya Tolokonnikova, del movimiento Pussy Riot, que estuvo encarcelada en Siberia durante casi dos a?os por enfrentarse al d¨¦spota Vladimir Putin. Estaban all¨ª para conocerse y crear una alianza por la selva. Era una reuni¨®n de gente que no quiere robar tierras p¨²blicas para especular o extraer minerales. Solo quiere que la selva permanezca en pie para que siga transpirando y salvando el planeta.
En Altamira, el encuentro lo organizaron decenas de movimientos de la ciudad y de la selva. Despu¨¦s de dividirse por la construcci¨®n de Belo Monte, las organizaciones sociales volvieron a unirse para luchar contra destrucci¨®n de la Amazonia. Esta vez, m¨¢s preparados para identificar los trucos de los que buscan desunirlos para poder consolidar sus proyectos de destrucci¨®n. Belo Monte y su conjunto de violaciones fueron un posgrado entero sobre c¨®mo act¨²an los ¡°gestores de crisis¡± para neutralizar la resistencia, manipular la informaci¨®n e infiltrar la discordia. El aprendizaje todav¨ªa est¨¢ en curso, porque siempre est¨¢n los que tardan m¨¢s en aprender. Y tambi¨¦n los que nunca aprenden.
El encuentro mostr¨® algo que parec¨ªa muy dif¨ªcil, casi imposible, en el Brasil actual: la organizaci¨®n de una resistencia al autoritarismo en curso. No solo como una reacci¨®n a los ataques, sino como creaci¨®n de futuro, como una propuesta de establecer una relaci¨®n diferente con la selva y con la propia forma de vivir mucho m¨¢s all¨¢ de la selva. Movimientos sociales urbanos, agricultores familiares y cient¨ªficos se juntaron a los ind¨ªgenas, ribere?os y quilombolas en una alianza que ser¨ªa dif¨ªcil en el pasado reciente por la propia historia de cada uno de estos pueblos. El espacio no pod¨ªa ser m¨¢s adecuado, ya que la universidad p¨²blica es uno de los principales blancos del bolsonarismo. La alianza entre los saberes acad¨¦micos y los de la selva se consum¨® tambi¨¦n en la concreci¨®n del lugar escogido.
Uno de los momentos m¨¢s emocionantes tuvo lugar cuando un agricultor de la Vuelta Grande del Xing¨² ¡ªun ecosistema que la central hidroel¨¦ctrica de Belo Monte est¨¢ secando y destruyendo y que tambi¨¦n est¨¢ amenazado por la instalaci¨®n de la empresa minera canadiense Belo Sun¡ª, deshecho en l¨¢grimas, les pidi¨® perd¨®n a los ind¨ªgenas por haber ocupado un d¨ªa las tierras que les pertenec¨ªan. Al terminar su discurso, un kayap¨® puso su mano sobre la suya e, inmediatamente, varias personas fueron a?adiendo sus manos. La escena se convirti¨® en una performance art¨ªstica, no planeada, de la alianza que se estaba consumando.
Antes de que los hacendados y los grileiros se fueran, vencidos en su intento de alborotar y silenciar las voces, tuvo lugar el momento m¨¢s tenso del encuentro. Surgi¨® ah¨ª tambi¨¦n una l¨ªder que la sociedad brasile?a ¡ªla que defiende la vida, la democracia y la justicia¡ª tiene que organizarse para ampararla. Su nombre, para recordarla y protegerla: Juma Xipaya.
Juma, una estudiante de Medicina de la Universidad Federal de Par¨¢, pertenece a un pueblo que se hab¨ªa considerado extinguido y tuvo que probar que hab¨ªa sobrevivido al intento de exterminio. Hizo un discurso contundente contra todos los que intentaban impedir que se realizara el evento. Uno de los grileiros presentes se descontrol¨® y le puso un dedo en el pecho. Cerca de ¨¦l, dos misioneras que fueron compa?eras de Dorothy Stang, asesinada en 2005 por un grupo que se conoce como ¡°consorcio de la muerte¡±, rezaban. La joven ind¨ªgena no se intimid¨®:
¡°Me llamo Juma Xipaya. Muchas veces pienso en lo que pens¨¢is cuando os opon¨¦is a nuestros discursos, a nuestras luchas. Parece que seamos vuestros enemigos. Solo quiero recordaros que, en ning¨²n momento, hemos dicho que se¨¢is nuestros enemigos o que nosotros seamos vuestros enemigos. Nosotros defendemos la vida, defendemos la selva. Y si vosotros dec¨ªs que la Amazonia es de Brasil, ?por qu¨¦ no luch¨¢is para defenderla?
