Hay que subir los impuestos a los m¨¢s ricos
El Nobel de Econom¨ªa Joseph E. Stiglitz defiende en su nuevo libro, 'Capitalismo progresista', que las injusticias que no se corrigen se heredan
Hay una dimensi¨®n de la justicia a la que los pol¨ªticos dedican a menudo cuatro palabras, pero poco m¨¢s que eso: el bienestar de las generaciones futuras. La reforma tributaria de 2017 [en EE?UU] generar¨¢ enormes d¨¦ficits fiscales y aumentar¨¢ la deuda del Gobierno. Ir¨®nicamente, los republicanos en el Congreso argumentaban contra una deuda excesiva ¡ªque ser¨ªa una carga para las futuras generaciones, dec¨ªan¡ª hasta que tuvieron la oportunidad de enriquecer a las corporaciones y los multimillonarios. Hay tres aspectos de la justicia intergeneracional a los que se ha conferido escasa relevancia y que una agenda progresista debe corregir.
Primero, lo que verdaderamente supone una carga para las generaciones futuras es la falta de inversi¨®n, tanto p¨²blica como privada (...). Si no brindamos a nuestros j¨®venes la educaci¨®n adecuada, a la larga ser¨¢n incapaces de alcanzar todo su potencial. Y si no invertimos en infraestructura y tecnolog¨ªa, el mundo que heredar¨¢n no ser¨¢ capaz de sostener los niveles de vida que nosotros hemos disfrutado.
Segundo, nuestro planeta es insustituible. Si las cosas no funcionan bien aqu¨ª, no hay ning¨²n otro sitio al que podamos ir. Aun as¨ª, estamos expoliando nuestro mundo, y a¨²n m¨¢s peligrosamente con el cambio clim¨¢tico en ciernes. El da?o aumenta cada a?o, de un modo que ahora resulta predecible. Incluso la forma en que el Gobierno reflexiona acerca del medio ambiente y toma decisiones al respecto resulta injusta para nuestros ni?os. Recordemos lo dicho (...): siempre que el Gobierno considera una regulaci¨®n, debe hacer un an¨¢lisis de los costes y los beneficios. Parte de este an¨¢lisis implica comparar, digamos, el coste de una regulaci¨®n medioambiental hoy con los beneficios que tendr¨¢ hoy y en un futuro. Si restringimos, por ejemplo, las contaminantes centrales el¨¦ctricas a base de carb¨®n, los costes pueden aumentar hoy, pero los beneficios de una mejor salud y de reducir el cambio clim¨¢tico se extender¨¢n a lo largo de los a?os. El factor clave para realizar estos an¨¢lisis de los costes y los beneficios es: ?c¨®mo comparamos un d¨®lar de beneficios futuros con un d¨®lar de costes actuales? Con los procedimientos de la Administraci¨®n de Trump, un d¨®lar (¡°real¡±) equivaldr¨¢ en cincuenta a?os, cuando nuestros hijos est¨¦n en la flor de la vida, a solo tres centavos. En esencia, la Administraci¨®n se limita a estafar al futuro. A menos que el beneficio de una regulaci¨®n ambiental sea para nuestros hijos m¨¢s de treinta veces mayor que el coste hoy, la Administraci¨®n cree que no deber¨ªa adoptarse. Con este c¨¢lculo, que apenas tiene en cuenta a nuestros hijos, no debe sorprendernos que no haya inter¨¦s alguno en hacer algo respecto al cambio clim¨¢tico.
Grandes proporciones de gente joven no cuentan con las oportunidades que tuve yo cuando empec¨¦
Tercero, por varias razones, grandes proporciones de gente joven no cuentan con las oportunidades que, digamos, tuve yo mismo cuando empec¨¦. Millones de ellos cargan ya con la pesada deuda estudiantil, que obstaculiza su habilidad de elegir con libertad ¡ªest¨¢n constantemente pensando en los pagos que deben¡ª o hasta de crear una familia o comprar una casa. Entretanto, los precios de la vivienda, relativos a los ingresos, han subido por los efectos del dinero f¨¢cil, una normativa tributaria pobremente dise?ada y la desregulaci¨®n financiera. Nuestra generaci¨®n disfrut¨® de las ganancias del capital. La siguiente tiene que idear la forma de conseguir una vivienda asequible. Esta brecha en el bienestar intergeneracional es de las cuestiones m¨¢s problem¨¢ticas a las que nos enfrentamos. Los padres que hicieron fortuna en el sector de los bienes inmobiliarios pueden compartir esa riqueza con sus hijos, quienes pueden a su vez traspasarla a los suyos. Pero los que no poseen ning¨²n bien inmobiliario tienen poco o nada que legar a sus hijos y nietos, y eso deja a sus herederos expuestos. As¨ª, las desigualdades en esta generaci¨®n pueden verse amplificadas en la siguiente. Los cambios en la pol¨ªtica tributaria (¡) y los programas de cr¨¦dito hipotecario y estudiantil (¡) brindan una salida.
