As¨ª impactan los dispositivos electr¨®nicos en el cerebro de tu hijo
Hay estudios que ponen de manifiesto que aquellos que dedican demasiadas horas al d¨ªa a estar en contacto con 'tablets' o televisi¨®n, tienen, por ejemplo, niveles m¨¢s bajos de mielina
Es viernes por la tarde y estoy con mi familia en un conocido restaurante dispuestos a merendar. Algo de lo que est¨¢ ocurriendo en la mesa de al lado llama poderosamente mi atenci¨®n. Un padre est¨¢ con sus dos hijos de unos 6 y 8 a?os. Hasta ah¨ª todo bien. Los dos ni?os est¨¢n merendando, al igual que estamos haciendo todos en el restaurante, pero cada uno de ellos tiene apoyado en su vaso un m¨®vil. Mientras meriendan est¨¢n viendo algo en el m¨®vil. El padre est¨¢ f¨ªsicamente disponible pero no est¨¢ accesible. Es como si estuviera en modo avi¨®n para sus hijos. Me surgen muchas emociones en ese momento: rabia porque est¨¢n perdiendo una gran oportunidad para desarrollar valores y comunicarse emocionalmente; tristeza por el presente de los hijos; y finalmente miedo por el futuro de esos ni?os. Desgraciadamente podemos decir que este tipo de situaciones son cada vez m¨¢s frecuentes, no solo en restaurantes, sino en casas, entre ni?os y en reuniones sociales. Consultar el m¨®vil es algo que se considera social y est¨¢ m¨¢s que normalizado. Y no es solo que se usan cada vez m¨¢s, sino que tambi¨¦n debutan en el mundo de las pantallas cada vez a edades m¨¢s tempranas.
El cerebro de un reci¨¦n nacido es un cerebro en construcci¨®n. A pesar de que tenga m¨¢s del doble de las neuronas que necesita, es un cerebro cuyas c¨¦lulas nerviosas no est¨¢n conectadas. ?Qu¨¦ har¨¢ que estas neuronas comiencen a conectarse y comunicarse entre ellas? El ambiente en el que se desarrolle el ni?o. En esencia, son los padres y sus valores, los que determinar¨¢n, en un primer momento, la manera de aprender del ni?o. Los cuidadores principales y el ambiente en el que viva el ni?o ser¨¢n los que determinen en qu¨¦ sentido se desarrollar¨¢ el cerebro del menor. Por lo tanto, los padres y profesores somos imprescindibles en este proceso de aprendizaje y evoluci¨®n. Pero como dec¨ªamos antes, no somos los ¨²nicos en ense?ar. Hoy en d¨ªa, los dispositivos electr¨®nicos que tenemos en casa y en los colegios (ordenadores port¨¢tiles, tel¨¦fonos m¨®viles, tabletas, consolas, etc¨¦tera) tienen mucho que decir, tanto para bien como para mal.
Hay estudios que ponen de manifiesto que aquellos ni?os que dedican demasiadas horas al d¨ªa a estar en contacto con tabletas, m¨®viles o televisi¨®n tienen niveles m¨¢s bajos de mielina. La mielina es una sustancia que recubre los axones de las neuronas, lo que permite que la conectividad neuronal y su velocidad sean adecuadas. En ni?os que emplean m¨¢s tiempo del debido a los dispositivos electr¨®nicos se ha encontrado una disminuci¨®n de la mielina, lo que hace que la velocidad de procesamiento cerebral sea significativamente m¨¢s lenta. De hecho, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los ni?os menores de dos a?os no usen para nada los dispositivos electr¨®nicos. A partir de los dos a?os y hasta los cinco, recomiendan no m¨¢s de una hora diaria frente a las pantallas.
En mi humilde opini¨®n, los ni?os no deber¨ªan tener contacto frecuente con dispositivos con pantalla hasta los seis a?os, puesto que durante los seis primeros a?os de vida se est¨¢n desarrollando las funciones ejecutivas en una parte concreta del cerebro: la corteza prefrontal. Las funciones ejecutivas son las que nos diferencian del resto de las especies: concentraci¨®n, inhibici¨®n de impulsos, memoria operativa, planificaci¨®n, autorregulaci¨®n emocional, etc¨¦tera. En estos seis o siete primeros a?os de vida, los ni?os desarrollan los rudimentos b¨¢sicos de las funciones ejecutivas. Si los ni?os est¨¢n expuestos a demasiados contenidos en pantallas, es m¨¢s que probable, que nos encontremos con dificultades en procesos ejecutivos.
