Los nuevos parias de la tierra
En las revueltas que recorren el planeta se concatenan m¨²ltiples factores, y algunos tienen que ver con la propiedad de los recursos naturales y el maltrato de la tierra
Que no se puede humillar impunemente a las personas, ni a los pueblos, es sabido, porque la respuesta suele ser una revuelta como las que ahora recorren el mundo, si no una revoluci¨®n en toda regla. Pero intentar exprimir la naturaleza tambi¨¦n ha demostrado tener un alto coste: la emergencia clim¨¢tica como amenaza planetaria a resultas del maltrato continuado, avaro y ciego de la tierra, y que algunos neciamente desprecian.
El decepcionante resultado de la cumbre del clima de Madrid no empa?a sin embargo la viabilidad de soluciones inmediatas, como frenar el desaforado consumo individual y colectivo, esa org¨ªa de gasto que conduce a la extinci¨®n de recursos, pero tambi¨¦n a la esclavitud de quienes producen para satisfacer una demanda casi patol¨®gica: los trabajadores del textil en Asia, por esa moda pronta que incita a derrochar sin freno, o los ni?os que excavan las minas de cobalto en ?frica para alimentar incesantes dispositivos m¨®viles.
La tormenta perfecta suele darse cuando coinciden varios agravantes: el expolio de materias primas, tan sujetas a la volatilidad de los mercados y por eso tan ambicionadas (China y su neocolonialismo rampante); la contaminaci¨®n por pr¨¢cticas abusivas en la miner¨ªa o la agricultura, el desalojo de poblaci¨®n aut¨®ctona por la construcci¨®n de un embalse o la plantaci¨®n de transg¨¦nicos, o en fin ¡ªpero no a la postre¡ª, la privaci¨®n de derechos que deber¨ªan ser inalienables como el acceso al agua y a la tierra. Porque el problema de buena parte de la humanidad ¡ªopacado por las cuitas consumistas y de seguridad de Occidente¡ª sigue siendo la inseguridad alimentaria.
Pero el colmo de la iniquidad acontece cuando los recursos se utilizan como arma arrojadiza, como casus belli. Sucede con activos estrat¨¦gicos: el petr¨®leo de Libia o Irak, o las inmensas reservas de litio de Bolivia, detr¨¢s de las que algunos ven otra de las razones para el desalojo del poder de Evo Morales, y que se ubican en una regi¨®n que durante siglos ha visto c¨®mo la extracci¨®n de las riquezas de su subsuelo siempre beneficiaba a otros: el cl¨¢sico ejemplo de riqueza sin desarrollo (o sin redistribuci¨®n, como en Chile).
Otro tanto supone la nueva ley de hidrocarburos de Argelia, aprobada casi a hurtadillas, que no solo no beneficiar¨¢ a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, los millones de j¨®venes empujados a emigrar a Europa, sino que pretende apuntalar un r¨¦gimen caduco y que adem¨¢s torturar¨¢ el subsuelo mediante el fracking, no precisamente inocuo desde el punto de vista ambiental.
Una tierra soliviantada por la avaricia solo devolver¨¢ calamidades: fen¨®menos extremos cada vez m¨¢s debidos a la intervenci¨®n del hombre, y cada vez m¨¢s letales, con su creciente estela de refugiados ambientales, los nuevos condenados de la tierra. Las protestas de hoy pueden ser una revoluci¨®n ma?ana.
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