Trump se asoma al precipicio iran¨ª
Con sus palos de ciego, el presidente de EE UU demuestra que no tiene objetivos claros ni una estrategia definida en Oriente Pr¨®ximo. En el actual contexto, particularmente vol¨¢til, supone una receta para el desastre
Un nuevo a?o, y un nuevo desprop¨®sito del presidente Trump en materia de pol¨ªtica exterior. El asesinato del general iran¨ª Qasem Soleimani ha sido un movimiento provocativo, temerario y carente de la m¨¢s m¨ªnima altura de miras. No hay ninguna duda de que Soleimani era una figura turbia: al mando de las operaciones extraterritoriales de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria iran¨ªes, el general ejerci¨® una influencia extremadamente perniciosa en Oriente Pr¨®ximo. Sin embargo, no puede pasarse por alto que Soleimani comandaba un brazo armado de car¨¢cter estatal, y que gozaba personalmente de una evidente popularidad en su pa¨ªs, por mucho que Trump se empe?e en fingir lo contrario.
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Una vez m¨¢s, Estados Unidos ha emprendido una acci¨®n desmesurada que sentar¨¢ un peligroso precedente, en el que podr¨ªan terminar escud¨¢ndose sus adversarios para llevar a cabo operaciones similares. Tras el ataque contra Soleimani, Trump lleg¨® incluso a amenazar repetidamente a Ir¨¢n con la destrucci¨®n de algunos de sus preciados lugares de inter¨¦s cultural, lo cual constituir¨ªa nada menos que un crimen de guerra. Aunque Trump parece haber recapacitado en lo referente a esta cuesti¨®n, sus constantes idas y venidas no hacen sino recalcar la falta de una planificaci¨®n debidamente pormenorizada. A buen seguro, el asesinato de Soleimani represent¨® una maniobra efectista, orientada fundamentalmente al consumo dom¨¦stico. No obstante, en el largo plazo, ?podr¨¢ decirse que fue una maniobra efectiva?
Obviamente, la respuesta depender¨¢ del fin ¨²ltimo que se persiga. La Administraci¨®n de Trump se ha envuelto en una ret¨®rica punitiva, argumentando que su dr¨¢stica intervenci¨®n tendr¨¢ un efecto disuasorio sobre Ir¨¢n. Asimismo, ha dado a entender que Soleimani era un activo imprescindible para el r¨¦gimen iran¨ª. Pero ambas justificaciones son cuestionables. Aunque la represalia iran¨ª dirigida contra dos bases iraqu¨ªes que albergan tropas estadounidenses ha sido relativamente comedida, Ir¨¢n no va a dar su brazo a torcer. Tampoco cabe suponer que la p¨¦rdida de Soleimani ¡ªpese a su enorme relevancia¡ª vaya a ser insuperable para el r¨¦gimen iran¨ª, que ya ha nombrado como sucesor del general a su hombre de confianza.
El asesinato de Soleimani fue una maniobra efectista, orientada fundamentalmente al consumo dom¨¦stico
El problema de fondo para Estados Unidos es que no tiene objetivos claros ni, por extensi¨®n, una estrategia bien definida respecto a Ir¨¢n. En el contexto particularmente vol¨¢til de Oriente Pr¨®ximo, esto es una receta para el desastre. Las actuales tensiones no implican que Trump est¨¦ buscando una guerra, como tampoco la est¨¢n buscando los l¨ªderes iran¨ªes. Sin embargo, en muchas ocasiones, los Estados tropiezan con conflictos que no han sido buscados, especialmente cuando se cometen imprudencias como fruto de un exceso de confianza. Con sus palos de ciego, Trump no ha conseguido solamente arrinconar todav¨ªa m¨¢s a Ir¨¢n (lo cual podr¨ªa empujar a sus dirigentes a adoptar un comportamiento m¨¢s agresivo), sino tambi¨¦n arrinconarse a s¨ª mismo.
Dado que la hoja de ruta estadounidense brilla por su ausencia, no es de extra?ar que la Administraci¨®n de Trump incurra en constantes contradicciones. Justo cuando Ir¨¢n sufr¨ªa las secuelas de una oleada de protestas brutalmente reprimida, la Administraci¨®n estadounidense ¡ªque ha flirteado continuamente con la idea del cambio de r¨¦gimen en Ir¨¢n¡ª ha dado aire a los dirigentes iran¨ªes en el terreno dom¨¦stico. Las multitudinarias escenas que se han presenciado en las exequias de Soleimani no mienten: los ciudadanos iran¨ªes han cerrado filas frente al enemigo exterior. Esto se produce, adem¨¢s, a pocas semanas de que Ir¨¢n celebre elecciones legislativas, ante las que se frotan las manos los sectores m¨¢s conservadores del pa¨ªs.