Por ejemplo, hay investigaciones que han encontrado una estrecha relaci¨®n entre abuso de pantallas y concentraci¨®n. El pediatra Dimitri Christakis, director del Centro de salud, comportamiento y desarrollo infantil del hospital de Seattle, ha dedicado buena parte de su trayectoria profesional a estudiar c¨®mo las pantallas influyen sobre el desarrollo del cerebro de los ni?os. A tales consecuencias se le conoce con el nombre de efecto pantalla. Los estudios de Christakis encuentran que a mayor n¨²mero de horas que un ni?o ve la televisi¨®n, mayor probabilidad de que en el futuro tenga dificultades de concentraci¨®n. La concentraci¨®n es un proceso ejecutivo que requiere de voluntariedad, consciencia y perseverancia.
Adem¨¢s, nos concentramos debido a un mecanismo interno y activo. Si nuestros hijos est¨¢n expuestos excesivamente a la televisi¨®n, estaremos favoreciendo procesos externos y pasivos, algo que choca frontalmente con las caracter¨ªsticas necesarias para favorecer la concentraci¨®n. Christakis encontr¨® que por cada hora diaria que un menor de tres a?os ve la televisi¨®n aumenta un 10% su probabilidad de que en un futuro tenga dificultades para concentrarse. Ahora bien, si la estimulaci¨®n repetida a contenidos televisivos o a dispositivos tecnol¨®gicos aumenta la probabilidad de que nuestros hijos tengan dificultades en la concentraci¨®n, ?qu¨¦ puede mejorar su capacidad de concentraci¨®n? Comprob¨® que unos padres que estimulan cognitivamente a sus hijos, no solo protegen a sus hijos de dichas dificultades, sino que encima potenciaban y reforzaban su concentraci¨®n. Actividades como jugar con bloques de madera, puzles, leer cuentos, juego simb¨®lico o seriaciones son muy efectivas para fomentar la iniciativa activa y voluntaria de nuestros hijos. Cuando nuestros hijos ven contenidos agresivos o no adecuados para su edad en televisi¨®n, les provoca hiperactividad. En cambio, estar en contacto y disfrutar de la naturaleza tiene como consecuencia todo lo contrario. Los entornos naturales ense?an a nuestros hijos a esperar, a ser pacientes y a retrasar la gratificaci¨®n.
Podemos decir que la capacidad de concentraci¨®n debuta en torno a los dos a?os, mientras que sobre los cuatro a?os proliferan en el cerebro las neuronas inhibitorias, cuya acci¨®n permitir¨¢n a los ni?os inhibir sus impulsos y no distraerse (mantenerse focalizados en una tarea concreta). El correcto equilibrio entre la capacidad de contracci¨®n y la inhibici¨®n de impulsos se establece sobre los 6 a?os de edad, motivo por el cual considero que los dispositivos electr¨®nicos y el uso de pantallas con exceso hacen un flaco favor al desarrollo del cerebro y sus funciones ejecutivas.
Uno de los problemas de los dibujos, pel¨ªculas y contenidos que ven nuestros hijos en televisi¨®n son los cambios de escenas tan frecuentes y repentinos que tienen. Si nuestros hijos abusan de dichos dispositivos se acostumbrar¨¢n a dichos cambios y chocar¨¢ frontalmente con la realidad. Su d¨ªa a d¨ªa, fuera de las pantallas, nada tiene que ver con lo que ven en ellas. Ante el abuso de dispositivos electr¨®nicos, una de las consecuencias m¨¢s habituales ser¨¢ que la vida real les parecer¨¢ mon¨®tona y lenta. Est¨¢n tan acostumbrados a tal nivel de actividad y de estimulaci¨®n cerebral que cualquier cosa les resultar¨¢ aburrida. (Cath¨¦rine L??cuyer, 2004).
Buen uso de los dispositivos
A continuaci¨®n, sugiero unas orientaciones a tener en cuenta para el buen uso de los dispositivos electr¨®nicos en los m¨¢s peque?os para que no vayamos en contra de su desarrollo cerebral. No olvidemos que nuestro cerebro no evolucion¨® para estar en un mundo tecnol¨®gico, sino que est¨¢ dise?ado para sobrevivir en un mundo real, no imaginario.
