¡°La presidente¡± del Congreso, seg¨²n Vox
El t¨¦rmino ¡°presidenta¡± ya se registra en castellano en 1495, mientras que ¡°presidir¡± aparece en 1607
Yo creo que el diputado Iv¨¢n Espinosa de los Monteros, de Vox, felicit¨® a Meritxell Batet como presidenta del Congreso s¨®lo para llamarla cuatro veces ¡°la presidente¡±.
Por Internet, WhatsApp y otras calles y mercados circula desde hace a?os un texto con la err¨®nea explicaci¨®n de una supuesta profesora de lengua contra la forma ¡°presidenta¡±. En ella se confunde el sustantivo ¡°ente¡± con el sufijo ¨Cnte (o, por decirlo mejor, con el infijo ¨Cnt y las terminaciones ¨Ce y ¨Ca que marcan el g¨¦nero). Muchas personas han tomado por buenos sus falsos argumentos.
Lo que ocurre en realidad es que la tuerca -nte que se ensambla en ciertas palabras no procede de ¡°ente¡± (el ser, el que es), sino que este t¨¦rmino contiene tambi¨¦n esa pieza. Adem¨¢s, los sufijos ¨Cnte y -nta no se adhieren s¨®lo a verbos, sino que sirven para expresar que algo o alguien ejecutan la acci¨®n evocada en la ra¨ªz (ya sea una ra¨ªz castellana o ya se heredase del lat¨ªn). Estos vocablos pueden relacionarse con un verbo conocido (¡°actuante¡±, ¡°apoyante¡±, ¡°leyente¡±)¡ o haber vuelto opaco su rastro latino para la conciencia popular (¡°reticente¡±, ¡°detergente¡±, ¡°gerente¡±¡); o proceder de un sustantivo (¡°comediante¡±, ¡°abracadabrante¡±).
Quien redactara la citada negaci¨®n de ¡°presidenta¡± parec¨ªa desconocer que esa voz entra en la lengua castellana un siglo antes que ¡°presidir¡±, pues se registra en 1495; mientras que el verbo aparece en 1607 (Corominas y Pascual). Por tanto, ¡°presidente¡± no se puede considerar una derivaci¨®n verbal desarrollada en nuestro sistema; sino un sustantivo previo y, por tanto, m¨¢s favorable a la flexi¨®n de g¨¦nero.
Por ejemplo, se lee en 1614 en un documento relativo al nombramiento de ¡°presidenta y priora¡± del convento de las Trinitarias de Madrid. Y este femenino figura en el Diccionario acad¨¦mico nada menos que desde 1803 (¡°la que manda y preside en alguna comunidad¡±).
Adem¨¢s, otras muchas palabras que terminan en ¨Cnta nos acompa?an desde hace decenios: ¡°clienta¡±, ¡°intendenta¡±, ¡°parienta¡±, ¡°parturienta¡±, ¡°gerenta¡±, ¡°lianta¡±, ¡°principanta¡±, ¡°hambrienta¡±, ¡°harapienta¡±, "tunanta", ¡°pretendienta¡±, ¡°comedianta¡±¡; aunque tambi¨¦n usemos otras que no se desdoblan: ¡°cantante¡±, ¡°dirigente¡±, ¡°representante¡±, ¡°atacante¡±, ¡°estudiante¡±¡, vocablos estos ¨²ltimos en los que el pueblo sigue percibiendo en primer plano la actividad del verbo, m¨¢s que la individualidad del sustantivo.
?Qu¨¦ sucede entonces con ¡°presidente¡± para que alguien crea que no puede mutarse mediante la flexi¨®n del femenino? Pues ocurre que, adem¨¢s de desconocer que hab¨ªa llegado antes que ¡°presidir¡±, algunos no ven reparo en que existan ¡°sirvientas¡±, ¡°asistentas¡± y ¡°dependientas¡±, pero s¨ª en que el femenino alcance a las mujeres que desempe?an un puesto de alta responsabilidad o de gran poder pol¨ªtico.
Ahora bien, en algunos pa¨ªses de Am¨¦rica se ha mantenido la opci¨®n ¡°la presidente¡±. No hay nada que oponer, porque eso forma parte del habla de cada lugar y con tal formulaci¨®n no se oculta que se trate de una mujer (gracias al art¨ªculo). La misma informaci¨®n nos da ¡°la presidente¡± que ¡°la presidenta¡±.
Sin embargo, resulta chusco que en un ¨¢mbito donde el pueblo ha extendido sin discusi¨®n ¡°la presidenta¡±, como en Espa?a, un representante de ese mismo pueblo elija la alternativa ¡°la presidente¡±.
El genio del idioma es anal¨®gico, y ¡°la presidenta¡± dispone, como hemos visto, de historia y antecedentes (analog¨ªas) que posibilitan esa flexi¨®n en femenino. Elegir en Espa?a ¡°la presidente¡± no son ganas de cuidar la gram¨¢tica, son ganas de tocar las narices.
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