"?Toda esta producci¨®n y este desarrollo en el que pens¨¢is es para los brasile?os o para los extranjeros? Entonces, ?por qu¨¦ predic¨¢is que la Amazonia es de Brasil, si no sab¨¦is la importancia que la Amazonia tiene para nosotros, si no conoc¨¦is el valor de la Amazonia? No sois dignos de decir eso. ?Sab¨¦is por qu¨¦? Porque no sab¨¦is qu¨¦ es perder a un hijo, no sab¨¦is qu¨¦ es que te invadan la casa, no sab¨¦is qu¨¦ es que te expulsen de tus tierras. Respetad, respetad, respetad. Respetad mi discurso.
"Ten¨¦is que escucharnos. Invad¨ªs nuestras tierras, entreg¨¢is nuestros minerales, acab¨¢is con nuestras vidas y no quer¨¦is escucharnos. Respetad. Respetad la Amazonia, respetad a nuestros pueblos que mueren todos los d¨ªas, a las mujeres violadas todos los d¨ªas, a los ind¨ªgenas con manos cercenadas por defender sus tierras. Nosotros defendemos Brasil. ?Nosotros defendemos la Amazonia con nuestra propia vida desde hace siglos!
"El deber de defender la Amazonia no es porque nosotros, ind¨ªgenas, vivimos en nuestras tierras. El mundo tiene el deber, tiene la obligaci¨®n de defender la Amazonia, porque de aqu¨ª sacan todas nuestras riquezas y nos dejan solo las desgracias, las enfermedades, las tristezas, los conflictos.
?Qu¨¦ hijo lucha para deforestar y para matar a su madre?
Que veng¨¢is aqu¨ª a gritar, a interrumpir nuestro discurso, es una falta de respeto. Si est¨¢is aqu¨ª para dialogar, respetadnos a todos. No agred¨¢is, no se¨¢is violentos, porque yo no os agredo. Estoy defendiendo nuestros derechos, el derecho de existir, el derecho de los ind¨ªgenas. Nosotros tambi¨¦n somos due?os, incluso mucho m¨¢s que vosotros. El r¨ªo Xing¨², la Amazonia, todos los seres que no consegu¨ªs ver ni respetar. ?Sab¨¦is por qu¨¦? Porque no ten¨¦is relaci¨®n con la tierra, no sab¨¦is c¨®mo es la conexi¨®n con la madre naturaleza. Porque ?qu¨¦ hijo lucha para deforestar y matar a su madre??
?Qu¨¦ tipo de hijos sois? ?Qu¨¦ tipo de brasile?os sois? Siento pena. No por vosotros. Siento pena por las futuras generaciones. Por vuestros hijos y vuestros nietos. No ten¨¦is derecho a acabar con nuestra futura generaci¨®n. La Amazonia y Brasil no son solo vuestros. Tambi¨¦n son nuestros. Por lo menos, deber¨ªais tener respeto y aprender a convivir¡±.
Raoni pedir¨ªa m¨¢s tarde que todos los que defienden la Amazonia ayuden a proteger a Juma Xipaya. Esta petici¨®n tiene que o¨ªrse mucho m¨¢s all¨¢ de la selva y de Brasil. Con un AI-5 no oficial que ya se aplica en la regi¨®n, la sociedad civil tiene que organizarse para crear una red de protecci¨®n a los defensores de la selva e impedir el proceso de criminalizaci¨®n de las ONG que protegen a estos defensores, ya sea cuidando de su bienestar, como hace Salud y Alegr¨ªa desde hace m¨¢s de 30 a?os, o ayudando a implementar la econom¨ªa en la selva ¡ªla que genera renta sin deforestar¡ª, como hace el Instituto Socioambiental en las reservas extractivas de la Tierra Media, o combatiendo directamente la deforestaci¨®n, como hacen otras organizaciones. La batalla del futuro ya se libra ahora.
