Cinco meteduras de pata en la cena de empresa que se repiten cada a?o y deber¨ªamos corregir ya
Algunas solo responden a la desinhibici¨®n, otras satisfacen deseos sexuales latentes, todas pueden convertirte en la comidilla del trabajo durante los pr¨®ximos doce meses
Cada a?o es un calco del anterior. Id¨¦ntico ceremonial y el mismo gesto moh¨ªno cuando se nos comunica que la empresa organiza una comida o cena de Navidad. Cuchicheos en los pasillos sobre c¨®mo ser¨¢ esta vez y ese runr¨²n por cada detalle del convite. La simple menci¨®n del evento hace que resuene en nuestras cabezas el tintinear del jefe anunciando el temido discurso de Navidad, suntuoso y esperado como el tradicional mensaje de su Majestad el Rey la noche del 24 de diciembre. ?Es necesario este trago?
Parece que s¨ª, seg¨²n el psic¨®logo Gabriel Schwartz, buen conocedor de los recursos humanos despu¨¦s de 25 a?os en el ¨¢rea laboral. "Aunque parezca trivial -dice-, las reuniones de fin de a?o est¨¢n pensadas para compartir un momento de festejo entre quienes estuvieron cerca durante doce meses. Es bueno para la compa?¨ªa dise?ar eventos que permitan que todos participen y los colaboradores se sentir¨¢n contentos asistiendo. Forman parte del trabajo y de nuestra vida. Seg¨²n su cultura y sus peculiaridades, cada empresa impondr¨¢ su estilo de celebraci¨®n".
El problema que advierte Schwartz es que, al ser un momento de distensi¨®n, "bajan nuestras defensas" y acabamos armando el bel¨¦n. Entramos renqueantes en el local sin saber muy bien d¨®nde est¨¢ el lugar de cada uno y barruntando que habr¨¢ tiranteces. "Siempre las hay, igual que en el ¨¢mbito familiar", se?ala el experto. Un rato despu¨¦s, las an¨¦cdotas dar¨¢n para llenar los doces meses del pr¨®ximo almanaque. ?Cu¨¢les son las meteduras de pata m¨¢s comunes, aquellas que hay que evitar para no estar en las bocas de los compa?eros durante los pr¨®ximos doce meses?
Nunca irse de la lengua pasa menos desapercibido
En estado ebrio es dif¨ªcil hablar con cordura y cualquier comentario, aunque parezca inocente, puede desatar una discusi¨®n. Lo corrobora una encuesta realizada por la empresa de investigaci¨®n de mercados OnePoll, cuyas conclusiones fueron publicadas en el New York Post: dos de cada cinco trabajadores han presenciado una escena inc¨®moda y an¨¦cdotas demasiado jugosas como para conseguir mantener la boca cerrada. Cada invitado vuelve a casa con una media de siete chismes sobre sus colegas, por lo que no es extra?o que el 75% de la plantilla espere con ansia este encuentro dejando claro que cualquier gimoteo es pura hipocres¨ªa. Conviene recordar que es m¨¢s vigilar lo que uno dice que lo que sale por bocas ajenas.
Sacar al ingenioso que llevas dentro (y all¨ª debe quedarse)
"La comida incita a que los v¨ªnculos se refuercen; divertirse y dar a conocer facetas desconocidas enriquece la relaci¨®n. En las reuniones se descubre que alguien sabe cantar o tocar un instrumento, o es bueno bailando o el mejor contando chistes", relata el psic¨®logo. Unos deciden brillar y ser el alma de la fiesta, mientras otros necesitan un empuj¨®n para integrarse.
Pero no es f¨¢cil compartir mesa y mantel con el tragaldabas, el trepa, el modosito, el aguafiestas, el moscard¨®n, el pedante, el patoso y el plomazo que acaba abrazado a no sabe qui¨¦n, pero que ha decidido que esa noche ser¨¢ su amigo. Lo mejor que puede pasar es disfrutar de un men¨² delicioso, estrechar lazos con compa?eros, acercarse al jefe, beber alcohol gratis y hacerse con el mejor cotilleo. "Si hay alg¨²n peque?o exceso, tampoco es grave. Pero como en cualquier ocasi¨®n, los extremos son malos", matiza Swchartz. Si uno decide ser el centro de atenci¨®n puede ganarse algunas amistades, pero no debe olvidar que la exposici¨®n puede traer imprevistas consecuencias.