Los padres somos modelos: lo mejor que podemos hacer para que nuestros hijos tengan un uso responsable de los dispositivos electr¨®nicos hacer nosotros un buen uso y moderado.
Estableced normas espec¨ªficas sobre el uso de los dispositivos tecnol¨®gicos en casa: no debemos permitir el uso de los m¨®viles durante las comidas pero tampoco deber¨ªamos ver la televisi¨®n mientras cenamos. Lo importante es que hablemos entre todos los miembros de la familia cuando comemos o cenamos. Tambi¨¦n hay que establecer normas para el uso de los m¨®viles, tabletas y ordenadores en las habitaciones, espacios comunes, etc¨¦tera.
Los juegos y actividades de los m¨®viles deben ser lo m¨¢s activos posibles: si nos decantamos por el uso de los dispositivos electr¨®nicos en casa, debemos analizar bien los contenidos de los mismos. Cuando nuestro hijo est¨¦ con el m¨®vil, el ordenador o la tableta, tratemos que las actividades que lleve a cabo sean lo m¨¢s activas posibles. Es mejor hacer un rompecabezas o un sudoku que ver un v¨ªdeo. Aun as¨ª, si podemos hacer rompecabezas de manera natural y manipulativa, mejor.
A menor uso de pantallas, tendr¨¢n una idea m¨¢s realista del mundo en el que viven: ya hemos visto que el abuso de los dispositivos electr¨®nicos implica que el mundo real en el que viven les parece mon¨®tono y aburrido, pues est¨¢n acostumbrados a una exposici¨®n masiva, hiperactiva y muy estimulante, algo que no existe en la realidad
Adoptar una postura coherente con nuestra manera de pensar: no consiste en ser extremista ni inflexible, sino en pensar qu¨¦ lugar deben ocupar los ordenadores y m¨®viles en la vida de nuestros hijos y, a partir de ah¨ª, ser rigurosos y coherentes con lo que hemos decidido.
Cuidado con usar los dispositivos m¨®viles como ¡°chupetes emocionales¡±: en ocasiones, cuando nuestro hijo est¨¢ enfadado o triste por algo, le dejamos que use nuestros m¨®viles como mecanismo de relajaci¨®n. Si queremos que el d¨ªa de ma?ana sea capaz de identificar la emoci¨®n que est¨¢ experimentando (rabia o tristeza) y la sepa autorregular, debemos ense?arle. Y dejarle que se le pase la rabia o el enfado con nuestro m¨®vil no es una buena alternativa para trabajar la tolerancia a la frustraci¨®n ni la autorregulaci¨®n emocional.
Pauta general con ni?os: m¨¢s cari?o, vinculaci¨®n y juego simb¨®lico y menos tabletas, ordenadores y m¨®viles. Vivimos en un mundo cada vez m¨¢s conectado tecnol¨®gicamente, pero cada vez menos conectado y m¨¢s abandonado emocionalmente.
Como conclusi¨®n podemos decir que un exceso y abuso de los dispositivos electr¨®nicos y pantallas va a ser perjudicial para nuestros hijos y su cerebro, que recordemos que est¨¢ a¨²n en desarrollo. Dar de comer a los ni?os mientras ven el m¨®vil o la televisi¨®n les impide, entre otras muchas cosas, ser conscientes de si est¨¢n saciados o no, adem¨¢s de no permitirles tener una comunicaci¨®n con sus padres y hermanos mientras disfrutan comiendo en familia. Se ha comprobado que ver el m¨®vil mientras comemos, estemos acompa?ados o no, aumenta la probabilidad de sobrepeso por el hecho de no ser conscientes de que estamos saciados. Por supuesto que las pantallas y los dispositivos electr¨®nicos est¨¢n aqu¨ª para quedarse, pero seamos conscientes de lo que aportan a nuestros hijos y de qu¨¦ nos est¨¢n quitando tiempo.
Rafael Guerrero Tom¨¢s es psic¨®logo y doctor en Educaci¨®n. Director de Darwin Psic¨®logos. Autor del libro ¡°Educaci¨®n emocional y apego. Pautas pr¨¢cticas para gestionar las emociones en casa y en el aula¡± (2018) y ¡°Cuentos para el desarrollo emocional desde la teor¨ªa del apego¡± (2019).
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