A pesar de las ilusiones que todo el pueblo alimenta sobre las grandezas de su pa¨ªs, Brasil hoy tiene importancia en el panorama mundial principalmente por la Amazonia. La mayor selva tropical del mundo es la que concede relevancia estrat¨¦gica a Brasil. El hecho de albergar el 60% de un bioma estrat¨¦gico para controlar el sobrecalentamiento global hace que Brasil sea un pa¨ªs necesario. El problema es que el bolsonarismo, al igual que una parte de la ¨¦lite econ¨®mica y una parte de los militares, sigue creyendo que las riquezas de la Amazonia son los minerales bajo tierra y la extensi¨®n de terreno para especular. Algunos lo creen porque son burros y est¨¢n desinformados, otros porque solo les interesan los beneficios privados e inmediatos y ponen sus intereses por encima incluso del futuro de sus propios hijos.
Las riquezas de la Amazonia son su inmensa biodiversidad y la capacidad de la selva de bombear agua a la atm¨®sfera como si fuera un coraz¨®n gigantesco. Sin estas dos riquezas articuladas, la especie humana ¡ªadem¨¢s de muchas otras¡ª, en los pr¨®ximos a?os y d¨¦cadas, estar¨¢ condenada a una existencia hostil en un planeta sobrecalentado. Como recuerda el cient¨ªfico de la Tierra Antonio Nobre, la selva entera lanza 20 billones de litros de agua a la atm¨®sfera cada 24 horas. Son los llamados r¨ªos voladores. Todos los d¨ªas lanzan sobre nuestras cabezas un volumen mayor que el que desagua el Amazonas en el Atl¨¢ntico. Cada ¨¢rbol grande de la Amazonia lanza mil litros de agua al d¨ªa a la atm¨®sfera por medio de la transpiraci¨®n. Esta es la sinapsis que tenemos que completar todos en nuestra cabeza.
Una persona que coja el coche y vaya por la carretera Transamaz¨®nica, especialmente de noche, pero tambi¨¦n de d¨ªa, encontrar¨¢ camiones cargados con troncos. En la regi¨®n de Altamira, la mayor¨ªa se han arrancado de la tierra ind¨ªgena Cachoeira Seca, una de las m¨¢s invadidas y deforestadas del pa¨ªs desde la construcci¨®n de la central hidroel¨¦ctrica Belo Monte. Es lo que presenciaron los activistas de Fridays For Future y de Extinction Rebellion cuando fueron a la Tierra Media. En pleno d¨ªa, los camiones con troncos pasaban junto al microb¨²s en el que viajaban los participantes. Para los habitantes locales, es una escena corriente. Para los activistas europeos, fue una escena impactante.
El c¨¢lculo que hay que hacer es que cada uno de esos troncos dej¨® de lanzar mil litros diarios de agua a la atm¨®sfera, que era lo que hac¨ªa cuando era un ¨¢rbol vivo, en pie en la selva. Con cada ¨¢rbol que cae mueren miles de otros seres vivos que se conectaban a su vida y produc¨ªan otras vidas a su alrededor. Sin comprender la dimensi¨®n del asesinato, es dif¨ªcil comprender la destrucci¨®n de la selva. El planeta es org¨¢nico. Cada muerte genera una cadena de acontecimientos. Algunos visibles. La mayor¨ªa, invisibles. Al final del encuentro en Altamira, un estudiante comentar¨ªa, visiblemente afectado: ¡°Cuando hablan de la selva, a los ind¨ªgenas les duele, ?no? Ellos no hablan de otra cosa, que est¨¢ fuera de ellos, sino de ellos mismos. Ellos son la selva. Solo ahora lo he entendido¡±.