Los jefes son humanos: no dejar¨¢n de tomar nota
?Qu¨¦ distancia deber¨ªamos guardar al brindar con los mandamases? Lo prudente es no mostrarse ni muy cari?osos ni demasiado lit¨²rgicos, dej¨¦moslo en las buenas maneras, que aconsejan naturalidad y discreci¨®n. "Los jefes -se?ala el psic¨®logo- son personas, pero siguen teniendo el mando. Aunque su actitud depender¨¢ del v¨ªnculo con sus empleados, no perdamos de vista que prestar¨¢n atenci¨®n a cualquier dato que revele m¨¢s de qui¨¦n es y c¨®mo es cada uno". Las personas tienden a juzgar a los dem¨¢s, y si es un superior el juicio puede ser devastador: bajar la guardia puede acabar sirviendo solo para darles motivos para cambiar de opini¨®n respecto a nosotros... para peor. Y el alcohol es muy efectivo en lo que a rebajar el nivel de alerta se refiere, dejando poco resquicio a las preocupaciones o al sentido com¨²n.
Resolver la tensi¨®n sexual con un compa?ero (o un superior)
La sobremesa, con el esp¨ªritu festivo elevado a otra dimensi¨®n, parece que incita a dar rienda suelta a las pasiones y a las tensiones sexuales no resueltas entre colegas. Detectives Global Risk destaca un dato: el 57% de los hombres y el 63% de las mujeres reconocen haber sido infieles a su pareja despu¨¦s de una cena de Navidad. "El cambio del escenario habitual puede llevar a una mayor desinhibici¨®n entre los compa?eros, que mezclado con el ambiente de fiesta puede llegar a desembocar en adulterio", escriben en un blog de su p¨¢gina web. Aproximadamente el 4% de los hombres afirma haber sido infiel con su jefa, mientras que el 13% de las mujeres ha tenido un encuentro ¨ªntimo con su jefe.
La aplicaci¨®n de citas Victoria Milan, cuyos usuarios son de por s¨ª infieles, aporta datos similares y a?ade que casi todo el mundo siente la necesidad de sentirse atractivo. El 53% de sus usuarias ha besado a alg¨²n compa?ero en esta fiesta y en el 18% de los casos han acabado en sexo. En los hombres, el porcentaje del beso sube al 55% y al 27% las ocasiones en que la cena ha tenido como colof¨®n un encuentro sexual. Ashley Madison, otra web de encuentros extraconyugales, dice que el 38,3% de sus usuarios confiesa haber pasado esa noche con un superior. El 60% de los hombres ha sido descubierto por su pareja. Ya los datos reflejen la realidad con detalle, ya procedan de encuestas sesgadas, vale la pena reflexionar sobre otra de las estad¨ªsticas que proporcionan: solo el 22% decide repetir.
No todas las noches se celebra Navidad
Volviendo a la encuesta de OnePoll, uno de cada tres trabajadores hace algo de lo que se arrepiente. El 35% se presenta tarde en la oficina y un 17% tiene la poca decencia de ausentarse. Unos por verg¨¹enza, otros por aut¨¦ntica indisposici¨®n. Es la rara virtud de las bebidas espirituosas servidas a mansalva, que avivan el ingenio y uno acabe mezclando lo divino con lo humano. La peor metedura de pata es olvidarnos de que Navidad se celebra solo una vez al a?o, y que los compa?eros de trabajo son personas con las que tenemos que tratar en un entorno profesional los otros 364 d¨ªas, quiz¨¢ tan pronto como el d¨ªa despu¨¦s de la noche de farra.
Al final acabaremos sin saber muy bien qui¨¦n es qui¨¦n y cantando el pobre de m¨ª sin ser San Ferm¨ªn, brindando, con la copa medio llena o medio vac¨ªa, por lo andado y lo que queda por andar. Como si cada a?o venidero trajese un nuevo destino. A nuestro lado, Nietzsche: "Bienaventurados sean los olvidadizos, que vuelven a tropezar con la misma piedra".
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