Las ¨¦lites en Am¨¦rica Latina est¨¢n en fase de reconversi¨®n
El fuerte movimiento social que recorre el continente est¨¢ alentando a los grupos m¨¢s privilegiados a dejar de lado sus intereses y repensar la reducci¨®n de la desigualdad
Nuevamente Am¨¦rica Latina est¨¢ en todos los medios, esta vez como un altavoz o espejo sobre algunos de los problemas globales.
Son tantos los sucesos en los cuales se puede poner el foco que es f¨¢cil terminar abrumado. Las revueltas sociales en Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia o Hait¨ª; hace solo unos meses el Amazonas ardiendo como el infierno. ?Nuestros pulmones! La esperanzadora revoluci¨®n feminista que llena calles. De Venezuela ahora dejamos de hablar, pero hasta hace varios meses no hablamos de otra cosa. Las caravanas de hondure?os hacia EE UU. Nicaragua, Daniel Ortega y todos sus muertos, algo de lo que deber¨ªamos hablar m¨¢s.
La regi¨®n lleva convulsionada un tiempo, pero han sido las revueltas de los ¨²ltimos dos meses en Chile, Ecuador o Colombia las que est¨¢n tejiendo un diagn¨®stico com¨²n a las muchas problem¨¢ticas conectadas.
Algunos de los medios y analistas m¨¢s influyentes de Occidente han dado su veredicto y pocas veces se ha visto un consenso mayor sobre una Am¨¦rica Latina contradictoria, dif¨ªcil de interpretar y sobre la cual se han dado algunas de las mayores disputas ideol¨®gicas de las ¨²ltimas d¨¦cadas: desde el comienzo de las pol¨ªticas neoliberales hasta el socialismo del siglo XXI. Es la desigualdad y la cultura de los privilegios.
Moises Naim, Alicia Barcenas ¨Cde las primeras en se?alarlo¨C, Jeffrey Sachs, Mario Vargas Llosa, David Brooks o la l¨ªnea editorial del New York Times o EL PA?S hacen un an¨¢lisis similar.
The Economist incluso, en un sorprendente mea culpa, confiesa: "Si se mira con retrospectiva, la presidenta Bachelet pareci¨® acertar con su objetivo con el que lleg¨® a su segundo mandato que era luchar contra la desigualdad, (¡) en ese momento eso parec¨ªa alarmista. Y varias de las reformas de Bachelet fueron mal dise?adas. Se enfrentaron a una oposici¨®n implacable de los empresarios y la derecha".
Pero¡ ?Qu¨¦ piensan los privilegiados? Esta es la principal novedad: por primera vez, hay un consenso com¨²n contra la desigualdad, unos por principio y otros por si acaso, como se?ala Mart¨ªn Caparr¨®s.
El presidente de Per¨², instaba a los empresarios de su pa¨ªs a no tapar el sol con el dedo, pues los privilegiados no podr¨ªan mantener el statu quo. La primera dama chilena reconoc¨ªa recientemente en una conversaci¨®n privada: "Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los dem¨¢s". Luis Estrada, presidente de la principal conferencia de empresarios del Per¨² ¨CCADE¨C recrimin¨® a los suyos que "la codicia, soberbia, envidia, parecieron haberse instalado en la conciencia de los principales l¨ªderes sociales y han corro¨ªdo a numerosas instituciones p¨²blicas y privadas".
Cada vez son m¨¢s las voces de los mismos c¨ªrculos de empresarios en esta direcci¨®n y est¨¢n en disputa con los m¨¢s reacios, los que prefieren mantener sus privilegios a sangre y fuego, como en Guatemala u Honduras. Son ya casi nost¨¢lgicos los que hablan de ampliar la torta y niegan la importancia de reducir la desigualdad.
Ahora hace justo un a?o que sacamos desde Oxfam un provocador v¨ªdeo promocional de nuestro m¨¢s reciente informe para ver si con humor?consegu¨ªamos hacer llegar un mensaje que con sesudos informes estaba costando: los privilegios niegan derechos y son un peligro para la democracia. Simul¨¢bamos el lanzamiento del partido CEO (Captura Pol¨ªtica del Estado) y en el que el candidato terminaba su mitin con un altivo: "?Por una ¨¦lite pol¨ªtica y econ¨®mica unida a los privilegios, viva el partido CEO (¡) y muchos dir¨¢n que somos deshonestos, s¨ª, pero legales".
Las revueltas de Chile, Colombia y Ecuador est¨¢n poniendo a las taciturnas ¨¦lites latinoamericanas en fase de reconversi¨®n y se debe aprovechar la oportunidad. Se necesitan tambi¨¦n gobiernos con un claro compromiso con las mayor¨ªas, capaces de desligarse de sus intereses, porque no existen pobres sin ricos y la soluci¨®n a la desigualdad y la pobreza implica mirar la otra cara de la moneda: la riqueza (Oxfam, 2015).
Asier Hernando Malax-Echevarria es subdirector de Oxfam para Am¨¦rica Latina y el Caribe.
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