Corea del Centro
En ese pa¨ªs imposible estar¨ªa permitido bromear sobre todas las cosas, humanas y divinas, incluso sobre feminismo
Corea del Centro es el nombre de un programa televisivo argentino. Corea del Centro podr¨ªa ser tambi¨¦n el nombre de un pa¨ªs imposible, cuya caracter¨ªstica esencial consistir¨ªa en no ser ni Corea del Norte ni Corea del Sur.
En Corea del Centro, la presencia de una c¨¢mara no llevar¨ªa a los pol¨ªticos a paroxismos de incivilidad: seguir¨ªan comport¨¢ndose cort¨¦smente, incluso amistosamente, entre ellos, como suelen hacer en privado. Procurar¨ªan no mentir y en lugar de azuzar los instintos m¨¢s oscuros de la ciudadan¨ªa, se esforzar¨ªan en sosegarla. Aitor Esteban estar¨ªa disponible para dar clases particulares a los rezagados.
En Corea del Centro, los Gobiernos respetar¨ªan la independencia de los jueces. Y, asombrosamente, los jueces respetar¨ªan su propia independencia y renunciar¨ªan a las ventajas profesionales y econ¨®micas del juego pol¨ªtico.
En Corea del Centro, los nacionalistas podr¨ªan jugar todo lo que quisieran con banderas, orgullos patrios, tradiciones inmarcesibles y hasta podr¨ªan ser xen¨®fobos (entre ellos), pero pag¨¢ndoselo de su bolsillo y sin molestar a la gente normal. No habr¨ªa m¨¢s fronteras que las de la Constituci¨®n.
En Corea del Centro, la identidad ser¨ªa personal e intransferible. Las identidades colectivas se considerar¨ªan como lo que son, un ox¨ªmoron. Salvo cuando se tratara de juegos. Como en el f¨²tbol.
En Corea del Centro, las personas intentar¨ªan comprender a los dem¨¢s. No har¨ªa falta que llegaran a profundizar en el alma ajena tanto como Georges Simenon: en general, les bastar¨ªa con hablar sin gritos y escuchar al otro, no a sus propios prejuicios.
En Corea del Centro, existir¨ªa la convicci¨®n colectiva de que las diferencias socioecon¨®micas deben reducirse, no agrandarse, porque la civilizaci¨®n es de todos o no es.
En Corea del Centro, el dogmatismo econ¨®mico ser¨ªa considerado de muy mal gusto.
En Corea del Centro, la gente no se ofender¨ªa por tonter¨ªas. Y estar¨ªa permitido bromear sobre todas las cosas, humanas y divinas, con elegancia o con groser¨ªa. Incluso sobre el feminismo o la sanci¨®n a Valverde.
En Corea del Centro, nadie ser¨ªa propiedad de nadie.
En Corea del Centro, la religi¨®n ser¨ªa privada. La educaci¨®n, no.
En Corea del Norte, no habr¨ªa razas ni racializados.
En Corea del Centro, los intereses privados no podr¨ªan disfrazarse de servicios p¨²blicos. Ni el espect¨¢culo podr¨ªa disfrazarse de informaci¨®n.
En Corea del Centro, cada ciudadano dispondr¨ªa de plena libertad para exhibir su propia ignorancia. Sin embargo, no recibir¨ªa aplausos por ello.
En Corea del Centro se habr¨ªa acabado la guerra civil hace mucho tiempo.
En Corea del Norte, solo ETA ser¨ªa ETA. Y solo el fascismo ser¨ªa fascismo. Y solo el terrorismo ser¨ªa terrorismo.
En Corea del Centro, la lucha contra la contaminaci¨®n y el cambio clim¨¢tico no se desarrollar¨ªa sobre la espalda de los pobres. M¨¢s que favorecer a quien puede pagarse un coche el¨¦ctrico, se tratar¨ªa de ayudar a quien solo puede permitirse un viejo di¨¦sel.
Corea del Centro ser¨ªa un pa¨ªs bastante simpl¨®n y peque?o burgu¨¦s. Entre la violencia y la corrupci¨®n de la Florencia que logr¨® engendrar el Renacimiento, y el trabajo aburrido de la Suiza que invent¨® el reloj de cuco, optar¨ªa probablemente por lo segundo. No se puede tener todo.
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