Las protestas dom¨¦sticas que afront¨® recientemente el r¨¦gimen iran¨ª se unieron a las de otros pa¨ªses donde ejerce una notable influencia. Superando sus diferencias religiosas, tanto los libaneses como los iraqu¨ªes se han alzado en los ¨²ltimos meses contra las injerencias de Ir¨¢n, orquestadas en gran medida por el propio Soleimani. Pero Trump hizo caso omiso de la famosa m¨¢xima de Napole¨®n: ¡°Nunca interrumpas a tu enemigo mientras est¨¢ cometiendo un error¡±. Ahora, el Parlamento iraqu¨ª ha reclamado (aunque sea simb¨®licamente) la retirada de las tropas estadounidenses estacionadas en el pa¨ªs. La Administraci¨®n de Trump ha reaccionado a esta petici¨®n ¡ªque se ajusta plenamente a los intereses iran¨ªes¡ª de manera ca¨®tica, comunicando en un desliz una retirada que finalmente no va a producirse de inmediato.
Un conflicto a mayor escala con Ir¨¢n entorpecer¨ªa los esfuerzos por contener al gran competidor global: China
Con todo, no es descartable que Trump ponga punto final a la presencia estadounidense en Irak, aunque la retirada se produzca por la puerta de atr¨¢s. De momento, las fuerzas de la OTAN que combaten el Estado Isl¨¢mico han paralizado sus operaciones, y algunos aliados estadounidenses han procedido a evacuar sus tropas de Irak. Pero esto no significa, ni mucho menos, que Estados Unidos se est¨¦ alejando de Oriente Pr¨®ximo: de hecho, en el ¨²ltimo medio a?o, las tropas estadounidenses en la regi¨®n se han incrementado en 15.000 efectivos. Pese a que Estados Unidos es hoy menos dependiente de Oriente Pr¨®ximo desde un punto de vista energ¨¦tico, el giro hacia Asia que anunci¨® en su d¨ªa la Administraci¨®n de Obama se sigue resistiendo. Evidentemente, un conflicto a mayor escala con Ir¨¢n entorpecer¨ªa los esfuerzos de Estados Unidos por contener a su principal competidor a escala global: China.
A la larga lista de desatinos estadounidenses hay que sumar los incentivos perversos que ha generado Trump con su ¨²ltima estacada a Ir¨¢n. Y es que cabe preguntarse lo siguiente: ?habr¨ªa actuado del mismo modo Estados Unidos con Corea del Norte, que dispone de armamento nuclear? Recordemos que Ir¨¢n cumpli¨® a rajatabla con el acuerdo nuclear que alcanz¨® con las principales potencias globales, y lo sigui¨® haciendo incluso hasta un a?o despu¨¦s de que Estados Unidos se desmarcara unilateralmente de ¨¦l. Mientras Ir¨¢n era sometido a una asfixia insoportable, Trump se reun¨ªa amistosamente con el l¨ªder de Corea del Norte, pese a que este pa¨ªs se desentendi¨® del r¨¦gimen internacional de no proliferaci¨®n. El agravio comparativo que ha sufrido Teher¨¢n, por supuesto, no augura que Pyongyang vaya a apostar por la desnuclearizaci¨®n.
Aunque Ir¨¢n acaba de anunciar que dejar¨¢ de respetar las restricciones que le impone el acuerdo nuclear, no ha cerrado la puerta a la posibilidad de salvaguardarlo. En las ¨²ltimas horas, adem¨¢s, parece que las tensiones entre Estados Unidos e Ir¨¢n han disminuido ligeramente, con ambas partes optando por un tono algo m¨¢s circunspecto. Pero tal vez se trate de un espejismo. Al fin y al cabo, Trump no se ha descabalgado de sus intolerables exigencias, y sigue presionando a los dem¨¢s firmantes del acuerdo nuclear para que lo abandonen.
Estados Unidos habr¨¢ de terminar reconociendo una realidad indiscutible: sin m¨¢s herramientas que las puramente coercitivas, no podr¨¢ alcanzarse una soluci¨®n duradera. En situaciones tan cr¨ªticas como la que se ha creado innecesariamente, la diplomacia no es una opci¨®n, sino una obligaci¨®n. Por el bien de todos, esperemos que se tome esta senda, y que se evite la cat¨¢strofe.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.
? Project Syndicate, 2020.
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