Ind¨ªgenas, quilombolas y ribere?os protegen la Amazonia con su propio cuerpo, transform¨¢ndolo en una barrera entre la selva y los que la quieren destruir. A diferencia de lo que sucedi¨® en el evento ¡ªdonde, despu¨¦s de provocar alborotos, los hacendados y los grileiros se retiraron porque fueron derrotados en su objetivo de silenciar las voces¡ª, los l¨ªderes de la selva mueren en la masacre cotidiana en el interior de la selva, donde no hay c¨¢maras que registren los cr¨ªmenes. Tambi¨¦n sufren amenazas y/o mueren los agricultores familiares, como sucede en Anapu, en cantidades mucho m¨¢s elevadas que en el a?o del asesinato de Dorothy Stang. La sociedad brasile?a tiene que decidir de qu¨¦ lado est¨¢ y proteger a quien la protege.
El 25 de noviembre, solo algunos d¨ªas despu¨¦s del encuentro Amazonia Centro del Mundo, la Subcomisi¨®n Temporal de la Central de Belo Monte del Senado fue a Altamira para ¡°inspeccionar¡± la hidroel¨¦ctrica y realizar una ¡°reuni¨®n t¨¦cnica¡±. Sin embargo, la prensa no pudo acompa?ar la ¡°inspecci¨®n¡± por la ma?ana. Por la tarde, en una reuni¨®n abierta al p¨²blico, las ONG se convirtieron en el blanco. El senador Lucas Barreto afirm¨® expl¨ªcitamente que recomendar¨ªa que se incluyera en la ¡°Comisi¨®n Parlamentaria de Investigaci¨®n de las ONG¡± al Instituto Socioambiental, una de las organizaciones que m¨¢s defiende la selva y a sus pueblos en la regi¨®n. El antrop¨®logo del lado podrido pregunt¨® entonces si pod¨ªa asegurar que la comisi¨®n se realizar¨ªa el a?o que viene. El senador dijo que s¨ª. Conmemoraciones.
La ofensiva para eliminar los ¡°estorbos¡± para convertir la selva de todos en la hacienda de pocos est¨¢ trazada y ya se ha puesto en marcha. La ONG Salud y Alegr¨ªa puede ser solo la primera v¨ªctima. Una parte de la prensa colabora con el m¨¦todo, al divulgar los arrestos sin comprobar el contexto ni hacer una investigaci¨®n independiente. Cuando se detiene a alguien en Brasil, el estigma se le pega en la piel, la condena p¨²blica precede todo el rito legal. Los agentes de seguridad y de justicia abusan de su poder para promover linchamientos. Y este es precisamente su objetivo. La sospecha que se arroja sobre las personas y organizaciones puede durar para siempre, como ya ha demostrado la historia.
Es absolutamente necesario que la sociedad, las autoridades y las instituciones repudien las evocaciones del AI-5, como las que hizo Paulo Guedes. Pero, adem¨¢s, tambi¨¦n hay que entender que el autoritarismo se est¨¢ infiltrando sin papeles ni documentos a una velocidad in¨¦dita en la Amazonia y en las periferias urbanas. Es la estrategia de este gobierno ruidoso que, desde que ha subido al poder, controla las noticias y dirige la conmoci¨®n p¨²blica.
El d¨ªa 25, los afectados por Belo Monte asistieron al Centro de Convenciones de Altamira. La mayor¨ªa est¨¢n vinculadas al Movimiento de los Afectados por las Presas, que realiza una actividad importante en la regi¨®n. Antes de que los senadores entraran en la reuni¨®n p¨²blica, acompa?ados por ruralistas y la directiva de la concesionaria Norte Energia, dos polic¨ªas militares ostensiblemente armados cruzaron la sala tambi¨¦n para hacer una inspecci¨®n.
La escena que se produjo es incompatible con la democracia. Los polic¨ªas y sus armas se deten¨ªan delante de cada una de las personas y les obligaban a mostrar sus carteles de protesta. As¨ª se instituye el AI-5 sin ning¨²n documento, ni firma, ni anuncio oficial.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Traducci¨®n de Meritxell Almarza.
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