Tributaci¨®n
Un sistema tributario progresivo, justo y eficaz deber¨ªa ser parte importante de una sociedad din¨¢mica y justa. Hemos descrito las actividades relevantes que el Gobierno tiene que asumir, como la ense?anza p¨²blica, la salud, la investigaci¨®n y el desarrollo de infraestructuras; la gesti¨®n de un buen sistema judicial y la garant¨ªa de una m¨ªnima Seguridad Social.
Para todo esto se necesitan recursos, es decir, impuestos. Lo justo es que sean quienes tienen mayor capacidad de pago¡ªy que suelen obtener m¨¢s de nuestra econom¨ªa¡ª quienes tributen m¨¢s. Pero (¡) quienes se sit¨²an en la cima de la pir¨¢mide pagan una tasa impositiva menor que aquellos con ingresos m¨¢s bajos. De esta y otras formas, las cosas solo han empeorado en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas: la reforma tributaria de 2017, y su aumento de los impuestos a una mayor¨ªa de las capas medias para financiar los recortes impositivos a las corporaciones y los multimillonarios, se ha convertido quiz¨¢ en la peor legislaci¨®n tributaria aplicada hasta ahora.
Simplemente exigir a las corporaciones e individuos acaudalados que paguen los impuestos que deben ¡ªun cambio modesto en nuestro actual sistema de car¨¢cter regresivo¡ª podr¨ªa por s¨ª solo generar un par de trillones de d¨®lares en un lapso de diez a?os. Esto implica no solo subir los impuestos, sino eliminar la panoplia de vac¨ªos legales que los grupos de presi¨®n a favor de intereses espec¨ªficos han ayudado a incorporar a nuestro c¨®digo tributario. En vez de fijar impuestos a los bienes inmuebles con tasas preferenciales (como hizo la ley de 2017), las rentas del suelo deber¨ªan tributar a una tipo m¨¢s alto. Cuando se cobra impuestos a los trabajadores puede ocurrir que no se esfuercen igual en su labor; cuando se cobra impuestos al capital puede ocurrir que vaya a parar a otro lugar o que la gente no ahorre tanto. No es as¨ª en el caso de la tierra, que est¨¢ ah¨ª, se le cobren impuestos o no. De hecho, el gran economista del siglo xix, Henry George, aseguraba que las rentas del suelo deber¨ªan tributar un ciento por ciento. Los impuestos sobre las rentas pueden generar una econom¨ªa m¨¢s productiva. Ahora bien, una vasta porci¨®n de los ahorros va a la tierra en lugar de a activos productivos (inversiones en investigaci¨®n, f¨¢bricas y equipamiento). Fijar impuestos a las ganancias de capital por la tierra y las rentas incentivar¨ªa un mayor ahorro, que podr¨ªa destinarse a capital productivo.
Hay otros impuestos que pueden potenciar de manera simult¨¢nea el rendimiento econ¨®mico y aumentar las rentas. Por ejemplo, uno sobre las emisiones de carbono les recordar¨ªa a los hogares y las empresas que debemos reducir nuestras propias emisiones. En ausencia de tales impuestos, los individuos no tienen en cuenta el coste social de sus actividades emisoras de carbono. Incentivar¨ªan a la vez las inversiones y la innovaci¨®n para reducir tales emisiones y podr¨ªan desempe?ar un papel fundamental en alcanzar las metas tan importantes fijadas en las cumbres internacionales de Par¨ªs (2015) y Copenhague (2009) para limitar el calentamiento global. Sin un impuesto de esa ¨ªndole, ser¨¢ dif¨ªcil que se consigan esos objetivos, lo cual tiene un coste enorme: ya en 2017, el mundo experiment¨® una cifra r¨¦cord de p¨¦rdidas por desastres naturales relacionados con el clima, tales como los 245.000 millones de d¨®lares en p¨¦rdidas a causa de los huracanes Harvey, Irma y Mar¨ªa, una expresi¨®n clara de la creciente variabilidad clim¨¢tica asociada al calentamiento global.
Este extracto es un adelanto editorial de ¡®Capitalismo progresista: la respuesta a la era del malestar¡¯, que la editorial Taurus publica el pr¨®ximo 16 de enero. Joseph E. Stiglitz (Indiana, 1943) es catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia (EE?UU), fue asesor del Gobierno de Bill Clinton y obtuvo en 2001 el Premio Nobel d-e Econom¨ªa.
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